A finales de 1920, más de 2.000 personas se habían registrado en el Kremlin de Moscú. Los nuevos inquilinos se instalaron en todos los edificios: se les podía encontrar en el Gran Kremlin, en los palacios Poteshni y Teremni, en el Senado, en las alas de la puerta Spasski, en la torre Tainítskaya y en el campanario de Iván el Grande. Lenin, su esposa Nadezhda Krúpskaya y su hermana menor, así como sus colaboradores, entre ellos Iósif Stalin, Lev Trotski y Mijaíl Kalinin, se alojaron en el edificio Cavalier. Al lado, en el Gran Palacio del Kremlin, se instalaron los revolucionarios y estadistas Yákov Sverdlov y Anatoli Lunacharski, así como el poeta y propagandista bolchevique Demián Bedni.
De vez en cuando se redistribuían los apartamentos entre los inquilinos, que se trasladaban a otro lugar. Por ejemplo, Stalin y su esposa Nadezhda Alliluyeva se trasladaron de la Casa del Caballero a la habitación de la dama de honor del Gran Palacio del Kremlin y luego al Palacio Poteshni, a las habitaciones donde antes había vivido la famosa revolucionaria Inessa Armand. Más tarde, Stalin se instaló en una habitación del edificio del Senado, que le fue asignada hasta su muerte.
Algunos días, el Kremlin de Moscú parecía un transporte público en hora punta: los residentes locales y los peticionarios y funcionarios que habían venido a hacer sus gestiones estaban por todas partes.
A finales de la década de 1920, el número de residentes del Kremlin comenzó a disminuir: empezaron a mudarse a apartamentos separados por toda la ciudad. A mediados de la década de 1950, el Kremlin dejó de ser un territorio cerrado: terminaba la época de los apartamentos del Kremlin y comenzaba la de los museos del Kremlin. El mariscal Kliment Voroshílov fue el último en marcharse: dejó su apartamento en 1962.
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