Lugares importantes en el mapa del Leningrado asediado

Borís Kudoyarov; Alex "Florstein" Fedorov (CC BY-SA 4.0)
San Petersburgo y sus alrededores cuentan con más de cien monumentos y unos cuarenta museos dedicados a la defensa de Leningrado durante el asedio. En ellos se glorifican no sólo las hazañas de los soldados, sino también las de los ciudadanos normales que resistían a la dureza de la vida en la ciudad sitiada. Casi todas las calles pueden contar su propia historia de los años del asedio. Pero ciertas direcciones tienen un significado especial.

“El 8 de septiembre de 1941, nos reunimos en el patio y vimos un resplandor rojo y carmesí en las alturas. Fue una visión asombrosa, todavía recuerdo ese cielo. Nos pareció que ocupaba todo el firmamento desde la estación de ferrocarril Moskovski hasta el Almirantazgo. Más tarde nos enteramos de que era el resplandor de un incendio: los alemanes habían bombardeado los almacenes Badaev, donde se almacenaban los alimentos para los habitantes de la ciudad”, recuerda Zinaida Fediúshina, residente en Leningrado, que vivió todo el asedio cuando era colegiala.

Desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944, 872 días, Leningrado estuvo rodeada por el enemigo. La ciudad, que los invasores alemanes nazis planeaban borrar de la faz de la Tierra, quedó aislada del resto del país. El único enlace era la “Carretera de la Vida” sobre el lago Ládoga. Por esa ruta se repartían alimentos y bienes de primera necesidad, mientras la población de la ciudad era evacuada poco a poco. En 1942, el “Cable de la Vida” se tendió en el fondo del lago para suministrar electricidad a la ciudad sitiada.

Desde el verano de 1941 hasta finales de 1943, más de 1,7 millones de personas fueron evacuadas de Leningrado. Los que se quedaron, en duras condiciones, garantizaron el funcionamiento ininterrumpido de fábricas y servicios municipales, escuelas y hospitales, teatros y bancos; también protegieron la ciudad de incendios y epidemias.

Estas direcciones que salpican el mapa del San Petersburgo moderno mantienen su importancia sagrada: se convirtieron en los símbolos de la vida y la muerte en la ciudad sitiada.

1. Placa conmemorativa ‘¡Ciudadanos! Durante los bombardeos de artillería, este lado de la calle es el más peligroso’

Nevski Prospekt, 14

Al principio del asedio, se colocaron carteles que decían: “¡Ciudadanos! Durante los bombardeos de artillería, este lado de la calle es el más peligroso”. Las tropas alemanas bombardeaban la ciudad desde el sur y el suroeste, por lo que las advertencias se colocaron en los lados norte y noreste de las calles. Cruzar al otro lado de la calle podía salvarte la vida.

Tras la Segunda Guerra Mundial, estas señales no sobrevivieron. Sin embargo, algunas se restauraron en los años 1960-1970. La más famosa se encuentra en Nevski Prospekt, 14, en el edificio de la escuela №210, que no dejó de funcionar durante el asedio. En 1973 se abrió en él el Museo de los Jóvenes Participantes de la Defensa de Leningrado.

2. Subestación de asedio (Subestación de tracción №11)

Terraplén del río Fontanka, 3

Se trata de una de las tres subestaciones de Leningrado que garantizaban el funcionamiento de los tranvías, único medio de transporte en la ciudad sitiada. En los tranvías se transportaban regimientos militares, proyectiles, maquinaria, equipos y heridos.

Durante el asedio, los tranvías sólo dejaron de funcionar en el invierno de 1941-1942. En noviembre de 1941 comenzaron los cortes de electricidad en Leningrado. El 25 de enero de 1942, la ciudad tenía una generación de energía mínima: sólo una turbina con una carga de 3MW funcionaba en la ciudad. En marzo de 1942 se puso en funcionamiento la central eléctrica “Octubre Rojo”, cuya caldera se reutilizó para quemar turba. El 21 de marzo de 1942, los trenes de carga volvieron a aparecer en las calles; y, a partir del 15 de abril, se les unieron los de pasajeros.

