¿Qué precio paga Rusia por el apoyo a Asad?

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Los países occidentales y los del Golfo insisten en la renuncia del presidente sirio, que es uno de los principales aliados de Rusia en la región. Moscú apoya al presidente sirio pero la prioridad son los propios intereses nacionales de Rusia.

Según los periodistas y políticos reunidos con Asad recientemente, el presidente sirio se muestra optimista y dispuesto a luchar hasta el final. Asad se mantiene leal a la comunidad alauita, a la que pertenece, y que podría enfrentarse a un genocidio en caso de que pierda la guerra civil. Confía en que Occidente lo considere el mal menor ante el auge del Estado Islámico y que le podría dejar seguir al frente del país.

Sin embargo, el Financial Times publicó recientemente una información en la que se decía que el exdirector del Departamento Central de Inteligencia del Estado Mayor General, Ígor Sergun (muerto a principios de enero) era un intento por convencer a Asad de que se retirase. El Kremlin lo niega y numerosos analistas rusos han declarado que se trata de una provocación.

Tiene sentido pensar que lo sea, ya que Moscú trata de convencer a la comunidad internacional de que son una pieza clave para poder resolver el conflicto sirio y el futuro de Asad ha sido una de los principales divergencias. El mensaje del Financial Times parece claro: Putin no tiene capacidad para influir sobre Asad, además de que la situación mina la posibilidad de un acuerdo de resolución entre Rusia, Catar y Arabia Saudí.

Cada país persigue sus propios intereses en el escenario sirio. Rusia está tratando de obtener réditos políticos de la crisis. En este sentido, es importante que la resignación parezca lo más voluntaria y natural posible. Tanto Putin como otros políticos rusos han repetido que Asad solo abandonaría el cargo tras unas elecciones y que corresponde al pueblo sirio elegir su futuro.

Estas declaraciones significan que Moscú no se opone a un cambio de poder si se tienen en cuenta los intereses de la élite actual, aunque de alguna manera ha indicado de manera cauta que es probable que el actual presidente sirio no se mantendrá en el poder.

Asad se posiciona a sí mismo como el garante de los intereses de Rusia en Siria y trata de obtener ventajas con ello. Sin embargo, Moscú está centrado en el espacio postsoviético y no tiene intereses a largo plazo en Siria, bien sean militares, políticos o económicos.

La implicación militar rusa en Siria es circunstancial y, supuestamente, está siendo utilizada para negociar con Occidente, sobre todo con los EE UU. Para decirlo de manera sencilla: Moscú puede ayudar a Occidente a salvar la cara en Siria si le ayudan a rebajar las tensiones en Donbass. Por eso Moscú prioriza la resolución del conflicto sirio y trata de desempeñar un papel clave. En este sentido, el futuro de Asad y del régimen no son tan importantes.

Hasta el momento el Kremlin ha tratado de dialogar con Asad y ha barajado la posibilidad de que se retire de manera voluntaria y con dignidad. Tiene la opción de presentarse como la persona que salvó a su país de caer en manos del Estado Islámico. Al mismo tiempo, Putin cuenta con suficientes recursos como para presionar al presidente sirio, en caso de que resulte necesario.

Si las negociaciones entre Moscú y Damasco se quiebran a causa de la postura de Asad, es posible que las Fuerzas Aéreas rusas abandonen Latakia. ¿Por qué gastaría Rusia dinero y recursos en un proyecto que no le concedería ninguna victoria política? De hecho, si lo abandona podría incluso obtener algún rédito político.

En caso de que Asad no tenga una postura constructiva con Rusia y pierda su apoyo, tan solo se quedaría con el apoyo de Irán. Para Teherán la pérdida de Siria significaría un duro golpe en su lucha regional con Arabia Saudí. Al mismo tiempo, el país persa trata ahora de reconducir su economía tras el levantamiento de las sanciones. En cualquier caso, nada parece indicar que vayan a tomarse medidas tan drásticas.

Gracias al apoyo aéreo de Rusia, los generales sirios ven que es posible la victoria, así que no es probable que quieran volver a luchar otra vez contra el Estado Islámico por su cuenta. Incluso si se reduce la intensidad de los ataques aéreos podrían tener problemas y afectar a la moral de las tropas.

Por el momento, estos escenarios son poco probables. Las noticias que llegan de Siria parecen indicar que Rusia seguirá allí por un tiempo. Se ha habla incluso de que haya una nueva base aérea en la frontera con Turquía.

Asad, que debería considerar bien los motivos del resto de los actores, se mueve para tratar de conseguir lo máximo posible con su mayor baza, que es su propia dimisión. Ahora estamos siendo testigos del regateo. La cuestión no es si Asad va a retirarse sino cuándo y cómo va a ocurrir eso.

 La opinión del autor no coincide necesariamente con la de RBTH

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