Desde hace más de cien años, la laminaria y el fucus se recolectan en las islas más remotas del archipiélago de Solovetski (Solovkí). A principios del siglo XX se utilizaban para producir yodo, de crucial importancia para el ejército ruso en la Primera Guerra Mundial. Hoy se emplean para fabricar cosméticos, suplementos nutricionales y aperitivos. Al mismo tiempo, la técnica de recolección de las algas no ha cambiado. La gente sale al mar en barcas de madera y, de pie en la popa, recoge las algas con guadañas manuales.
El principal yacimiento de algas
Málaia Muksalma es una de las islas "menos turísticas" del archipiélago Solovetski. Está separada de las demás por un estrecho con bancos de piedra y un enorme arrecife. Sólo un capitán experimentado, que conozca bien la zona, puede pasar por aquí en barco, y sólo durante ciertos meses, cuando el mar Blanco no está helado o demasiado tormentoso.
La isla sólo cuenta con una pequeña tienda, ningún entretenimiento y prácticamente ningún servicio de telefonía móvil: sólo hay un teléfono público desde el que sólo se pueden hacer llamadas dentro de la región de Arcángel.
Y es aquí donde se recogen laminaria y fucus de mayo a septiembre. En las duras condiciones del Ártico, estos dos tipos de algas acumulan una enorme cantidad de microelementos: más de 70, entre ellos yodo de calidad alimentaria. Pero, como hace cien años, se recolectan a mano.
En su mayor parte, las recogen los hombres, porque el trabajo de recolector de algas es muy exigente físicamente. Las mujeres también trabajan en la isla, realizando diferentes tareas: cocinan y ayudan a tender la laminaria para que se seque.
Cómo se recolectan las algas
Los recolectores de algas salen al mar temprano por la mañana, a las 4 o 5, ya que en verano casi nunca oscurece en las islas Solovetski gracias a su proximidad al Círculo Polar. Cada recolector de algas tiene su propia barca de madera con motor: los pomor, antiguos habitantes del norte de Rusia, la llaman "karbas".
Llevan una larga guadaña con púas soldadas en un mango de madera. Cuando la marea está baja, se pueden ver muy bien las laminarias marrones. La guadaña sirve para enganchar el alga por la base y subirla al barco. Pueden llegar a medir seis metros y no es fácil subirla. Entre las 11 y las 12 de la mañana, los barcos ya están regresando al asentamiento para colgar las algas y dejarlas secar. Durante la temporada de las Noches Blancas, las cuadrillas de rastrillaje salen dos veces al día.
En un solo día se puede recoger hasta media tonelada e incluso una tonelada de algas. Se secan al aire libre, y se hace con mucho cuidado para no dañarla. Por término medio, la laminaria se reduce a una sexta parte de su tamaño original. En otras palabras, se necesitan seis toneladas de algas para obtener una tonelada de producto seco. Después, las secas se envían a la planta.
En Arcángel, las algas del mar Blanco se convierten en su mayor parte en distintos tipos de suplementos nutricionales, cosméticos saludables, apósitos cicatrizantes utilizados en el tratamiento de quemaduras y muchos otros productos. La remuneración depende de la cantidad de la "cosecha" recogida. En una temporada se puede ganar medio millón de rublos (unos 6.000 dólares) o más, pero, por supuesto, todo depende de la persona y de los caprichos de la naturaleza. Y mucho depende también del factor psicológico: pasar varios meses viviendo en condiciones espartanas no es para todo el mundo. Hay que tener en cuenta que existe una "ley seca" que prohíbe el alcohol en la isla.
¿Por qué aún sólo a mano?
El hecho de que las algas tienen propiedades extraordinariamente beneficiosas ya era conocido por muchos grupos étnicos en la antigüedad, pero su recolección industrial no comenzó hasta el siglo XIX, cuando se descubrió el yodo. En aquella época se utilizaba sobre todo para desinfectar. A principios del siglo XX Rusia importaba yodo de Europa, sobre todo de Alemania, pero cuando estalló la Primera Guerra Mundial tuvo que crear apresuradamente sus propias empresas. Sin desinfección, cualquier herida podía ser mortal.
En 1918 se inauguró la Planta de Algas Marinas de Arcángel para procesar laminaria recogida en las islas Solovetski.
Las algas del Ártico empezaron a ser estudiadas por los biólogos. En 1942, durante el sitio de Leningrado, la algóloga Ksenia Guemp, de la propia Arcángel, ayudó a organizar la producción de alimentos a partir de las reservas de laminaria encontradas en una de las instituciones científicas de la ciudad. Con ella se elaboraron gachas y empanadillas que salvaron la vida a miles de personas.
Posteriormente, se intentó automatizar la recolección y facilitar el trabajo de los recolectores de la isla Solovetski. Pero resultó que las máquinas rastrilladoras acababan irremediablemente con la laminaria. El problema es que se adhiere a las rocas del lecho marino por medio de sus raíces (rizoides) y las máquinas la arrancaban por completo. La laminaria dejaba de crecer. Pero las cosas son muy distintas cuando el trabajo lo realizan personas que se adentran en el mar. Durante la recolección, la laminaria y el fucus se cortan limpiamente por el tallo, de modo que ni el sustrato ni los rizoides resultan dañados, y el alga sigue creciendo donde lo hacía antes.
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