Serguéi Lavrov. Fuente: Alexander Shcherbak / TASS
En los últimos años ha crecido la tensión entre Rusia y Occidente, sobre todo por la situación en Siria e Ucrania. En este contexto, la retórica alrededor del Ártico resulta de lo más pacífica.
El encuentro ministerial del Consejo Ártico, que tuvo lugar el pasado 11 de mayo en Alaska, confirmó esta tendencia. “No hay potencial para un conflicto en el Ártico”, subrayó Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores ruso, que participó en el encuentro. Según indició, Rusia hace todo lo posible para preservar esta región como un territorio de paz y cooperación.
De manera similar hablaron sus homólogos occidentales, los ministros de Dinamarca, Islandia, Canadá, Noruega, EE UU, Finlandia y Suecia. Todos ellos miembros del Consejo Ártico. La tesis que se repite en estos foros es que el Ártico es un territorio de paz, aunque no todo creen que esta tesis sea correcta.
Durante la Guerra Fría la región polar se militarizó considerablemente, recuerda Alexéi Fenenko, del Instituto de Problemas de Seguridad Internacional de la Academia Rusa de Ciencias. “Todas las trayectorias de los misiles balísticos intercontinentales- tanto rusos como estadounidenses- pasan por el Ártico”, explica Fenenko a RBTH. Aquí se concentra también lo fundamental de las fuerzas estratégicas nucleares de Rusia. “En este sentido, el Ártico está en la primera línea”.
Algunos cargos oficiales también declaran que en la región hay una secreta carrera armamentística. Paul Zukunft, que dirige a los guardacostas de EE UU, expresó su preocupación por que Rusia podría “dar jaque mate” a EE UU en el Ártico, por cantidad y calidad de armamento, sobro todo, los rompehielos, declaró a Foreign Policy el pasado 3 de mayo.Por su parte, Rusia ha estado molesta con la consolidación de la OTAN en la región. A finales de abril el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, criticaba la creación de campo de tiro en el norte de Noruega, donde la Alianza despliega contingentes de manera rotatoria. Shoigú declaró que “se trata de una demostración del crecimiento militar de los intereses de la OTAN”.
A pesar de estas declaraciones, Rusia y Occidente tratan de apoyar un crecimiento pacífico, estima Andréi Kortunov, director del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales. “En lo que respecta a las palabras acerca de la superioridad rusa en el Ártico, creo que es algo que se ha formado históricamente”.
Según el experto, en Occidente siempre se ha entendido de manera tácita que el Ártico es especialmente importante para Rusia, ya que su flota de guerra, al contrario que la de EE UU, no tiene acceso a los océanos Atlántico y Pacífico. Por eso la OTAN no trata de tener una paridad en la región. “Si se mantiene esa forma de pensar, creo que podremos evitar una carrera armamentística”.
De izquierda a derecha: La ministra de Asuntos Exteriores sueca, Margot Wallström, el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov, el Secretario de Estado de EEUU Rex Tillerson y el ministro de Exteriores de Noruega, Borge Brende. Fuente: Alexander Shcherbak / TASS
El Ártico es una región muy valorada por sus recursos. Aquí se concentran, según los científicos, el 13% de las reservas no encontradas de petróleo y el 30% del gas natural. Además, debido al deshielo del Ártico, la ruta marítima del Norte adquiere especial importancia. Los expertos del Consejo Ártico consideran que para la década de 2030 será completamente transitable y podría convertirse en la mayor arteria de transporte del mundo.
En ese sentido, cobra importancia la cuestión sobre la pertenencia de las aguas del Ártico, que todavía no está resuelta del todo. Esta zona se divide en cinco países: Rusia, EE UU, Noruega, Dinamarca y Canadá, que tienen disputas territoriales entre sí. Por ejemplo, las demandas que han presentado ante la ONU Rusia, Canadá y Dinamarca se solapan entre sí. Cada país ha establecido a su manera el territorio propio de la plataforma continental y considera que las demandas de sus vecinos son infundadas.
Alexéi Fenenko cree que dentro de cinco-diez años, dependiendo de las resoluciones de la comisión de la ONU, podría haber tensiones importantes. Si la ONU entrega el territorio cercano al Polo Norte a uno de los países miembros de la OTAN y allí comienzan a volar aviones de la Alianza, hay opciones de que haya encontronazos. “Puede haber un conflicto local alrededor de la ruta marítima del Norte”, declara el politólogo.
Por otro lado, Andréi Kortunov, apunta a tres factores que podrían contener la situación. En primer lugar, los principales depósitos de minerales se concentran en áreas exploradas, cuya propiedad no plantea duras. Además, las demandas enviadas a la ONU cuentan “con un margen” según el cual, aunque existan las disputas territoriales, los países podrían resolverlas con concesiones mutuas, como el caso de Noruega y Rusia, que en 2010 se dividieron las aguas del mar de Barents.
Kortunov también cree a la ONU le lleva tiempo examinar las demandas. “Lo más probable es que no se tomen decisiones antes de la mitad de la década de 2020. Mucho puede cambiar para entonces y la tensión en los asuntos internacionales podría desaparecer”. El experto cree que no hay que dramatizar la cuestión ártica. El problema existe pero no hay un conflicto que pueda desembocar en una guerra.
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