Fuente: Ria Novosti / Serguéi Krivoshéyev
A finales de mayo el primer ministro japonés Shinzo Abe invitó a Putin a una visita oficial, en la cual se podría restablecer el diálogo acerca del conflicto territorial que enfrenta a ambos países desde hace 70 años.
Japón y Rusia se encuentran técnicamente en estado de guerra, ya que ambos países no han firmado un tratado de paz que establece el final de la Segunda Guerra Mundial. La manzana de la discordia son una serie de islas entre la rusa Sajalín y la japonesa Hokkaido.
Las islas Kuriles, compuestas por Iturup, Kunashir, Shikotan y el archipiélago de Hanomai fueron colonizadas por Japón por primera vez en el siglo XIX. Pasaron a control soviético al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Japón Imperial fue expulsado del sur de Sajalín.
Japón reclama la soberanía de las islas, a las que llama Territorios del Norte. Desde los años 60 Moscú ha tratado de llegar a un acuerdo y ha ofrecido a Tokio las islas de Shikotan y Habomai, pero el país del sol naciente reclama todas las islas.
Cuando la URSS expulsó a Japón de las Kuriles, fueron deportadas 17.000 personas. Muchas de ellas todavía viven en Hokkaido. "Sería un suicidio político para cualquier gobierno de Tokio llegar a un acuerdo respecto a los Territorios del Norte", dice Shigeo Tanaka, analista político en Sapporo. "La asociación de los antiguos Territorios del Norte tiene fuerza para presionar políticamente y cuenta con la simpatía de muchas personas".
Por otro lado, siempre que un país negocia la transferencia de territorio hay una parte de la opinión pública que se muestra contraria. En 2004, cuando Rusia entregó a China las isla de Tarabanov y la mitad de Ussuriski, situada en el río Amur, como parte de un acuerdo final respecto a una disputa fronteriza, hubo protestas en numerosas partes del Lejano Oriente ruso.
Tamara Chikova, profesora en la Universidad Estatal de Sajalín, cree que la transferencia de Shikotan y Hobomai, tal y como han propuesto diferentes gobiernos rusos, podría desencadenar grandes protestas.
"La lógica de los grupos nacionalistas es que Rusia no debería devolver territorios incautados a un país que se alió con la Alemania nazi", dice. Además, se pregunta retóricamente si Rusia estaría dispuesta a devolver Kaliningrado a Alemania". Este enclave situado al norte de Polonia en la costa del mar Báltico es el punto más occidental de Rusia. Fue parte de Alemania hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Tanaka dice que esta propuesta es inaceptable para Japón, ya que el país insiste en la devolución de Kunashir e Iturup. "Japón cree que ya ha llegado a un compromiso al aceptar la soberanía rusa sobre la mitad sur de la isla de Sajalín, que fue suya hasta las guerra de 1940-45", añade.
Puerta de Rusia al océano Pacífico
Kunashir e Iturup cuentan con grandes recursos y se cree que albergan numerosos metales raros. Los exitosos proyectos gasísticos y petrolíferos cerca de Sajalín también animado a las compañías energéticas a inspeccionar las aguas cerca de las Kuriles en busca de depósitos de hidrocarburos. Además, con sus bosques vírgenes, volcanes y cascadas, las islas tienen un gran potencial turístico.
Sin embargo, hasta el momento el gobierno ruso ha dado una respuesta fría a estas ideas y ha mantenido estas áreas apenas pobladas cerradas a los que no son residentes de Sajalín. La razón, según la mayoría de los analistas, es el alto valor estratégico de las islas.
En los últimos años Rusia ha aumentado la actividad militar alrededor de las islas. El pasado 8 de junio, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, ordenó que se acelerase el ritmo de construcción de las dependencias militares en las Kuriles. Rusia tiene previsto gastar 1.200 millones de dólares en el desarrollo de estas islas, y una gran parte irá destinada a las instalaciones de defensa. Ya se ha comenzado la construcción de guarniciones en Iturup y Kunashir.
Shoigú también llamó a que hubiese un rápido desarrollo de la infraestructura militar en el Ártico ruso. Se trata de una parte de un plan mayor que pretende conectar Rusia Central con la costa del Pacífico a través de una nueva ruta marítima. En el articulo El valor estratégico de las islas desde una perspectiva de seguridad nacional, aparecido en elReview of Islands Studies con base en Japón, se dice que el aumento de la actividad militar en las Kuriles se debe en gran medida a la posibilidad de abrir la Ruta Marítima del Norte, que une el mar de Kara con el océano Pacífico.
Esta nueva ruta, que pasa por la costa rusa del Ártico, daría al país tanto ventajas económicas como militares.
"Esta ruta convierte a Rusia en un poder importante en el Pacífico asiático", dice Tanaka. "En estos momentos en los que vemos una especie de nueva guerra fría, Rusia y China tienen la capacidad de poder bloquear Japón, en caso de que los EE UU se implicasen en algún tipo de 'aventura peligrosa' en la región". Tanaka insiste en que se trata de una medida disuasoria contra los EE UU, que todavía mantienen sus bases en la región, incluyendo la de Okinawa.
Las islas de Kunashir e Iturup son parte integral de la estrategia defensiva y económica de la parte rusa en el Pacífico asiático. Bajo estas circunstancias, la firma de un tratado de paz sobre la Segunda Guerra Mundial con Japón solo es posible mediante un compromiso por parte de Tokio.
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