Cómo un mediocre espía soviético se convirtió en topo de la CIA

Russia Beyond (Foto: Legion Media; AP; Foto de archivo)
El presidente estadounidense Dwight Eisenhower y el director de la CIA Allen Dulles consideraban al mayor de la inteligencia soviética Piotr Popov uno de sus mejores agentes. Al mismo tiempo, su obra fue muy despreciada en la URSS.

El oficial de inteligencia soviético Piotr Popov no era especialmente talentoso. Terco y falto de instinto profesional, se distinguía sobre todo por su elevada autoestima y su carácter retraído y asocial.

A pesar de ello, Popov se convirtió en uno de los agentes más eficaces de la CIA en la Unión Soviética en la década de 1950. El director de la agencia, Allen Dulles, y el propio presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, le apreciaban mucho. ¿Cómo consiguió algo así?

Conexiones fuertes

Popov entró en los servicios de inteligencia bajo el patrocinio del general Iván Serov, a cuyas órdenes sirvió en Alemania después de la guerra como oficial de suministros. Serov le encontró trabajo en la Academia Diplomática Militar, que, entre otras cosas, formaba a oficiales de inteligencia. Tras licenciarse en 1951, el futuro agente de la CIA se encontró en Viena.

Piotr Popov

Dividida por aquel entonces en zonas de ocupación, Austria era un paraíso para los agentes secretos. Prácticamente no existían fronteras rígidas entre los sectores soviético, estadounidense, británico y francés, lo que permitía a los agentes moverse libremente de uno a otro.

La tarea del comandante de la Dirección Principal de Inteligencia (GRU) de la URSS Piotr Popov consistió en reclutar austriacos para trabajar en la vecina Yugoslavia, ya que las relaciones entre Moscú y Belgrado se habían deteriorado profundamente. Sin embargo, era difícil encontrar una persona más inadecuada para tal misión. No sólo era un personaje tímido, sino que su conocimiento de la lengua alemana dejaba claramente que desear.

Allen Dulles

“El trabajo de los oficiales que recluté fue totalmente insatisfactorio. Me dijeron que se podía encontrar más información en los periódicos que a través de lo ellos que me traían”, declaró Popov más tarde a la CIA, refiriéndose a la actitud de sus superiores hacia su trabajo.

Al otro lado del muro

Existen varias versiones sobre cómo el oficial de inteligencia soviético se convirtió en agente doble. Según una de ellos, los servicios de inteligencia occidentales empezaron a chantajearle tras sorprenderle visitando un burdel. Según otra, fue él el que se puso en contacto espontáneamente dejando una nota en enero de 1953 en el coche del vicecónsul estadounidense en Viena.

Una escena callejera en el corazón de Viena, 1957.

En cualquier caso, Popov colaboró voluntariamente con los estadounidenses. Le cautivó el lujo de la Austria de posguerra. Aunque tenía mujer e hijos en la URSS, tuvo una amante, Milica Kohanek. No quería dejar a su esposa, y mantener a ambas mujeres requería dinero.

Además, el Mayor estaba cansado de su puesto. No tenía sentimientos patrióticos, no compartía los ideales comunistas y, por su carácter, era considerado un paria entre sus colegas. “Los estadounidenses se toman su tiempo para tomar una copa con una persona y relajarse. Es un auténtico enfoque humano. Respetas la personalidad de tu interlocutor... En cuanto a nosotros, nuestra personalidad no importa nada, y los intereses del Estado lo son todo”, admitió al oficial de la CIA George Kiezwalter, con quien desarrolló una relación relativamente amistosa.

Popov comenzó a trabajar activamente para la CIA, convirtiéndose en su primer agente doble en el GRU. A través de él, los estadounidenses pudieron descubrir detalles de las pruebas de armas atómicas soviéticas en el centro de pruebas de Totsk en 1954, desenmascarar a 80 (y según algunos informes a más de 600) agentes soviéticos en Occidente y obtener copias de numerosos documentos secretos que les ahorraron 500 millones de dólares en investigación científica.

Popov fue mucho más apreciado en Estados Unidos que en la Unión Soviética. El propio presidente Dwight Eisenhower recibió informes sobre Popov y sus inestimables actividades, mientras que el director de la CIA, Allen Dulles, llegó a regalarle unos gemelos de oro hechos a medida.

La caída de ‘Judas’

Piotr Popov trabajó en Austria hasta la retirada de las tropas soviéticas en 1955. Como no había tenido éxito reclutando espías, se le encomendó la tarea de ocuparse del seguimiento de refugiados y emigrantes políticos de Europa del Este que se habían instalado en Viena. Su protector ocupaba un alto cargo en el Ministerio del Interior de la Unión Soviética, y el oficial de inteligencia no estaba preocupado por su carrera en su país: más tarde regresó a Moscú con el rango de teniente coronel.

Tras su traslado a Alemania Oriental, Popov perdió el contacto con la CIA durante varios meses. Sin embargo, pronto entró en contacto con empleados de la embajada británica.

Reunión entre Popov y Russell Langelle, residente de la inteligencia estadounidense en la URSS.

A finales de la década de 1950, el servicio secreto soviético había adquirido la costumbre de llevar a cabo “búsquedas preventivas de traidores” entre sus filas, y un día le tocó a Popov pasar la criba.

Era un procedimiento rutinario, y al principio nadie sospechó de su traición. Sin embargo, resultó que el teniente coronel mantenía correspondencia no autorizada con su amante en Austria y, lo que es mucho más interesante, se le veía a menudo cerca de empleados de la embajada estadounidense.

Popov fue desenmascarado por el servicio secreto soviético cuando, a finales de 1958, un empleado de la embajada estadounidense en Moscú (él ya había sido llamado a la capital para entonces) envió por error una carta con remitente a su domicilio.

Detención de Langelle.

El 18 de febrero de 1959, Popov, presintiendo que algo iba mal, intentó escapar, pero fue detenido en la estación con un billete a Helsinki. Al principio no se anunció la detención. “Judas” (éste es el seudónimo con el que se nombró al traidor en los archivos del KGB) fue utilizado en un juego de inteligencia con el estadounidense residente en la URSS Russell Lengelle, que acabó con la expulsión de este último.

Al aceptar cooperar con el KGB, Piotr Popov esperaba que se le conmutara la pena. Sin embargo, debido al enorme daño que había causado a la capacidad defensiva de la Unión Soviética, fue condenado a muerte. En 1960, el primer agente doble de la CIA en la URSS fue ejecutado.

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