En Peterhof, su residencia campestre favorita, el emperador Pedro ordenó construir un pequeño pabellón de dos plantas “Hermitage” (“soledad” en francés). Este tipo de pabellones eran populares en Europa, de donde el zar sacó la idea: en la planta baja, en la Sala Buffet, los sirvientes servían la comida cocinada, que luego se elevaba al primer piso, el Salón, mediante un ascensor tirado a mano (con cuerdas). El centro de la mesa y cada plato por separado podían bajarse a la fregadera para cambiar la vajilla y luego volver a subirse.
¿Para qué servía un mecanismo tan elaborado? Para que el zar y sus invitados pudieran hablar sin mirar a los criados, sin temor a ser escuchados.
No sólo a Pedro le gustaba el pabellón: otros zares cenaban y se entretenían aquí a menudo.
Por cierto, en el pabellón del Hermitage también había un “ascensor” de pasajeros: era una silla que subía al primer piso también tirando de una cuerda manual. Pero en 1797, durante el reinado de Pablo I, se rompió una de las cuerdas de la silla, tras lo cual se construyó una escalera ordinaria en lugar de este dispositivo.
El mecanismo de elevación original fue incendiado durante la Gran Guerra Patria - los alemanes equiparon entonces un punto de tiro en el primer piso del pabellón, donde los zares celebraban sus banquetes.
En 2023, el mecanismo de elevación fue restaurado según los planos, y hoy vuelve a funcionar.
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