Cómo Raísa Gorbachova cambió la imagen de la primera dama soviética (Foto)

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
Fue la última primera dama de la URSS y la más brillante de todas. Sofisticada y elegante, Gorbachova era admirada en la prensa extranjera, pero disgustada en casa por ello.

Según las ideas del Partido Comunista, una mujer debía ser y parecer ante todo una "camarada", un miembro igual de la sociedad, una trabajadora, una madre... Y sólo en último lugar, simplemente una mujer. La feminidad, el interés por la ropa bonita, los peinados y el maquillaje, durante mucho tiempo se consideraron como parte del destino de los enemigos capitalistas. Por eso las esposas de los Secretarios Generales soviéticos parecían muy modestas.

La esposa del último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, era totalmente distinta. Elegante y sofisticada, se convirtió en una especie de símbolo de la perestroika en términos de moda y estilo, e inspiró a muchos fashionistas de todo el país. Pero para la corriente dominante, no era más que una irritante.

La última primera dama

Raísa Maximovna Titarenko nació en 1932 en Siberia, en el seno de una familia de ingenieros ferroviarios. Tras graduarse con una medalla de oro en el instituto, ingresó en la Universidad de Moscú sin examinarse. Allí conoció a su futuro marido. Gorbachov estudió en la Facultad de Derecho, ella en la de Filosofía.

Tras graduarse, sacrificó su carrera académica y sus estudios de posgrado en la capital y siguió a su marido a la región de Stávropol, donde éste fue destinado a trabajar. Allí impartió clases de filosofía en universidades locales y dio a luz a su única hija, Irina. También consiguió doctorarse en Filosofía.

La familia regresó a Moscú casi 20 años después, y en 1985 Mijaíl Gorbachov fue elegido Secretario General del Comité Central del PCUS, lo que significaba que era efectivamente el jefe del Estado (más tarde se convirtió en el primer y último presidente de la URSS). Su llegada marcó el comienzo de una era de cambios en el país, conocida internacionalmente como perestroika.

Gorbachov era diferente de sus predecesores: era animado, hablaba libremente sin papeleo, hablaba con la gente de la calle y, quizá lo más importante, era relativamente joven. Se le atribuye la caída del Telón de Acero y la apertura de la URSS al mundo.

Otra novedad era la primera dama, que lo acompañaba invariablemente en todos sus numerosos viajes y reuniones con dirigentes extranjeros. A diferencia de su marido, Raísa Gorbachova hablaba inglés con fluidez y podía comunicarse con políticos extranjeros sin intérprete, ya fuera Margaret Thatcher, la Reina de Inglaterra o el Presidente de EE UU.

No sólo se preocupaba de su propio estilo, sino también del aspecto de su marido, vigilando sus trajes y su forma física. Su relación iba a menudo más allá del protocolo: casi toda la URSS conocía su gran amor. Gorbachov llegó incluso a imputar este amor como una debilidad, creyendo que su esposa le gobernaba tanto a él como al país.

El mito de una vida de lujo

Gorbachova no gustaba a las mujeres soviéticas de a pie. En aquella época se consideraba un derroche la frecuencia con que cambiaba de atuendo y su aspecto extravagante. Circulaban rumores de que estaba comprando diamantes y ropa cara en el extranjero.

"Hay muchos mitos y especulaciones sobre mi extraordinaria adicción a las villas, las dachas, los trajes lujosos y las joyas", declaró la propia Gorbachova en una entrevista.

Por cierto, en contra de la creencia popular, no fue Yves-Saint Laurent (a quien adoraba) quien le confeccionó los trajes, sino la diseñadora de moda soviética Tamara Makéieva, a quien Gorbachova eligió ella misma. "A Raísa Maxímovna le gustaban mucho las blusas de seda con lazos o cuellos suaves combinadas con trajes austeros. Tenía sus propias preferencias, por ejemplo, en cuanto al color: le gustaba mucho el burdeos, el gris", escribió Vogue Ruso.

Su activa posición social también fue criticada por muchos: apoyó diversos proyectos humanitarios y hospitales, y creó la Fundación de Cultura Soviética, que financió muchos museos durante una época difícil a finales de los años 80. "Queremos ser útiles a nuestro país", dijo Gorbachova incluso después de que su marido dejara el cargo.

Murió en 1999 tras una larga enfermedad. Habría cumplido 90 años en 2022.

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