“El primer vagón de tranvía recorrió la despejada Nevski Prospekt. La gente se olvidó de su trabajo y observó, como los niños observan un juguete, cómo el vagón rodaba por los raíles; de repente, sonó un aplauso de 10.000 personas. Los habitantes de Leningrado recibieron con una ovación al primer vagón recuperado”, recordaba el escritor Nikolái Tíjonov en sus Cuentos de Leningrado.

La subestación de tracción №11, situada en el centro de la ciudad -junto con el tranvía- se convirtió en uno de los símbolos del Leningrado asediado. Consiguió funcionar hasta 2014.

La subestación de tracción №11

3. Casa de la Radio y el altavoz del asedio

Málaya Sadóvaya, 2/27

La radio mantenía el enlace entre Leningrado y el resto del país, sustituyendo al correo. Transmitía los mensajes de la Oficina de Información Soviética y los avisos de ataques aéreos. Los locutores leían no sólo las noticias y las instrucciones, sino también las obras de los clásicos rusos y también retransmitían sinfonías. Durante las pausas sonaba un metrónomo. Tras el anuncio de un ataque aéreo, latía más rápido, alertando a los ciudadanos del peligro.

La emisión se hacía a través de altavoces callejeros. Los hogares no disponían de receptores de radio: por decisión del gobierno, se ordenó entregarlos al Estado para su almacenamiento. En cualquier caso, los apartamentos a menudo carecían de electricidad. Las emisiones al aire eran imposibles, debido a la posible interceptación de las ondas por el enemigo.

Cuando la radio enmudecía durante los cortes de electricidad, los habitantes de Leningrado,”que esperaban la voz de la radio como si fuera pan, con sus últimas fuerzas acudían de toda la ciudad al comité de radio para saber qué había pasado. <...> La gente preguntaba: pase lo que pase, haya combates o no los haya, no tengamos agua ni pan, tengamos condiciones inhumanas, ¡sólo necesitamos que funcione la radio! Sin ella, la vida se detiene. Hay que evitarlo a toda costa". Yuri Alyansky recordado en el libro Teatro en el Área de Bombardeo.

El monumento al altavoz de asedio se encuentra en la esquina de la casa en Nevski Prospekt, 54, a 200 metros de la ‘Casa de la Radio’

4. Agujero de hielo del asedio

El malecón del río Fontanka, 21

Durante el asedio, especialmente durante el primer invierno de 1941-1942, no sólo hubo cortes de electricidad, sino también escasez de suministro de agua.

“Durante los primeros días de la guerra, una bomba alcanzó las tuberías de suministro de agua cerca de una bania (casa de baños). Había un cráter gigante, con un delgado hilo de agua vertiéndose en su fondo desde una tubería. Se cortó el agua de las casas y se formó una colosal cola de espera cerca del cráter para conseguir el líquido vital. Era increíblemente duro llegar hasta al fondo, sobre todo cuando llegó el frío. Nadie intentó arreglar las tuberías de agua. Había bombardeos todos los días, muy duros. Y las colas de gente esperando eran tiroteadas por los aviones”, recuerda Emma Kazakova, ciudadana de Leningrado.

Así que, para conseguir agua, la gente iba a los malecones, donde sacaban agua sucia del río de agujeros helados.

“Una gigantesca cola de espera sobre el hielo del río; ollas, cubos y cisternas transportados en trineos. El agujero de hielo, del que la gente sacaba agua, estaba custodiado por dos soldados que mantenían el orden. De repente, una mujer, que estaba recogiendo agua, cayó de bruces en el agujero. Los soldados la sacaron por las piernas y la arrastraron a un lado. Estaba muerta. Llega mi turno. Lleno un depósito y llevo la preciada agua a casa, donde mi madre me esperaba ansiosa e impaciente”, escribió Zinovi Janin en su diario.

