Terremoto en Moscú en 1445. Crónica personal del siglo XVI
Dominio PúblicoCuesta creerlo, pero la ciudad sufrió terremotos varias veces. En los anales del siglo XV se menciona cómo el suelo tembló de repente en Moscú y las propias campanas empezaron a sonar. En 1474 hubo un terremoto, según las estimaciones de los científicos, de no menos de seis grados: "la gran sacudida", como lo llamaban los contemporáneos, destruyó la catedral de la Asunción del Kremlin de Moscú. El templo, que los maestros de Pskov, Krivtsov y Mishkin, habían conseguido levantar hasta el tejado, se derrumbó como si lo hubiera arrugado una mano gigante invisible. Sin embargo, este desastre tuvo sus ventajas: fue después del terremoto cuando Iván III invitó a Aristóteles Fioravanti de Italia, que reconstruyó la catedral.
Moscú también sufrió una sacudida en octubre de 1802. Y de nuevo el Kremlin fue golpeado: las personas que trabajaban en la torre Spásskaia afirmaron que temblaba visiblemente. En algunas casas temblaron las lámparas de araña y traquetearon los muebles, las paredes se agrietaron, el suelo cayó en alguna parte... pero unos pocos temblores ni siquiera consiguieron asustar a los ciudadanos, que volvieron a su vida normal.
Fiodor Alexéiev. Vista de las puertas Voskresenski y Nikolski y del puente Neglinni desde la calle Tverskaia en Moscú, 1811
Galería TretiakovLa propia capital está en una zona sísmicamente estable, por lo que casi todos los terremotos de la ciudad son ecos de catástrofes más importantes. Por ejemplo, en diciembre de 1945 llegaron a Moscú los ecos de un terremoto en la costa de la Antártida. El terrible terremoto de Bucarest del 4 de marzo de 1977 se sintió en casi toda Europa del Este: en las casas residenciales los muebles se movían, las lámparas de araña se balanceaban y en los edificios altos, como la Universidad Estatal de Moscú, las vibraciones alcanzaron los siete puntos.
En 2013, el eco del terremoto del mar de Ojotsk, que hizo temblar a todos los países europeos, llegó a la capital rusa. En Moscú, incluso se evacuaron algunos edificios de gran altura.
Albrecht Adam. Napoleón en el incendio de Moscú, 1841
Dominio público¿Qué ocurre cuando se combinan un incendio que devora todo lo que encuentra a su paso, un clima cálido y el viento? Obtienes un tornado de fuego. Es exactamente lo que observó Napoleón en 1812, al salir de Moscú. No es casualidad que a este fenómeno se le llame el fuego del diablo: se declaraban incendios en diferentes partes de la ciudad, las tiendas con materiales combustibles explotaban, el viento arrastraba el fuego cada vez más lejos. Devoraba de buena gana los edificios de madera: era inútil apagar nada, y no había con qué apagarlo: al abandonar Moscú, los bomberos se llevaron todo su equipo. El viento, ganando fuerza, no hacía más que impulsar el fuego. En lo profundo de la noche las corrientes de fuego se unieron y formaron un tornado que, moviéndose, destruyó la ciudad.
Alexánder Smirnov. Incendio de Moscú, 1812
Museo-Panorama "Batalla de Borodino"Napoleón consiguió salir del Kremlin, aunque no fue fácil: el pavimento se derretía por el calor. Cuatro días después regresó, pero sólo vio ruinas carbonizadas. Calificó el incendio como el espectáculo más grande, majestuoso y terrible que había visto nunca. El fuego no quiso abandonar la ciudad durante mucho tiempo: cuando, más de un mes después del desastre, las tropas rusas entraron en Moscú, aún humeaba.
Un tornado en la región de Moscú el 16 de junio de 1904
pastvu.comLas fotos de 1904, decían "un tornado observado desde la estación de Pererva a 13 verstas de Moscú", muestran un muro negro que ocupa todo el cielo. El frente de la tormenta se extendía entonces a lo largo de 15-20 km. El viento borrascoso, cuya velocidad alcanzó los 25 m/s, llegó a la ciudad desde la provincia de Tula. Rugió sobre los suburbios del este y se dividió en dos tornados, que destruyeron gran cantidad de barrios de la ciudad. Las corrientes de aire arrancaron árboles del suelo, cruces de iglesias, levantaron vacas y cabras que gritaban lastimosamente.
Vista de la calle Málaia Pochtovaia después del huracán de 1904.
pastvu.com"De repente todo giró... luces amarillas destellaron entre los zigzags de los relámpagos, y una columna de fuego amarillo escarlata se retorció en el centro. En un minuto este horror se precipitó ensordecedoramente, destruyendo todo a su paso", escribió el historiador local Vladímir Guiliarovsky.
Un habitante de la ciudad en el puente Bolshói Kamenny, Moscú, 8 de agosto 2010
Mitia Aleshkovski/TASSEn julio-agosto de 2010 Moscú se sumió en una densa niebla, provocada por el humo de las turberas que ardían cerca de Moscú. Un calor sofocante (la columna del termómetro marcaba constantemente hasta +37ºC) y un constante olor a quemado cubrían la ciudad. La bruma penetraba incluso en el metro: los vagones y las estaciones estaban en penumbra, y los pasajeros tenían que apretarse pañuelos húmedos contra la cara o llevar respiradores. El transporte fluvial dejó de funcionar, algunas instituciones cerraron, y los ventiladores y aparatos de aire acondicionado se convirtieron en los artículos más buscados en las tiendas de electrodomésticos, e inmediatamente empezaron a escasear, había que buscarlos. En pocas semanas de densa niebla tóxica, la tasa de mortalidad en Moscú se duplicó. El humo de las turberas en llamas no abandonó la ciudad hasta los días 18 y 19 de agosto, y el calor fue finalmente sustituido por el frío y la lluvia.
Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes
LEE MÁS: ¿Quién quemó Moscú en 1812?
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: