“No soy bolchevique. Pero he tratado de comprender el espíritu del comunismo y me interesa sobremanera”, escribió Clare Sheridan, prima de Winston Churchill, en su diario, publicado como libro con el título Russian Portraits, durante un viaje a la Rusia soviética en 1920.
Sin embargo, la agencia de contrainteligencia británica MI5 no estaba tan segura. Creían que esta pariente de una de las personas más influyentes de Gran Bretaña era una espía bolchevique.
Ser la prima del Ministro de Guerra Winston Churchill no era el único galardón de Clare Sheridan. Era una famosa escultora por derecho propio, y fueron sus actividades profesionales las que la llevaron a la capital de la Rusia soviética.
Tras reunirse con los representantes de una delegación comercial soviética en Londres en 1920, Clare admitió que siempre había sentido amor por la literatura, la música, la danza y el arte rusos, por lo que fue invitada a visitar Rusia.
Sin embargo, en aquella época era muy difícil para un súbdito británico hacer algo así. La intervención de la Entente en Rusia acababa de terminar, y algunas tropas británicas permanecían en Crimea, el último reducto de los ejércitos blancos. Además, la propia Gran Bretaña, a pesar de haber iniciado conversaciones comerciales, no tenía prisa por reconocer oficialmente a la Rusia soviética.
Visitar la tierra de los bolcheviques se consideraba una auténtica locura, pero a Sheridan le importaba poco la opinión pública. A través de Estocolmo y Tallin, “esta salvaje prima mía” (como dijo Churchill) partió hacia Moscú.
Clare fue recibida en Rusia como una invitada de honor. Durante dos meses vivió en el Kremlin, paseó por las calles de Moscú, visitó teatros, observó la vida de la gente corriente y se maravilló de lo que veía: “¿Por qué soy feliz aquí, apartada de todo lo que me pertenece? ¿Qué tiene este país que siempre ha hecho que todo el mundo caiga bajo su hechizo?”.
“¿Por qué esta gente, que tiene menos educación, es mucho más culta que nosotros? Las galerías de Londres están vacías. En el Museo Británico uno se encuentra con algún estudiante alemán de vez en cuando. Aquí las galerías y los museos están llenos de gente trabajadora. Londres ofrece revistas y obras de teatro de humillante mediocridad, que las clases cultas disfrutan y aplauden. Aquí las masas se agolpan para ver a Shakespeare”, escribió en su diario.
Clare habló mucho con los moscovitas, hizo fotos y tomó notas: “Ahora, por primera vez, me siento libre moral y mentalmente... Amo este lugar y a todas las personas que hay en él. Me encanta la gente que he conocido y la que pasa por la calle. Amo el ambiente cargado de melancolía, de sacrificio, de tragedia. Me inspira esta nación, purificada por el fuego. Admiro la dignidad de su sufrimiento y el valor de sus creencias!
Sin embargo, no olvidó por qué había venido a la capital soviética en primer lugar. Los retratos escultóricos de Sheridan de los líderes bolcheviques incluyeron a Zinoviev, Kamenev, Dzerzhinski, Trotski y, por supuesto, Lenin.
Incluso llegó a tener una conversación privada con el “líder de la revolución rusa”. Vladímir Lenin le reprochó en broma que se relacionara con “el hombre con toda la fuerza de los capitalistas detrás”. En respuesta, Clare comentó que su otro primo era miembro del partido de izquierda irlandés Sinn Fein. Riendo, Lenin respondió: “Debe ser un momento divertido cuando se juntan los tres”.
A su vuelta en Gran Bretaña, Clare fue recibida con una frialdad rayana en la hostilidad. Se convirtió en persona non grata en la alta sociedad, e incluso Churchill se negó a comunicarse con ella, al menos temporalmente.
A pesar de las protestas de Sheridan de que estaba alejada de la política, los británicos estaban indignados por su viaje sin precedentes, su amistad con los bolcheviques y su apoyo a Rusia.
El MI5, en particular, prestó mucha atención a la prima del ministro de guerra británico. La agencia no podía pasar por alto los ambiguos comentarios de Clare sobre Rusia y los rusos: “Me gustaría vivir entre ellos para siempre, o bien trabajar para ellos fuera, trabajar y luchar por la Paz que curará sus heridas”.
Bajo un intenso escrutinio público, Sheridan se vio obligada a abandonar Gran Bretaña. Emprendió un increíble viaje alrededor del mundo, que incluyó el vivir un romance con Charlie Chaplin en Estados Unidos, un encuentro con Mussolini en Suiza y asistir a discursos del joven Hitler en Alemania. Dondequiera que fuera, los agentes del MI5 le seguían los pasos.
En 1925 agentes de campo descubrieron que Sheridan había entregado detalles de una conversación con Churchill (entonces ministro de Hacienda) sobre política exterior al editor del Daily Herald, Norman Ewer, que se creía que era un agente soviético.
Poco después, según el MI5, las finanzas de Sheridan mejoraron rápidamente, de forma sospechosa. Después de una década de problemas de dinero, se fue a Argelia, habiendo pagado todas sus deudas. La inteligencia británica sospechó que la mano de Rusia estaba tras ello.
“A la vista de las cuestiones relativos a su situación financiera, creemos firmemente que Clare está a sueldo de los rusos y que ha sido enviada al norte de África para ponerse en contacto con la situación local y para actuar como agente informador o posiblemente como agente transmisor”, decía el informe del MI5.
El MI5 compartió repetidamente sus sospechas sobre Sheridan con Churchill, pero éste siempre optó por ignorarlas. Además, con la Segunda Guerra Mundial en juego, Clare y Winston finalmente reconciliaron sus diferencias, dejando el pasado en el olvido.
Clare Sheridan falleció en 1970 a la avanzada edad de 84 años. Nunca se presentó ninguna acción legal contra ella.
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