5. Plaza de San Isaac

En la primavera de 1942, tras un duro invierno, los habitantes de Leningrado empezaron a organizar huertos colectivos en solares baldíos y jardines, en estadios, en patios y parques. Una de las plazas más bonitas de la ciudad (la plaza de San Isaac) también se convirtió en un semillero: la gente cultivaba coles.

Los sótanos de la catedral de San Isaac, cuyas cúpulas fueron cubiertas con pintura al óleo gris en julio de 1941, albergaban tesoros de museos evacuados de los suburbios: de los palacios-museo de Pushkin, Pavlovsk, Petergof, Gátchina y Oranienbaum. Todas estas ciudades, salvo la última, fueron ocupadas por los nazis.

En esta plaza también se encuentra el Instituto de Industria Vegetal. Durante el asedio, sus empleados consiguieron proteger todo el fondo de semillas. Los empleados, muertos de hambre, no abandonaron su puesto: protegieron decenas de toneladas de grano y toneladas de patatas del frío, la humedad, las ratas, los bombardeos alemanes y los ladrones. Gracias a las colecciones conservadas, el país logró restablecer rápidamente su agricultura después de la guerra.

6. Estación de metro Parque de la Victoria

Moskovski Prospekt, 188

Esta estación de la línea azul del metro de Leningrado (actual San Petersburgo) se inauguró en 1961. La entrada a la misma se encuentra cerca del Parque de la Victoria Moskovski, del que la estación tomó su nombre. Hasta 1960, en este lugar se encontraba la Fábrica de Ladrillos y Piedra Pómez №1 en lugar del pabellón. Antes de eso, en 1942-1943, fue un crematorio reconvertido.

Según testigos, tenía una capacidad de trabajo de unos 800 cuerpos por turno. La cremación se realizaba en tres turnos. Las cenizas se vertían en las canteras de la fábrica, donde, más tarde, se creó un parque. Según datos de archivo, allí descansan los restos de 130.000 ciudadanos de Leningrado. Durante mucho tiempo, los documentos sobre la “tarea especial” de la fábrica fueron alto secreto.

En 1999, se extrajo del fondo del estanque del parque un carro fúnebre de mina reutilizable, uno de los que se enviaban a los hornos crematorios. En 2001 se convirtió en monumento.

7. Cementerio conmemorativo de Piskarióvskoie

Prospekt Nepokorionij, 72

El crematorio funcionaba en el sur de Leningrado, mientras que, en el norte de la ciudad, los muertos eran alojados en el cementerio de Piskarióvskoie. En el transcurso del asedio, 420.000 ciudadanos y 70.000 soldados fueron enterrados en 186 fosas comunes y 6.000 fosas individuales.

“Toda la zanja a lo largo del cementerio estaba llena de cadáveres. No se podía rodear este espeluznante lugar: no había ningún sendero ni otra carretera alrededor. Llegaban coches y, como troncos, arrastraban cadáveres congelados. Intenté no mirar a los difuntos, pero seguía recordando que había cuerpos de niños. Creo que sólo existen unas pocas personas en la Tierra que hayan visto tantos cadáveres en su vida como yo, un niño de nueve años; había, probablemente, decenas de miles”, describió Anatoly Níkonov, que vivía cerca, el cementerio de Piskarióvskoie en noviembre de 1941.

El 9 de mayo de 1960 se inauguró en el cementerio un monumento en memoria de los habitantes de Leningrado que murieron durante el asedio. En la entrada arde una llama eterna, encendida desde el monumento conmemorativo del “Campo de Mart” De ella parte un callejón de 300 metros que conduce a una escultura de bronce de seis metros de altura llamada “Madre Patria”. Detrás hay un muro de acero con seis relieves que representan episodios de la vida de los habitantes de Leningrado durante el asedio. Cuatro veces al año se celebran allí ceremonias de duelo.

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