La razón principal fue la decepción de la sociedad finlandesa por el resultado de la Guerra de Invierno contra la Unión Soviética en 1939-1940. Helsinki había cedido entonces vastos territorios del sureste y el norte del país a su vecino oriental.
Inmediatamente después de firmar la paz, el 12 de marzo de 1940, los finlandeses pensaron en vengarse. La ocupación de Noruega y Dinamarca por los alemanes, la derrota de Francia y la anexión de las tres repúblicas bálticas a la URSS impulsaron a los dirigentes del país a acercarse al Tercer Reich.
En la primavera de 1941, los finlandeses ya preparaban su participación en la próxima “cruzada contra el bolchevismo”. Sus planes incluían no sólo la devolución de los territorios perdidos, sino también la anexión de toda la Carelia soviética para crear la “Gran Finlandia”.
Aunque el ejército finlandés actuó estrechamente con la Wehrmacht durante la guerra, oficialmente Helsinki trató de distanciarse de Berlín de todas las formas posibles. Finlandia no se unió al bloque del Eje, tratando de mantener la paz con Estados Unidos y Gran Bretaña.
Los finlandeses calificaron la guerra contra la URSS de “separada”, “especial”, “una guerra de continuación” (de la Guerra de Invierno), y los alemanes intentaron referirse a ellos no como “aliados”, sino de forma más racional: “hermanos de armas”.
La Unión Soviética no pensó en esas sutilezas. Los finlandeses fueron calificados inmediatamente de fascistas y secuaces de Hitler, y Finlandia de satélite del Tercer Reich. La zona de operaciones de combate contra las tropas finlandesas se denominó simplemente frente soviético-finlandés de la Gran Guerra Patria.
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