¿Por qué algunos en la URSS vivieron una vez en... ‘barriles’? (Fotos)

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
Las innovadoras cisternas metálicas para viviendas temporales fueron uno de los pocos proyectos utópicos de la Unión Soviética que se hicieron realidad.

En 1974, las autoridades soviéticas decidieron reactivar un ambicioso proyecto de construcción de la época de Stalin, la línea principal Baikal-Amur. Miles de jóvenes soviéticos se movilizaron para cultivar nuevas tierras y tender raíles en el brutal e indómito Extremo Norte.

Se construyeron para ellos casas provisionales de madera, aisladas de forma especial contra las fuertes heladas. Sin embargo, había un grave problema: de la noche a la mañana, la caja rectangular de las viviendas podía quedar cubierta de nieve hasta el techo. Y, por eso, a veces, ¡a la gente le costaba horrores salir de sus casas!

¿Por qué cisternas?

Para resolver este problema en el Lejano Norte, los constructores soviéticos idearon una vivienda innovadora, el “Bloque Unificado Totalmente Metálico” (“TSUB”). Los futuristas “Tsubik”, como los apodaban cariñosamente los habitantes de la Línea Principal Baikal-Amur, se convirtieron en una auténtica salvación. Además, eran fáciles de transportar de un lugar a otro y de instalar. La construcción metálica era muy ligera, pero, al mismo tiempo, fuerte y duradera.

La forma cilíndrica resolvía el principal problema, los “TSUB” ya no se cubrían de nieve y ésta ya no se acumulaba en el tejado. Además, esas “cisternas” conservaban el calor mucho mejor que las casas de madera ordinarias.

Había cientos de viviendas de este tipo a lo largo de la construcción de la línea principal Baikal-Amur. A veces, aparecían calles enteras de “Tsubik”. Podían conectarse entre sí y el calor podía suministrarse de forma centralizada desde una sola sala de calderas.

Poco a poco, esta experiencia se extendió a otras zonas remotas con climas duros, como Chukotka y Krasnoyarski Krái. La gente siguió viviendo en ellas incluso después de que se hubieran construido viviendas permanentes.

En las décadas de 1970 y 1980, las revistas soviéticas escribían con entusiasmo sobre los “tsubiks” y bromeaban diciendo que eran “Diógenes del siglo XX” viviendo en tarros.

Pero estos “barriles” no eran sencillos. De nueve metros de longitud y tres de diámetro, estaban equipados con absolutamente todo lo necesario para la vida. Además de las zonas para dormir, había un comedor, una cocina con hornillo eléctrico, un retrete seco, un sistema de calentamiento de agua y un lugar de entrada separado del resto del espacio, para que el frío del exterior no penetrara en el habitáculo.

¿Por qué no se convirtieron en un fenómeno de masas?

A pesar de todas las ventajas, este tipo de vivienda seguía siendo provisional. Las autoridades soviéticas querían crear un hábitat permanente para la población a lo largo de la línea principal Baikal-Amur y otros lugares donde se habían colocado estos “barriles”. Por eso, con el tiempo, los “tsubik” dejaron de ser necesarios, ya que se construían edificios de apartamentos habitables y toda una infraestructura para la vida.

Se suponía que los “Tsubik” aparecerían en otros lugares de difícil acceso, donde era difícil construir nada, incluso en el monte Elbrus. Pero, en la década de 1990, se interrumpió la producción. Las estructuras metálicas se deterioraron con el tiempo y acabaron en un cementerio de chatarra. Aunque, a día de hoy, todavía se puede encontrar una cisterna oxidada en algunas parcelas de dacha, ¡donde a veces la gente incluso duerme todavía!

Hoy en día también se puede ver un auténtico “barril” en el Museo de Historia de la Línea Principal Baikal-Amur de Tynda, donde hay una exposición dedicada a la vida cotidiana de los constructores de la línea principal.

El “barril” recreado a tamaño natural también puede verse en la exposición Estaciones y ciudades. Patrimonio arquitectónico de BAM' en el Museo Histórico Estatal.

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