Rusia renovará los sistemas antiaéreos de las islas Kuriles

Grigoriy Sisoev/RIA Novosti
El Ministerio de Defensa planea finalizar este año la modernización de la división destinada a las islas Kuriles, territorio disputado con Japón. Los militares rusos sustituirán los antiguos sistemas antiaéreos por otros más modernos y es posible que se aumente el número de soldados destinados en las islas.
El archipiélago de las Kuriles es un territorio disputado entre Japón y Rusia. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial las islas pasaron a formar parte de la URSS. Rusia y Japón no han firmado formalmente la paz debido al contencioso. Actualmente ambos países negocian un posible arreglo. 

 

La ministra de Defensa de Japón, Tomomi Inada, expresó recientemente su disconformidad con el posible despliegue de una división rusa en las islas Kuriles. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, respondió que esta división no se crea “contra nadie, sino como un medio de defensa del territorio de Rusia y de sus fronteras, tanto desde el mar como desde el aire”.

La modernización del armamento y la construcción de nuevas bases en las Kuriles es un intento de apropiarse de las islas después de los intentos no siempre exitosos emprendidos tras la Segunda Guerra Mundial.

Quién protege las Kuriles

En la actualidad en las islas se encuentra desplegada la 18ª división de ametralladoras y artillería. Esta división cuenta con 3.500 soldados y antes de finales de este año recibirá modernos sistemas de defensa contra ataques desde el aire y el mar.

“A finales del año pasado desplegamos en la isla de Iturup baterías de misiles Bal y Bastión. Se trata de sistemas antibuque que pueden derribar buques a una distancia de 260 km”, declaraba a RBTH una fuente en el complejo industrial militar.

Según esta, la protección de las unidades desde el aire estará en manos de sistemas antiaéreos Tor-M2 y Buk-M2 y en las islas no se desplegará ningún sistema ofensivo.

“Únicamente se sustituirán los sistemas obsoletos BM-21 Grad con los que cuenta la división actualmente por sistemas Tornado-G. Por lo demás, Rusia podría incluso reducir el número de personal en las islas, ya que para operar los nuevos sistemas no se necesitan 3.500 hombres”, añade la fuente.

Además de la modernización del armamento, los militares rusos planean ocupar algunas islas desocupadas del archipiélago. Así, el ministerio de Defensa ha enviado una expedición a la isla Matua, en la parte central de las Kuriles, con la misión de encontrar un lugar para que atraquen los buques de la Flota del Pacífico.

“En esta isla no se construirá una base para la Flota del Pacífico, ya que no hay sitio para ello. Únicamente se construirán algunos embarcaderos, pero los barcos no estarán allí de forma permanente. Únicamente atracarán para abastecerse y someterse a pequeñas reparaciones”, añade el experto.

Antiguos errores en la conquista de las islas Kuriles

Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética encontró numerosos contratiempos en la conquista de las islas Kuriles. “Tenemos un interesante precedente en nuestra historia. En su momento desplegamos una base antiaérea en la isla de Shumshu que un tsumani se tragó varios años después”, comenta a RBTH el analista militar del periódico Izvestia, Dmitri Safónov.

Según el experto, al comienzo de la conquista de las islas la gente se reía de que las carreteras en las islas estuvieran cubiertas por una malla. “Los militares las retiraron y asfaltaron las calles. Después llegó el otoño y las carreteras se inundaron. De forma inesperada, quedó claro que los japoneses habían sido más listos que nosotros: la malla acumulaba el barro en la época de lluvias y este resultó ser el único modo de desplazarse sin ‘navegar’ por las islas”, comenta el observador.

Según señala Safónov, en solo una temporada, debido a los vientos y las lluvias del Extremo Oriente, los edificios soviéticos se convertían en ruinas y cada año había que gastar dinero en la reparación de la infraestructura.

La colonización siguió teniendo en cuenta estos errores y la experiencia de los ingenieros japoneses. “El archipiélago de las islas Kuriles es un muro que protege el mar de Ojotsk, donde se encuentra la base de nuestros submarinos nucleares. Es un importante punto de soporte en el este del país al que no renunciaremos de ningún modo”, concluye el experto.

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