La Segunda Guerra Mundial fue una dura prueba no sólo para los habitantes de Leningrado, sino también para los animales, incluidos los del zoo local. Aquejados de frío e inanición, sufrían estrés por el ruido de los disparos y las explosiones, y perecieron bajo las bombas.
Algunos de los residentes del zoo fueron evacuados antes de septiembre de 1941, cuando el enemigo rodeó la ciudad. Los demás animales, sin embargo, permanecieron en el lugar durante el bloqueo. Fue el caso, en particular, de Krasávitsa, una de las hembras de hipopótamo más grandes de los zoológicos.
Esta gigante de 2 toneladas tenía que consumir hasta 40 kg de comida y unos 300 litros de agua al día, y no habría sobrevivido al bloqueo sin los esfuerzos del personal del zoo, en particular de Evdokía Dáchina.
No había suficiente comida ni siquiera para los humanos, así que el personal tuvo que ingeniárselas. Se preparaban gachas con serrín, que se hervía durante mucho tiempo, añadiendo tortas de semillas, salvado y un poco de pan y verduras.
Todos los días, Dáchina traía 400 litros de agua del Neva para dar de beber al animal y lavarlo. Sin estos baños diarios, la piel del hipopótamo se agrietaba y sangraba. Luego aplicaba aceite de alcanfor y grasa de foca sobre la piel del animal.
Y no olvidemos la ayuda psicológica: durante las incursiones y los bombardeos, Krasávitsa corría a su piscina, vacía de agua desde hacía tiempo, y se refugiaba suspirando. Dáchina estaba a su lado, haciendo todo lo posible por calmar al animal.
Gracias a los esfuerzos del personal, muchos animales pudieron sobrevivir al bloqueo. Krasávitsa murió en 1951, seis años después del final de la guerra, a la edad de 45 años.
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