A mediados de septiembre se produjo la segunda visita del presidente de Gazprom, Alexéi Miller, a Bolivia en lo que va de año. Una clara señal del acercamiento estratégico entre ambos países, que se debe tanto a factores geopolíticos y de solidaridad entre pueblos como al pragmatismo económico, basado en beneficio común.
Esta cooperación bilateral, que comprende por el momento la exploración y explotación del gas, la tecnología nuclear y el transporte, puede abarcar más esferas.
Bolivia es uno de los países latinoamericanos que más ha tardado en recuperar sus relaciones con Moscú tras la caída de la URSS. Sobre todo si se compara con el resto del continente: Brasil, México, Argentina, Perú y en especial con países como Cuba, Venezuela, Ecuador o Nicaragua, en los cuales Rusia está presente desde los años 2000 a través de inversiones, vínculos comerciales, transferencia de tecnologías, etc. y en el marco de lo que ha venido a entenderse como un “retorno geopolítico y económico” a la región.
La 'demora' puede explicarse por factores como la inestabilidad política y económica de principios de los años 2000, la falta de soberanía en política exterior y la marcada dependencia del 'imperio norteamericano', que eran características de Bolivia hasta la llegada al poder del presidente Evo Morales.
En los últimos años Bolivia ha ido diversificando sus contactos externos en búsqueda de nuevas alianzas estratégicas. Ha demostrado su soberanía y solvencia económica a través de medidas como recuperación de recursos naturales, el establecimiento de intensos vínculos con China y la recuperación de la confianza y el interés inversionista de la UE. Hasta hace pocos años Rusia estaba prácticamente ausente en este proceso.
Basta indicar que mientras en Venezuela Petrozamora operaba con participación rusa, en el Ecuador se construía el proyecto hidroeléctrico Toachi–Pilatón en cooperación con la INTER RAO rusa, Perú adquiría helicópteros multifuncionales Mi-171Sh, y crecía el comercio con Brasil, Argentina y Uruguay; Bolivia y Rusia no tenían proyectos de envergadura en común y el intercambio comercial, según los datos del Ministerio del Desarrollo Económico de Rusia, apenas alcanzaba 18 millones de dólares hace unos años.
Sin embargo, los últimos sucesos evidencian no solo un cambio positivo en la tendencia, sino un dinamismo considerable que permite prever que Bolivia se consolidará como uno de los socios más importantes de Rusia en la región.
Este acercamiento estratégico no se basará en factores ideológicos sino en el beneficio mutuo y en el pragmatismo, donde las afinidades políticas, hermandad de los pueblos, solidaridad y lucha por un mundo multipolar y gobernabilidad global sean factores complementarios y no determinantes.
Entre los primeros eventos que marcaron el cambio de tendencia se encuentra la visita de los máximos gerentes de dos importantes corporaciones estatales rusas. Alexéi Miller y Serguéi Kirienko de Gazprom y Rosatom, respectivamente, estuvieron en Bolivia en febrero y marzo de este año.
El primero firmó en Tarija el Convenio sobre actualización del 'Esquema General para el desarrollo del sector del gas de Bolivia hasta el 2040'. Mientras que el director general de Rosatom suscribió dos convenios intergubernamentales sobre cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear y la cooperación para la construcción de un Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología Nuclear en El Alto.
En abril el canciller boliviano David Choquehuanca firmó en Moscú con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, un acuerdo para la exención de visados entre los dos países que ayudará a potenciar el turismo. En ese encuentro el canciller ruso expresó el interés de participar en el proyecto de construcción del corredor ferrocarril bioceánico a través de la empresa estatal Ferrocarriles Rusos.
Además, en junio el Ministro de Hidrocarburos y Energía de Bolivia, Luis Alberto Sánchez, firmó un acuerdo de cooperación con Kamaz para promover el uso de gas natural licuado (GNL) y gas natural comprimido (GNC) en buses y camiones de transporte pesado, durante su visita al Foro Económico Internacional de San Petersburgo.
Este destacable arranque en el diálogo bilateral se corona con la noticia sobre la muy probable visita del presidente Putin a Santa Cruz de la Sierra, donde en el 2017 se celebrará la IV Cumbre del Foro de Países Exportadores de Gas. Los dos presidentes últimamente han sostenido encuentros bilaterales bastante seguidos: en Moscú en el 2013, durante la cumbre de los BRICS en Brasil en el 2014, en Teherán en el 2015. Sin embargo será la primera visita en la historia de un mandatario ruso a Bolivia.
Este tipo de encuentros suelen impulsar el acercamiento y, además, el potencial de cooperación ruso-boliviana está lejos de agotarse. Los visionarios proyectos que se están realizando actualmente en Bolivia podrían encontrar contrapartes confiables en las grandes empresas estatales de Rusia, que abarcan esferas tan diversas como la energía, la defensa, la aeronáutica y satélites, la agricultura, la minería y las tecnologías de información.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: