Vladímir Putin en un colegio electoral durante elecciones parlamentarias de 2016, Moscú.
ReutersTodavía queda un año para las elecciones presidenciales en Rusia y aunque la campaña electoral no haya comenzado todavía, va tomando impulso. Hasta el momento la preparación se basa en la premisa de que Vladímir Putin ganará las elecciones con más del 70% de los votos y una amplia participación, según fuentes de las élites regionales.
Mientras tanto no hay una estrategia clara o un programa para Putin como candidato. Continúan los debates en el Kremlin, cambian las figuras en la administración presidencial y los gobernadores y se producen filtraciones desde el Kremlin. Es como si hubiera cierto nerviosismo entre las élites.
En cualquier caso sí que hay una serie de cuestiones que parecen estar claras de cara a la campaña electoral.
El presidente Putin no ha anunciado todavía que participará en las elecciones del próximo año, pero los altos funcionarios asumen que Putin participará en lo que sería su última legislatura.
Según las encuestas, actualmente no hay ningún político capaz de desafiar el poder de Putin así que aunque haya otros candidatos Putin ganará las elecciones, comenta Serguéi Márkov, director del Instituto de Cuestiones Políticas, cercano al Kremlin.
“La mayor oposición la ejerce el Partido Comunista (PCFR), que critica fuertemente el rumbo socioeconómico de la política de Putin, aunque apoya de facto su reelección para una nueva legislatura porque ve en él un eje y un símbolo de la nación rusa moderna”, señala Márkov. El experto añade que los viejos políticos, como el populista Vladímir Zhirinovski o el comunista Guennadi Ziugánov, mayores de 70 años, o el liberal Grigori Yavlinski, de 64, no representan ninguna competencia.
Líder del Partido Liberal Democrático de Rusia, Vladímir Zhirinovski, con el líder del Partido Comunista de la Federación Rusa, Guennadi Ziugánov. Fuente: Aleksey Nikolskyi/RIA Novosti
“Nadie puede hacerlo. Putin no tiene competencia”, comenta Mijaíl Rémizov, presidente del Instituto Independiente de Estrategia Nacional. Lo más probable es que los ciudadanos vuelvan a ver la misma selección de candidatos que hace 20 años, con unos mínimos cambios.
El experto supone que, en realidad, las elecciones pondrán a prueba la confianza que se tiene en Putin.
La tarea principal del Kremlin, y también su principal problema, es que haya un alto índice de participación. Para el gobierno es muy importante la cuestión de la legitimidad.
“A partir de 2018 tendrán lugar complicadas reformas económicas que repercutirán en la vida de la mayoría de la población. Para poder llevarlas a cabo, y que nadie dude de la legitimidad del presidente, las cifras deberían hablar por sí mismas”, afirma a RBTH el director general del Centro de Tecnologías Políticas, Ígor Bunin.
Aunque no será una tarea fácil elevar los datos de participación. Incluso entre quienes apoyan a Putin y están seguros de su victoria hay muchos sin la motivación suficiente como para ir a votar. “¿Para qué ir si de todas formas va a ganar sin mi voto?’. Esa es la lógica de muchos”, aclara Rémizov.
Los que están siendo relegados son quienes más críticas habían recibido por su pobre desempeño en el poder. No los sustituyen antiguos miembros de la seguridad de Putin o personas cercanas a su círculo sino jóvenes tecnócratas, llamados “managers eficaces”, que son igualmente leales al presidente pero carecen de capital político.
Detrás de estos cambios se encuentra el nuevo supervisor de la política interior, el jefe de la administración presidencial, Serguéi Kirienko. Según explica Rémizov su reciente nombramiento tiene como propósito disminuir los conflictos en varios ámbitos: entre los gobernadores y la población así como entre la parte liberal de la población y el poder.
El Kremlin ya se ha lanzado de manera extraoficial a una campaña preelectoral dirigida hacia el sector liberal de la población. Han tenido lugar una serie de indultos. En un mes se han anulado las sentencias de tres casos de alto perfil. Entre ellas una a la mujer condenada por compartir un video en las redes sociales y enviar un SMS a Georgia sobre la posición de las tropas rusas durante el conflicto de 2008, y otra a un opositor que había participado en una serie de protestas pacíficas no autorizadas.
Oksana Sevastidi, condenada por traición tras enviar una serie de mensajes a una conocida georgiana en el que se hablaba de equipamiento militar ruso. Fuente: Maksim Blinov/RIA Novosti
Esta “blandura”, como la han llamado algunos medios, está dirigida a eliminar posibles focos de tensión en ciudades con una población superior al millón de habitantes, donde se observan muy de cerca este tipo de procesos, señala Márkov.
El caso del político opositor Alexéi Navalni no entra en esta tendencia. El político sigue sin poder presentar su candidatura en las elecciones, de acuerdo a lo estipulado en la legislación. Sin embargo, como ha afirmado una fuente del Kremlin a RBTH, en las altas esferas siguen sin haber tomado una decisión al respecto. Algunos se muestran a favor de la admisión de Navalni en las elecciones porque carece de opciones para conseguir un alto porcentaje de votos y su participación dotaría de mayor legitimidad al proceso electoral. Otros están en contra de que participe y alegan que un candidato como él supone un descrédito para la institución presidencial.
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