Artek: cómo era el emblemático campamento de pioneros soviéticos (FOTOS)

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
En la costa del mar Negro de Crimea hay un lugar que se convirtió en un símbolo del movimiento pionero soviético. ¿Por qué era tan popular y por qué todos los niños soviéticos soñaban con ir allí?

En 1925, las autoridades soviéticas, preocupadas por la salud de la población tras la Revolución, la destructiva Guerra Civil y el hambre, crearon un sanatorio para que los niños se recuperaran tras la tuberculosis. 

El primer campamento estaba formado por sólo 80 niños que se alojaban en tiendas de campaña en la zona del río Artek, cerca de la ciudad de Gurzuf, en el sur de Crimea. Así comenzó la historia del legendario campamento de Artek.

En 1928 aparecieron los primeros edificios para niños. Y quién iba a decir entonces que el campamento, aún en funcionamiento, acabaría acogiendo a cerca de un millón y medio de niños hasta la actualidad.

En 1941 los niños acababan de llegar a Artek para el primer turno de verano y, el 22 de junio, comenzó la Segunda Guerra Mundial para la Unión Soviética. Al día siguiente, doscientos niños de Artek fueron evacuados a las montañas de Altái. Más tarde, este campamento se convertiría en el más largo de la historia, ya que, durante tres años y medio, los niños vivieron allí según el horario del campamento, ayudaron a las familias de los soldados y a los heridos en los hospitales y recogieron chatarra para tanques y aviones.

El propio Artek fue ocupado y no fue liberado hasta abril de 1944, mientras que ya en el verano de ese mismo año, el campo acogió a un nuevo grupo de niños, procedentes de Crimea.

Los años 60-70 fueron considerados la época dorada de Artek. El campamento alcanzó un nivel internacional y acogió a miles de niños de toda la Unión Soviética, así como de países amigos del socialismo.

Una gran delegación de niños y jóvenes comunistas de Cuba solía visitar el Artek.

Y en la foto de abajo aparecen niños soviéticos e indios en un crucero por el mar Negro.

Muchos niños africanos también fueron invitados a pasar un tiempo en el mar Negro...

...así como niños de Afganistán.

Un gran acontecimiento fue la visita de la colegiala estadounidense Samantha Smith, que casi consiguió detener la Guerra Fría a principios de los años 80.

La comunidad internacional de niños incluso firmó declaraciones de paz para niños de diferentes países: “¡La paz es la vida! ¡La guerra es la muerte! Odiamos y maldecimos la guerra, no queremos que exploten las bombas nucleares y de hidrógeno, no queremos que nuestros padres mueran y nuestras madres lloren. No queremos morir. Queremos paz, cielos despejados y sol...”

Artek también organizó competiciones deportivas internacionales para niños, así como los encuentros de pioneros soviéticos.

El estadio del Artek podía albergar hasta siete mil espectadores.

Artek solía ser una tarjeta de presentación del movimiento pionero soviético y los personajes más famosos solían ser invitados a visitar el lugar. Entre ellos, había celebridades soviéticas, como el primer hombre en el espacio y el principal héroe de la época: Yuri Gagarin...

...así como el legendario portero de fútbol soviético Lev Yashin...

...y el propio líder soviético Leonid Brézhnev.

Además, diversos invitados internacionales acudieron para ver con sus propios ojo cómo funcionaba el legendario campamento Artek. Entre ellos, se encontraban los líderes indios, como Indira Gandhi, Jawaharlal Nehru y Sarvepalli Radhakrishnan...

...el rey de Nepal Mahendra Bir Bikram Shah Dev y muchos otros líderes y celebridades mundiales.

¿Cómo era la vida de los niños en Artek?

Todo el día estaba estrictamente programado. La mañana comenzaba a las 8 con música a todo volumen en todo el campamento.

La trompeta de los pioneros se convirtió en otro símbolo de Artek. Su sonido marcaba la hora de despertarse y la hora de acostarse, y los pioneros también hacían sonar la trompeta al mediodía y en ocasiones importantes.

Lo que hay que hacer después de que los niños se despierten son los ejercicios matutinos que deben hacerse antes del desayuno.

El desayuno comenzaba alrededor de las 9 de la mañana y los niños estaban de guardia y ayudaban a poner las mesas.

Antes del mediodía, cuando el calor del sol no era muy intenso, los niños pasaban el tiempo en la playa.

El baño sólo se permitía en grupos y tras una señal especial y sólo durante un tiempo limitado.

Después de pasar alrededor de una hora en la playa, los niños se sumergían en los estudios y en los clubes de aficiones, como el ajedrez...

...construcción de barcos...

...construcción de automóviles...

...pintura...

...e incluso la construcción de maquetas de vehículos lunares.

Si piensas que un campamento de verano de los pioneros era sobre el ocio, eso no es toda la verdad. Los niños estaban ocupados cada minuto con variedad de cosas.

Luego los niños almorzaban y, de las 2 a las 4 de la tarde, solían dormir la siesta y tomar una merienda después de la siesta, el póldnik.

Después de las 16:30, cuando el sol ya no es tan activo y fuerte, los pioneros volvían a la playa.

Antes de la cena (que solía ser a las 7 de la tarde), los niños tenían un poco de tiempo libre que podían emplear como quisieran. (Pero nunca sin hacer nada). La hora de acostarse solía ser a más tardar a las 11 de la noche.

A veces, los pioneros también realizaban visitas guiadas por Crimea, en Yalta, Sebastopol y otros lugares de interés. En la foto, los niños frente al emblemático castillo del Nido de Golondrina.

Una de las festividades favoritas de los niños fue el Día de Neptuno, que tiene sus raíces en las celebraciones de los marineros al cruzar el Ecuador, conocidas como la ceremonia del cruce de líneas. Normalmente, en Artek, se celebraba una actuación con disfraces, bailes y canciones. Los pioneros se echan al agua a la fuerza o se echan agua unos a los otros y, por supuesto, se bañan en el mar.

Cada turno de campamento solía durar 21 días y su final siempre se celebraba con un concierto y actividades multitudinarias.

La última noche tenía la bonita tradición de la “hoguera de los pioneros”, en la que los niños que se iban a casa, se reunían alrededor del fuego, hablaban, compartían secretos y sentimientos y cantaban canciones.

Y, por supuesto, ninguno de los campamentos podía terminar sin lágrimas. Al pasar 21 días juntos, los niños no pudieron manejar las emociones del hecho de tener que ir por caminos separados y tener que esperar hasta el próximo año o, peor aún, no volver a encontrarse.

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