¿Por qué es tan difícil la coordinación antiterrorista internacional?

Trabajadores del servicio de seguridad pasan ante una serie de pantallas.

Trabajadores del servicio de seguridad pasan ante una serie de pantallas.

Getty Images
Los servicios especiales de todo el mundo entrenan a sus agentes para proteger sus fuentes a cualquier precio incluso si esto pone en riesgo la seguridad de sus aliados.

Pese a que el atentado del Manchester Arena fue algo completamente inesperado para los servicios de inteligencia británicos, no hay que descartar que los servicios secretos de otros países tuvieran información que podría haber evitado la tragedia.

Lo mismo puede decirse del atentado en el metro de San Petersburgo. Por cínico que pueda parecer, los agentes de los servicios especiales rara vez comparten información valiosa con aliados extranjeros, aunque estén en juego vidas humanas.

Por qué las “fuentes” son más valiosas que las personas

Los espías de todo el mundo obtienen información sobre los planes de los terroristas a través de “fuentes”, es decir, agentes encubiertos. La información obtenida se envía a bases de datos nacionales en las que la policía recibe datos sobre personas sospechosas. En Europa estas bases de datos se completan con datos del sistema de información de Schengen, una base de datos común, aunque no siempre es tan ágil como debería.

El problema de estos sistemas es la dificultad para encontrar a un terrorista activo en bases de datos tan masivas si una fuente de los servicios de inteligencia o de otros países no lo indica expresamente.

El nombre de Salman Abedi figuraba sin ningún lugar a dudas en la lista de personas sospechosas de extremismo, pero ningún aliado del Reino Unido informó de sus planes a los servicios especiales.

En realidad los servicios especiales rara vez comparten esta información con terceros países por una razón: el intercambio de información verdaderamente valiosa (por ejemplo, el lugar y el momento en el que se prepara un atentado terrorista) pone en riesgo la tapadera de la fuente que ha conseguido esta información.

Para los espías profesionales, transmitir a sus aliados información estratégica sobre la preparación de un atentado implica que la vida de su fuente puede correr un grave peligro. Y una cosa es que esta fuente sea un miembro del Estado Islámico reclutado, pero otra muy distinta es que se trate de un agente de tu país infiltrado en la organización terrorista.

La infiltración de un agente en las filas de los terroristas es una misión extremadamente compleja para los servicios de inteligencia. Pocos profesionales están dispuestos a arriesgar años de trabajo para salvar a varios ciudadanos de otro país. Por cínico que pueda sonar, para la mayoría de los agentes de los servicios especiales 20 vidas humanas es un precio aceptable por conservar un canal de información que en el futuro puede salvar a cientos y miles de ciudadanos de su país.

Evidentemente, los servicios especiales de aliados cercanos (como EE UU y Gran Bretaña) intercambian información. Pero el problema reside en que a menudo la información transferida se edita cuidadosamente para ocultar su origen y proteger a la fuente.

Centro de coordinación antiterrorista

En el caso del atentado en Manchester es perfectamente probable que los estadounidenses informaran a los servicios de inteligencia británicos de la amenaza que suponía Salman Abedi, pero lo más seguro es que estos valiosos datos llegaran en forma de formulario impersonal que pudo perderse fácilmente en la oficina que se encarga de la actualización de las bases antiterroristas. Puede que esta información ni siquiera llegara a las divisiones antiterroristas de Manchester.

Solo un grupo de coordinadores autorizado, creado especialmente para este cometido y capaz de contactar a tiempo con los servicios de inteligencia de todos los países implicados, podría ofrecer información eficaz a nivel internacional.

Un centro de este tipo formado por profesionales bien preparados capaces de proteger las fuentes cifrando la información, analizar los datos para comprobar su veracidad y su importancia y garantizar la colaboración en las operaciones antiterroristas podría ser un modo verdaderamente eficaz en la lucha contra la amenaza terrorista. Lo único es que a los espías no les gusta compartir sus secretos.

Artiom Kuréiev es experto en seguridad y miembro de la Asociación “Centro de Estudios de Desarrollo Económico y Sociocultural de los Países de la CEI, Europa Central y Europa del Este”.

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