Borís Yeltsin: luces y sombras de un político

Borís N. Yeltsin. Foto de GettyImages/Fotobank

Borís N. Yeltsin. Foto de GettyImages/Fotobank

Las diferencias políticas y personales de los dos hombres que definieron el curso de la historia contemporánea rusa, se hacen cada vez más notorias en el marco de las celebraciones simultáneas del 80.° aniversario de sus respectivos naciminentos., . Mijaíl Gorbachov nació el 2 de marzo de 1931, fue el primer y último presidente de la Unión Soviética. En Occidente es considerado un héroe, al contrario de lo que le sucede en su propio país.

Daniel Aarao, profesor de Historia de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro apunta que “su libro Perestroika: New Thinking for Our Country and the World (Perestroika: Nuevas Ideas para Nuestro País y el Mundo) se posicionó inmediatamente entre los más vendidos a nivel mundial y lo convirtió en un hombre muy querido en círculos occidentales por mostrar la posibilidad de reformar el sistema soviético y dirigirlo hacia la democratización. Sin embargo,fue incapaz de trasladar estos grandes principios a políticas concretas, y eso es lo que haría Yeltsin: demandaría a Gorbachov que desarrollase dichas políticas”, explica.

Por otra parte, Boris Yeltsin, primer presidente de la Federación Rusa, nació tan sólo un mes antes que su oponente, el 1.° de febrero de 1931, aunque falleció en 2007. En la actualidad, su persona sigue siedo controvertida y contradice la expresión rusa que reza “o pokoinom libo khorosho libo nichego” ("de los muertos no ha de decirse nada que no sea bueno"), como muestra de ello nos sirve el testimonio de catedráticos de historia rusa y política del mundo entero.

Kaj Hober, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Dundee, señala que “muchas personas que apenas saben nada acerca de Rusia lo ven como un ruso fornido lleno de problemas con la bebida. Sin embargo, fue él quien tomó las riendas de la disolución de la Unión Soviética en agosto de 1991, cuando, como es sabido, se subió a un tanque fuera del Parlamento ruso, lo cual fue algo muy positivo”, afirma el sueco, quien también fue asesor legal de Anatoly Chubais, ministro a cargo de la privatización durante ese período.

“El análisis es confuso”, sostiene Neil MacFarlane, profesor de Relaciones Internacionales en el St. Anne’s College de Oxford. “Por un lado, Yeltsin puso fin a la Unión Soviética, lo cual muchos, aunque no todos, desde fuera lo consideran positivo. Por otro lado, su historial en el Gobierno es bastante diverso y éste se ha visto considerablemente debilitado durante sus mandatos”.

Nacido en una localidad llamada Butka, no muy lejos de la ciudad de Ekaterimburgo, el político pronto se hizo famoso gracias a su populismo. “Le preocupaba escuchar a la gente y basó su reputación en ello”, sostiene Aarao. Debido a dicha actitud, Gorbachov lo invitó a administrar la ciudad de Moscú, capital de la entonces Unión Soviética. “Entonces Yeltsin, en el gran experimento que Moscú supuso para él, comenzó a cuestionar; primeramente, la burocracia y, luego, al Partido Comunista mismo, por lo que creó una tendencia crítica hacia Gorbachov dentro del propio sistema“.

“En mi opinión, el antagonismo personal que existía entre Gorbachov y él fue una tragedia para ambos. Si no hubiera existido tal pelea a muerte habría sido mucho más positivo para el futuro soviético. En pocas palabras, Yeltsin quitó a Gorbachov del medio“, asevera Robert Donaldson, profesor miembro del consejo de la Universidad de Tulsa, Estados Unidos.

La popularidad de Yeltsin se incrementaba a medida que satisfacía las expectativas de la gente respecto de los planes diseñados por Gorbachov , pero que éste último no había sido capaz de cumplir. “La gente en la Unión Soviética solía decir: ‘abrimos la nevera y no vemos a la perestroika dentro’; los bienes comenzaron a ser escasos y la crisis se profundizaba más y más, de modo que se generaron oportunidades para una alternativa audaz, ambiciosa y osada, que era lo que Yeltsin representaba en ese momento”, explica Aarao.

Según MacFarlane, comviene señalar que Borís no es del todo responsable de la desastrosa administración de la economía que tuvo lugar posteriormente. Entre otras causas, se encuentran los bajos precios de la energía y los productos básicos. Otra cuestión que va en contra de su labor fue su incapacidad para controlar la rápida adquisición de riqueza por parte de algunos oligarcas que compraban bienes del Estado a muy bajos precios y luego los vendían a precios internacionales. “No pudo resistir la creciente influencia de estas personas sobre el proceso político”, afirma el profesor de Oxford.

Donaldson explica que “estaba claramente comprometido con un proceso político más abierto así como en un programa que contaba con el apoyo del pueblo,al menos en sus comienzos. Lamentablemente, sucumbió ante la influencia de los oligarcas y las fuerzas corruptas por lo que acabó perdiendo el tacto con la gente”.

Para MacFarlane, “el apoyo continuo y a gran escala que Putin y Medvédev reciben es un reflejo de la desilusión popular con Yeltsin y de la pobreza, el desorden y la criminalidad existente en sus tiempos”.

En cuanto a la política exterior, su legado no es menos trágico. Según Cristina Soreanu, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Estadual Paulista de San Pablo, “durante la alineación con Occidente que establece la administración de Yeltsin, desde 1991 hasta 1998 Rusia se convertiría en un país completamente subyugado por Occidente, e incluso perdería su área de influencia”. Asimismo, habría habido “un desmantelamiento de la sociedad rusa y de todo lo que ello representa, con el impacto de privatizaciones y neoliberalismo, seguido de una excesiva corrupción que acompañaba a un discurso de transparencia“.

Sin embargo, una característica de la administración de Yeltsin con la cual todos deben estar de acuerdo fue el desarrollo de la libertad de expresión y de prensa. “Si bien la democracia rusa en los noventa era muy, pero que muy desordenada y caótica, había más posibilidades de que la gente se expresase políticamente y una oposición al Gobierno más genuina“, manifiesta Donaldson.

También cabe destacar la reafirmación de las elecciones de 1996, a pesar de los riesgos que corría de perder frente al candidato comunista Gennady Zyuganov y que afligían a los aliados de Yeltsin. “No sólo su intento por crear un nuevo país a partir del caos del colapso soviético, sino también la posterior garantía de que las elecciones seguirían siendo el modo de elegir a un líder son una gran contribución suya”, continúa Donaldson.

“Yeltsin era un demócrata de corazón”, comparte Hober. “Aunque había sido criado y educado en un sistema completamente autocrático, tenía sus sentimientos en donde corresponde para hacer surgir la democracia en Rusia. Quería introducir la economía de mercado en Rusia y mejorar la situación del país”.

“Creo que Yeltsin, al igual que Gorbachov, serán recordados más afectuosamente a medida que pase el tiempo. Aún nos encontramos demasiado cerca de la década de los noventa, que fueron tiempos turbulentos para Rusia", afirma Donaldson.

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