Evgueni Jaldéi tomó la fotografía más famosa de la Segunda Guerra Mundial, pero un año después intentaron deshacerse de él en su propio país y le llamaron fotógrafo “mediocre”.
Jaldéi, mecánico de formación y fotógrafo autodidacta, pasó 1.418 días en la guerra. Fue el único fotógrafo soviético que atravesó toda la contienda, desde el primero hasta el último, incluidos los momentos más importantes: la Conferencia de Potsdam, la firma del acta de rendición, los juicios de Núremberg, etcétera.
Al principio nunca se cuestionaron sus méritos. En la Unión Soviética se le concedieron varias condecoraciones honoríficas. Sin embargo, un año más tarde, la actitud hacia los judíos en las instituciones estatales cambió radicalmente y la agencia de noticias soviética TASS, donde trabajaba Jaldéi, no fue una excepción. “Un reportero mediocre, apenas capaz de hacer frente a la carga de trabajo”, fue la característica con la que se le despidió.
Jaldéi fue prácticamente relegado al olvido durante muchos años. El fotógrafo había caído en desgracia ante las autoridades. Durante un tiempo incluso temió seriamente por su vida y destruyó los negativos con retratos de personas que habían sido reprimidas por Stalin. Salió adelante con trabajos esporádicos y se jubiló en 1976.
Sólo se le recordó en el extranjero en el aniversario de la Gran Victoria, 50 años después. En 1995, por invitación especial del Presidente de Francia, fue llevado al principal festival de fotografía del mundo, en Perpiñán, donde se le concedió el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. Seis meses antes de su muerte, en 1997, se estrenó en Europa un documental sobre Jaldéi y se publicó un libro en EE UU.
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