Las canciones carcelarias, tan populares en Rusia a principios del siglo XX, tenían poco en común con la canción blatnaia, el fenómeno único de la música criminal, que apareció en los primeros años de la URSS.
La cuna de la canción blatnaia fue Odesa, que a finales del siglo XIX era la cuarta ciudad más poblada del Imperio ruso y el segundo puerto en volumen de carga. Y Odesa era también la principal ciudad judía del imperio, cosa que ocurrió gracias a la llamada Zona de Asentamiento. Formalmente, fue solicitada por los comerciantes rusos de las provincias centrales, que exigían librarse de la competencia de los comerciantes judíos alegando que profesaban una fe diferente.
El Reglamento sobre la organización de los judíos de 1804 definía las provincias en las que los judíos podían establecerse y comerciar. Se trataba de la región occidental y suroccidental del Imperio ruso, incluida la gobernación de Jersón, cuya capital era Odesa. Muchos judíos que se dedicaban al comercio, la artesanía y las transacciones financieras acudieron a esta gran ciudad portuaria.
Sin embargo, incluso dentro de las fronteras de la Zona de Asentamiento, los judíos estaban en desventaja en comparación con la población ortodoxa: no se les permitía abandonar libremente sus lugares de residencia y su elección de ocupaciones y oficios era limitada. Esto empujó a muchos judíos a la vida delictiva. Ladrones, estafadores, carteristas y rateros de todo tipo constituían una parte importante de la población judía de las provincias de la Zona de Asentamiento. Fue en el entorno criminal donde apareció la palabra blat en yiddish, esta palabra significaba miembro de una banda de ladrones, un “compañero”.
¿Cómo surgió la canción ‘blatnaia’?
La música siempre ha desempeñado un papel importante en la vida de cualquier localidad judía. Bodas, funerales, festivales religiosos y simples juergas de taberna se acompañaban con piezas tradicionales llamadas klezmer (una tradición musical instrumental de los judíos asquenazíes de Europa Central y Oriental). A principios del siglo XX, se abrieron en Odesa muchas salas de cine mudo, en las que el acompañamiento musical corría a cargo de tapeurs, pianistas que también interpretaban conocidas melodías klezmer y arreglos de las mismas.
En 1917, los bolcheviques destruyeron el orden zarista y prohibieron la Zona de Asentamiento, y la población judía de las regiones incluidas en la Zona obtuvo los mismos derechos que todos los ciudadanos de la Rusia soviética. En la década de 1920, músicos judíos profesionales se unieron a la escena del cabaret en ambas capitales y los temas klezmer se hicieron muy populares. La mayoría de los rusos los conocen incluso ahora: canciones como Murka y Siete Cuarenta están escritas con ritmos klezmer tradicionales.
Así nació la canción blatnaia, cuando se empezaron a escribir poemas rusos el sonido s clásico klezmer. Ya se entiende por qué se llamaba blatnaia. El término blatnói en la sociedad soviética significaba “originario de los círculos criminales” y la recién nacida música nació naturalmente en esos círculos.
Sin embargo, la clave de la popularidad de la nueva música fue el hecho de que, a diferencia de los cantos de los “convictos” rusos, la música klezmer enfatizaba el ritmo alegre, el síncope: era música que se podía bailar fácilmente. La música gitana, tan popular en Rusia a principios del siglo XX, también influyó mucho en la formación de la canción blatnaia. Fueron los romances gitanos los que dieron a la canción blatnaia su instrumento principal: la guitarra.
El Estado contra la música criminal
Mirar el repertorio pop de 1925-1928 es sumergirse en el negro fango de todo tipo de foxtrots, canciones gitanas, canciones blatnaia, innumerables repeticiones de canciones “eróticas prerrevolucionarias” - escribía en 1931 un corresponsal de la revista soviética El Teatro Obrero. A partir de mediados de la década de 1920, el Estado lanzó un ataque contra los géneros musicales de cabaret y de salón y, entre ellos, la canción blatnaia. Pero, ¿por qué eran tan populares?
En las décadas de 1920 y 1930, los compositores oficiales soviéticos crearon muchas canciones alegres y patrióticas, pero no ofrecieron al oyente ninguna melodía humorística, cotidiana o directamente triste. Este nicho lo ocupó la música blatnaia, donde no sólo había canciones de ladrones, sino también cómicas como Pollo frito, La escuela de baile de Salomón Pliar y canciones de trabajo como Ladrillitos y Gafas facetadas. Maxim Kravchinski, historiador de la canción blatnaia, cita a Oleg Chistiakov, músico e intérprete de canciones blatnaia: "Las canciones hablaban de los problemas de hoy. Lo contaban en su propio idioma, sin oficialismos... Personas de distintos peldaños de la escala social las escuchaban y cantaban con lágrimas en los ojos".
A partir de la segunda mitad de la década de 1920, el Comité Principal de Repertorio de la URSS (1923-1953) prohibió la interpretación de canciones blatnaia en los escenarios por ser obras que “satisfacían los gustos de la burguesía”. Pero, al mismo tiempo, Leonid Utiósov, un famoso cantante, cantaba las famosas Fuga de la cárcel de Odesa y El matón con ganzúa, canciones cien por cien criminales. Utiósov (de nombre real Lazar Vaisbein) nació en 1895 en Odesa y, en la década de 1920, se hizo famoso como actor e intérprete.
En 1929, Utiósov creó su propia orquesta de jazz y, en 1934, junto con la famosa actriz Liubov Orlova, protagonizó la popularísima película Los alegres muchachos y se hizo famoso en toda la URSS. Ya en 1932, Utiosov grabó Fuga de la cárcel de Odesa y El matón con ganzúa en discos de gramófono y, en 1934, supuestamente interpretó El matón con ganzúa en el Kremlin de Moscú, a petición personal de Stalin. La blatnaia y las canciones gitanas fueron populares incluso entre la élite soviética. La famosa cantante gitana Izabella Yúrieva (1899-2000) recordaba que fue convocada a fiestas cerradas del partido en el Kremlin, donde se le pidió que cantara temas “gitanos” prohibidos oficialmente de su repertorio.
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