Los chukchis, el pueblo que sobrevive a -50ºC

Yevgueni Kaipanau
Estos descendientes de los antiguos criadores de renos y de pescadores viven en una región con severas condiciones climáticas: Chukotka.

Para ir desde Moscú a Chukotka hay que recorrer más de 6.000 km en dirección noreste. En esta zona de constante glaciación y vientos árticos situada cerca del mar de Bering, la temperatura llega a bajar hasta los -50º C.

En toda la región de Chukotka apenas viven 50.000 personas y de ellas 15.000 son chukchis. Anádyr, el municipio más habitado de la región cuenta con unos 16.000 habitantes. El pueblo cuenta con coloridas casas y desde lo alto recuerda a una caja con golosinas de colores. Anádyr cuenta con una escuela, hospitales, un puerto y una biblioteca. Es el lugar más desarrollado de Chukotka. En el resto de poblaciones las condiciones de vida son bastante más duras. Para desplazarse se utilizan todoterrenos y trineos tirados por renos.

Los chukchis, antes y ahora

Los antepasados de los chukchis provienen de la tundra y  se llamaban “luoravetlan” (gente de verdad). Su origen es muy antiguo y se remonta al periodo de antes de Cristo. Era un pueblo nómada que se desplazaba por toda la península con miles de cabezas de reno, cazaba ballenas y vivía en cabañas transportables hechas de piel de reno.

La vida tradicional era tan dura que no entendían la muerte como una tragedia. Los chukchis ancianos terminaban con su vida o pedían a sus familiares o amigos que lo hicieran por ellos. El etnógrafo Vladímir Borogaz documentó esta cuestión de la muerte voluntaria: “La causa para que los ancianos acaben con su vida no es que sus allegados los traten mal sino están vinculadas con las duras condiciones”.

Sin embargo esto no impidió que fueran excelentes guerreros y se convirtieran en el único pueblo de Chukotka (donde también existen las minorías de evenos, los yukaguires, kereki y esquimales) que no se doblegó ante el expansionismo ruso del siglo XVII.

Con la llegada del poder soviético y su política de apoyo a las minorías, la vida de los chukchis cambió radicalmente. Se construyeron escuelas, mejoraron las condiciones de vida y la mortalidad disminuyó notablemente. Tras la desaparición de la URSS sufrieron un duro golpe. Se vieron forzados a dejar la cría de renos y la producción de pieles ya que estas actividades no tenían cabida en la nueva realidad capitalista.

Actualmente la mayoría de los chukchis no vive en 'yarangas'- antiguas cabañas transportables-, sino en casas y trabajan en el sector servicios. Aunque la vida en Chukotka sigue siendo dura: los productos son caros y los salarios, bajos (unos 20.000 rublos, alrededor de 270 euros). La población joven está emigrando y las industrias locales como la cría de renos y la caza de animales marinos, están en decadencia. En 2015 apenas llegaban a 1.000 las cabezas de ganado.

“Este negocio era el rasgo distintivo de la región. A partir de los años 90 empezaron los problemas, y desde que en 2005 el millonario Román Abramóvich dejó de ser el gobernador de Chukotka, la cría dejó de ser rentable. Como la carne de reno es más cara que la que se produce en la Rusia continental, el mercado se ha hundido”, afirma el criador Vladímir Puya.

A pesar de lo dura que es la vida de los chukchis, también hay quienes conservan sus tradiciones. Los habitantes de Lórino, situado en el mar de Bering, siguen cazando ballenas. Evgueni Kaipanau, un chukchi de 36 años natural de este pueblo trabaja actualmente en la compañía nacional de danza y baile. “Mi padre fue un respetado ballenero. Desde pequeño sabía cómo cazar morsas y ballenas, pescar y sobrevivir en la tundra”. El artista asegura que en Chukotka hay jóvenes que siguen respetando las tradiciones: “Estudian el idioma de los chukchis, participan en las fiestas nacionales y viven de la caza de ballenas”.

Un destino poco claro

¿Qué les espera a los chukchis? A pesar de la ayuda financiera del gobierno y de las empresas mineras que trabajan en la región, la situación socioeconómica de Chukotka es más complicada que en otras regiones de Rusia. Cada vez más chukchis se ven obligados a emigrar de sus pequeñas aldeas a la ciudad para encontrar trabajo. Debido a las duras condiciones climáticas, el mal estado de la sanidad y el bajo nivel social, la esperanza de vida de los miembros de este pueblo es de 45 años.

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