La primera vez, Iósif Dzhugashvili (verdadero apellido de Stalin) fue detenido en 1902. El joven, de poco más de veinte años, permaneció algún tiempo en las cárceles de Batumi y Kutaisi, tras lo cual fue enviado al exilio en Siberia durante tres años. Un mes después escapó sano y salvo de allí.
En marzo de 1908 fue detenido de nuevo y tras permanecer en la prisión de la ciudad de Bakú en febrero de 1909 fue enviado a vivir bajo vigilancia policial al norte del país, en Solvichegodsk. En junio de ese mismo año huyó.
En la primavera de 1910, el inquieto revolucionario fue detenido y devuelto a Solvichegodsk. Allí pasó nueve meses hasta que volvió a huir.
Desde finales de 1911 hasta febrero de 1912 Dzhugashvili estuvo exiliado en Vólogda. En lugar de los tres años prescritos, pasó sólo tres meses en la ciudad y, abandonándola en secreto, se dirigió a San Petersburgo.
En la capital del imperio, el futuro mandatario no permaneció mucho tiempo. En abril de 1912 fue detenido y enviado al Narym siberiano. Al cabo de 38 días escapó de allí.
En marzo de 1913 comenzó el último exilio de Dzhugashvili, que para entonces ya se había posicionado como Stalin. En la región siberiana de Turuján, y luego en la ciudad de Áchinsk, Stalin cumplió casi toda su condena de cuatro años. Unos meses antes del final de su mandato, fue liberado por la Revolución de Febrero de 1917.
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