¿Ganó Ziugánov las elecciones presidenciales hace 20 años?
APA principios de 1996 las élites rusas temían qué podía ocurrir con la jefatura del Estado tras las elecciones que había dentro de seis meses. El reformador Borís Yeltsin, que dirigía el país desde 1991, tenía un índice de aprobación irrisorio. El país arrastraba una profunda recesión económica, había una crisis institucional, una guerra en Chechenia y la imagen de un líder enfermo.
Estos factores impulsaron a la oposición comunista y a su líder, Guennadi Ziugánov. En diciembre de 1995 el Partido Comunista ganó las elecciones parlamentarias. En este contexto en los círculos cercanos al poder comenzó a hablarse de la posibilidad de la postergación de las elecciones durante algunos años. Sin embargo Yeltsin se presentó a otros dos comicios más... y los ganó.
Aunque en 20 años no haya habido informes oficiales acerca de la falsificación de las elecciones, muchos creen que en aquella situación Yeltsin simplemente no podía ganar las elecciones. En 2012 en las más altas esferas se corroboró que las elecciones habían estado amañadas.
El entonces presidente Dmitri Medvédev volvió a sacar el tema en una reunión con políticos. Según los testigos el líder ruso explicó que Yeltsin no había ganado aquellas elecciones. Aunque posteriormente una fuente del Kremlin negó estas palabras.
Actualmente son muchos políticos y figuras públicas los que dudan de la victoria de Yeltsin. Así lo cree el antiguo portavoz del Partico Comunista en la Duma Estatal Guennadi Seleznev o el fundador del popular diario Nezavísimaya Gazeta, Vitali Tretiakov. "Según mi opinión y una serie de hechos que conozco... Ziugánov ganó la segunda vuelta. Él lo sabía pero decidió no anunciar su victoria", explica a RBTH.
El exdirector del periódico cree que Ziugánov tenía razones para callar acerca de su victoria electoral. "Hay declaraciones de algunas personas que entonces estaban cerca de Yeltisn que hablaban claramente de que no iba a entregar el poder. Si Ziugánov anunciaba su victoria pasaría algo para que no permitir que ocupase ese cargo.
Está claro que esto se llama un golpe de Estado con el uso de la fuerza", explica el periodista a RBTH.
El miedo de lo que podía ocurrir si anunciaba su victoria fue algo evidente para Ziugánov, explica el politólogo Valeri Jomiakov, que entonces trabajaba en la campaña de Yeltsin. Según sus palabras, el estado psicológico del líder comunista era confuso: "Hoy ganas las elecciones pero ¿qué hacer mañana? ¿Ir al Kremlin? Y si le dicen: "¡Vete de aquí!". Él tenía ese medio, ¿y si no me dejan entrar"?
Sin embargo, el comportamiento de Ziugánov no impidió que el equipo de Yeltsin presentara al líder comunista como la principal amenaza para conseguir una economía de mercado y un sistema político que, por lo menos, pareciera ser democrático.
“¡Si vienen los comunistas, fusilarán a todos!”, fue el mensaje de la campaña electoral de Yeltsin según Tretiakov.
Se publicaron millones de copias del periódico semanal ¡Dios no lo quiera! que se distribuían gratis. En sus páginas se hablaba de lo poco atractivo que era el pasado soviético y de los horrores que traería consigo la victoria de Ziugánov.
Además de la propaganda anticomunista se apostó también por darle una nueva imagen a Yeltsin: “Energético, activo, decisivo. Incluso con ganas de bailar”. Muchos analistas creen que fue la campaña electoral y no el fraude lo que desempeñó un papel clave en la victoria de Yeltsin en aquellas elecciones.
A mediados de mayo la campaña dio un giro radical. Borís Yeltsin ganaba poco a poco espacio a su rival y avanzaba hacia la victoria en la primera ronda. En la segunda vuelta consiguió la mayoría de los votos gracias al apoyo del general Alexander Lébed, según algunos analistas.
Tras su victoria en las elecciones, a Yeltsin le esperaba una operación de corazón y tardó mucho tiempo en recuperarse. Mientras tanto, los oligarcas se hacían cada vez más influyentes y la economía del país se movía paso a paso hacia la crisis financiera que golpeó al país en 1998.
Además, tras el fin de la primera guerra en Chechenia, la región se preparaba para atacar a otra región del Cáucaso Norte, Daguestán,y el acontecimiento puso en cuestión la integridad territorial del país.
La situación era de gran volatilidad y queda claro por qué hoy en día la sociedad percibe negativamente el resultado de aquellas elecciones. Especialmente teniendo en cuenta el hecho de que muchos expertos comparten la opinión de que la victoria de Ziugánov apenas podría haber llevado a Rusia al pasado soviético.
Según Andréiev, “lo que todos querían no era la restauración, sino una tercera vía, es decir, todo lo había antes pero sin volver al pasado”.
La victoria de Yeltsin fue importante porque garantizó la “preservación de la sucesión legítima del poder y un cierto, aunque imperfecto y defectuoso, consenso ciudadano”.
Según el politólogo Alexéi Zudin, en aquel entonces los rusos “optaron por el futuro”. “No lo hacían para sí mismos, porque fue evidente que era un camino largo y difícil. Votaron por el futuro del país en general”, asegura el experto. Al mismo tiempo, tal y como señala Tretiakov, no todos vieron ese futuro, teniendo en cuenta el enorme precio que pagaron para que siguiera existiendo el ineficaz régimen de Yeltsin.
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