¿Cuál fue la guerra ruso-británica más amarga?

Historia
BORIS EGOROV
Durante siglos, los imperios ruso y británico fueron rivales y enemigos implacables. Sorprendentemente, rara vez se enfrentaron en el campo de batalla, prefiriendo protagonizar guerras por poderes.

1. Guerra de los Siete Años (1756-1763)

Enfrentadas en una de las guerras más sangrientas del siglo XVIII, Rusia y Gran Bretaña, sin embargo, nunca llegaron a encontrarse en el campo de batalla. Mientras los británicos luchaban contra su tradicional rival, Francia, en tierra y mar, su aliado, el rey prusiano Federico el Grande, lidiaba con rusos y austriacos.

Cuando la exhausta Prusia estaba al borde del colapso en 1761, se produjo el llamado “Milagro de la Casa de Brandeburgo”. A la difunta emperatriz Isabel de Rusia le sucedió Pedro III, alemán de nacimiento y gran admirador de Federico. Inmediatamente hizo la paz con los prusianos y les devolvió la Prusia Oriental conquistada, reduciendo a cero todos los éxitos de Rusia.

A pesar de que Pedro III fue pronto derrocado, la guerra para Rusia había terminado. Perdiendo más de 130.000 soldados, no obtuvo nada a cambio, salvo un gran prestigio militar. El Reino Unido, por su parte, tras derrotar a Francia y apoderarse de sus vastos territorios en Norteamérica, se convirtió en la mayor superpotencia colonial.

2. Campaña rusa en la India (1801)

La lucha conjunta ruso-británica a largo plazo contra Napoleón y la Francia revolucionaria se interrumpió en 1800 a causa de la pequeña Malta. Tras liberar la isla de los franceses, los británicos se la quedaron para sí en lugar de devolvérsela a los Caballeros de Malta.

El emperador ruso Pablo I, que era Gran Maestre de la orden, se lo tomó como un insulto personal. Cambiando drásticamente el curso de su política exterior, se hizo amigo de su antiguo enemigo, Napoleón, y junto con el gobernante francés planeó una campaña conjunta en la India, la principal fuente de riqueza del Imperio Británico.

Se enviaron 22.000 cosacos a la India, a los que seguiría un ejército conjunto ruso-francés de 70.000 hombres, comandado por André Masséna. Sin embargo, el 23 de marzo de 1801, Pablo I fue asesinado como resultado de una intriga en la corte en la que Gran Bretaña desempeñó un papel activo. El nuevo gobernante, Alejandro I, llamó a filas a los cosacos y restableció inmediatamente los lazos de alianza con los británicos.

3. Guerra anglo-rusa (1807-1812)

Cuando el 14 de junio de 1807 Napoleón derrotó al ejército ruso en la batalla de Friedland, el emperador Alejandro I se vio obligado a firmar un tratado de paz con los franceses y a sumarse al bloqueo continental, destinado a paralizar el comercio británico.

Durante varios años, los antiguos aliados libraron una guerra naval en los mares Báltico y Blanco. Los británicos atacaron y capturaron buques mercantes y de guerra enemigos, saquearon la costa rusa e intentaron bloquear sus puertos. El enfrentamiento nunca desembocó en batallas navales a gran escala, limitándose a duelos aislados.

Las hostilidades alcanzaron su punto álgido durante la guerra entre Rusia y Suecia, apoyada por Gran Bretaña, que perdió Finlandia como consecuencia. Desde 1811, rusos y británicos negociaban en secreto el levantamiento del bloqueo, tan perjudicial para ambos. Con la invasión de Rusia por Napoleón en 1812, esta guerra innecesaria llegó por fin a su fin. 

4. Guerra de Crimea (1853-1856)

A mediados del siglo XIX, el Imperio Ruso tenía en mente aprovecharse del débil Imperio Otomano y hacerse con una posición en los Balcanes. Sin embargo, a tales intenciones se opuso una coalición formada por Gran Bretaña, Francia y el Reino de Cerdeña. 

A pesar de su nombre, la guerra no sólo se libró en Crimea, sino también en los Balcanes, el mar Báltico, el norte de Rusia e incluso el Lejano Oriente ruso. Las tropas rusas, técnicamente atrasadas, poco pudieron hacer contra las fuerzas conjuntas de las Grandes Potencias, y tras tres años de conflicto sufrieron una amarga derrota.

La guerra socavó gravemente la posición internacional de Rusia, por no mencionar la pérdida del derecho a estacionar una flota en el Mar Negro. Por otro lado, la derrota abrió los ojos a los dirigentes rusos, que lanzaron una amplia gama de reformas militares y económicas en el país.

5. El Gran Juego

En el siglo XIX, toda la vasta región de Asia central y meridional se convirtió en un escenario de confrontación entre los imperios ruso y británico. Absorbiendo a naciones y estados locales pequeños y débiles, se enfrentaron política y diplomáticamente, librando guerras de espionaje y por poderes.

Para que esta peculiar “guerra fría” no se convirtiera en hostilidades abiertas, rusos y británicos evitaron el establecimiento de fronteras conjuntas, dejando siempre entre ellos una línea de Estados tapón.

Cuando a principios del siglo XX se hizo evidente el peligro que emanaba del Imperio Alemán, los dos viejos rivales superaron sus malentendidos y se lanzaron a cooperar dentro de la Triple Entente. El foco de atención se desplazó de Asia a Europa, donde la Primera Guerra Mundial ya había aparecido a las puertas.

6. Intervención aliada en Rusia

En 1917, ahogada en el caos de la Guerra Civil, Rusia se convirtió en una golosina para los países extranjeros. Proclamando oficialmente el apoyo al movimiento blanco en la Guerra Civil y la lucha contra el bolchevismo, los intervencionistas estaban más concentrados en su expansión política y militar en Rusia, buscando debilitar aún más a su rival geopolítico y excluirlo de la escena mundial durante años, si no durante décadas.

La participación de Gran Bretaña fue la mayor en la intervención aliada. Junto con sus dominios (Canadá y Australia), Gran Bretaña envió 40.000 soldados, que capturaron los principales puertos y ciudades del norte, sur y este de Rusia.

Los intervencionistas prefirieron evitar enfrentamientos abiertos con los bolcheviques, favoreciendo el papel de espectadores. Cuando los blancos fueron aplastados por el Ejército Rojo y el descontento con la intervención creció demasiado en sus propios países, las Grandes Potencias evacuaron a sus fuerzas expedicionarias. En el verano de 1920, ya no quedaba ningún soldado británico en Rusia.

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