El presidente ruso Vladímir Putin con su homólogo argentino Mauricio Macri durante la cumbre del G20 en 2016.
Mikhail Metzel / TASS“El cambio de gobierno en Argentina en diciembre de 2015 produjo un cambio en la política exterior del país. Durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner se había generado una relación bilateral con Rusia que tenía en cuenta elementos de tinte más estratégico que económico-comercial. Por el contrario, el actual gobierno argentino busca negociar principalmente un mayor acceso al mercado ruso para productos agropecuarios, así como importar tecnología de Rusia en sectores como los hidrocarburos, la minería o la defensa. También pretende un incremento de las inversiones rusas en Argentina”, opina el experto.
Según Kornblum, la industria tecnológica rusa, aunque no sea de primer nivel en todas las ramas, supera ampliamente las capacidades argentinas. La industria militar es un claro ejemplo: “Argentina está interesada en la adquisición de equipos militares, especialmente embarcaciones de clase polar, barcos multipropósito, aviones de combate y cazas de entrenamiento”.
Pablo Kornblum. Fuente: Archivo personal
El analista piensa que para Rusia es conveniente una asociación estratégica duradera con la Argentina como proveedor de alimentos, sobre todo tras las sanciones occidentales.
Por otro lado, el modelo de provisión ‘all inclusive’, que incluye capital financiero, capital humano y equipamiento (un modelo muy utilizado por China, competidor de Rusia en el aprovisionamiento de los mercados mundiales), permite eliminar competidores y generar compartimentos estanco de poca interrelación interestatal.
El economista señala un caso que refleja este sistema: el proyecto de la construcción de la represa hidroeléctrica Chihuido I en la provincia de Neuquén. En principio iban a participar las compañías rusas Inter RAO y Power Machines - contratistas proveedoras de equipamiento - e iba a estar financiada mayoritariamente por el Banco de Desarrollo y Comercio Exterior de Rusia (Vnesheconombank). Sin embargo, actualmente “el proyecto se encuentra parado ya que el gobierno argentino ha solicitado una rebaja de la tasa de interés: se aceptó una disminución del 6,5% al 5,5%, pero Argentina continuó insistiendo con una rebaja al 4,5%, hecho que fue negado rotundamente por el gobierno ruso”.
En términos comerciales, el intercambio mutuo ha crecido desde que comenzó el siglo XXI; de los 150 millones de dólares en el 2000 hasta los 2.300 millones de dólares en el 2013, aunque se produjo una disminución luego del escenario económico adverso de Rusia y las políticas proteccionistas argentinas.
En 2015 el intercambio bilateral se redujo en cerca de 1.000 millones dólares con respecto a 2014. Se pasó de 2.066 millones a 1.150 millones dólares, lo que generó la consecuente alarma por el retroceso.“La pérdida de poder adquisitivo de Rusia por la caída del precio internacional del petróleo y la devaluación del rublo, generó serios inconvenientes a los productores de frutas, como peras y manzanas, por ejemplo”, subraya el analista.
Según él, el modelo neoliberal del actual gobierno argentino se encuentra más cómodo ideológicamente con Europa Occidental y los EE UU.
“Por el lado ruso, el gobierno de Putin - con un mayor margen de maniobra por su posición como potencia global - mantiene vínculos comerciales tanto con gobiernos más bien proestadounidenses (como México y Perú), como también con los adversarios de Washington en la región, como lo son Venezuela y Bolivia”, asegura Kornblum.
“En cuanto a las inversiones extranjeras, aunque las promesas diplomáticas han mencionado montos cuantiosos (por 100.000 millones de dólares en infraestructura y recursos estratégicos), la realidad muestra que todavía no han sido significativos, sobre todo dada la falta de firmeza en el cumplimiento de los acuerdos”, dice el experto.
“Uno de los pocos avances son los 180 millones de dólares que el banco ruso Gazprombank aportará (se quedará con el 51% de la participación accionaria) para la construcción de un puerto multipropósito que permita disminuir los costos logísticos del comercio entre Argentina y Rusia en la localidad bonaerense de Ramallo. La construcción se llevará a cabo con el grupo argentino PTP y la compañía binacional Zaraimpex, donde se espera un movimiento económico anual de hasta 40 millones de dólares y 500 nuevos puestos de trabajo”.
Por otro lado, Hesc Group busca llegar a un acuerdo con la provincia de Santa Cruz. La empresa rusa, especializada en el diseño de tecnología mareomotriz y en la protección de las costas, pretende instalar un prototipo con el objetivo de cuantificar la viabilidad del proyecto, explica el analista argentino.
Destaca también el interés que Gazprom tiene en el gas convencional argentino. Según su información, junto a su par argentino, YPF, acordaron iniciar la extracción conjunta de gas en la Patagonia. Hay una inversión de 500 millones de dólares en el área de la Estación Fernández Oro (EFO) de la localidad de Allen, en la provincia de Río Negro, para la explotación de gas. La concreción de esta inversión de Gazprom en Argentina es el resultado de una política de Estado iniciada en septiembre de 2015, cuando ambas empresas petroleras firmaron un acuerdo para desarrollar proyectos de exploración, producción y transporte de hidrocarburos en el país sudamericano.Kornblum afirma que la pragmática actitud de Rusia, que se relaciona económicamente con países fuera de su ámbito geográfico inmediato, pueden encontrar en Argentina un buen proveedor de necesarias materias primas a corto plazo, sobre todo en el ámbito alimentario.
“Este escenario probablemente continúe reproduciéndose en los próximos años, dada la posición argentina de acentuar el modelo agro-exportador. A medio y largo plazo la clave son las inversiones en los recursos estratégicos que posee el país sudamericano. Esto permitiría a Rusia no solo aumentar su crecimiento económico, sino también sus capacidades estratégicas en términos geopolíticos (lo que incluye una posible proyección hacia la Antártida)”, dice el especialista.
Kornblum sostiene que “la necesidad de inversiones, tanto a nivel estatal- como corporativo- encuentra en Rusia un potencial socio. Sin preferencias ni privilegios, solo una opción más”. En el futuro próximo la relevancia estratégica de las relaciones dependerá del acercamiento diplomático que se propongan en un complejo momento geopolítico a nivel global.
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