Los rusos, héroes de Paraguay

Historia
MARÍA ALEXÁNDROVA
‘Russia Beyond’ recuerda la historia de los militares rusos del Ejército Blanco que huyeron de los bolcheviques a Paraguay hace casi un siglo para luchar en la Guerra del Chaco (1932-1935). Sus nombres se quedaron grabados en las calles de Asunción.

En el Panteón Nacional de Héroes en la capital paraguaya hay una placa conmemorativa con la cruz ortodoxa que dice: “Memoria eterna”. En ella están escritos los nombres de seis oficiales rusos que emigraron a Paraguay escapando de las persecusiones de los bolcheviques tras la Revolución 1917 y lucharon en la Guerra del Chaco: Iván Beliáev (Juan Belaieff), Víctor Kornilovich, Serguéi Salazkin, Nikolái Goldschmidt (Nicolás Goldschmidt), Vasili Maliutin y Borís Kasiánov.

El general Iván Beliáev fue el primero en arribar al país latinoamericano en 1924. Casi en seguida, fue contratado como profesor de fortificación y de francés en la Escuela Militar de Asunción. Sin embargo, preocupado por el destino de otros oficiales “blancos” que recorrían el mundo en busca de un lugar seguro, acordó con el gobierno del Paraguay la creación de una colonia rusa. Así, al general le siguieron sus antiguos compañeros de armas, que habían pasado por la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil en Rusia. Algunos de ellos establecieron pequeños negocios en Paraguay, otros trabajaban como ingenieros, topógrafos o impartían clases en la academia militar y en la universidad.

“Paraguay, nuestra segunda patria”

Cuando estalló la Guerra del Chaco (1932-1935), los oficiales rusos se reunieron para decidir qué hacer. Cuentan que el capitán Nikolái Kórsakov afirmó lo siguiente durante aquella reunión: “Ya han transcurrido doce años desde que hemos perdido a nuestra amada patria y doce años que no hemos estado en acción. Paraguay nos acogió con calidez y cariño, pero hoy le llegaron días difíciles. ¿Qué estamos esperando? Paraguay es nuestra segunda patria, necesita que la defendamos, y todos somos oficiales”. Al día siguiente todos los rusos se alistaron como voluntarios en el ejército paraguayo. Los oficiales conservaron sus grados militares de antes, pero les añadieron dos letras más: ”H.C.”, lo que significa “Honoris Causa”.

Los datos acerca del número de los oficiales rusos que combatieron del lado de Paraguay, varían en distintas fuentes, pero en el núcleo de mando de las tropas paraguayas había veintitrés capitanes rusos, trece mayores, cuatro tenientes coroneles, ocho coroneles y dos generales (Iván Beliáev y Nikolái Ern).

Algunos de ellos, como Serguéi Salázkin, Borís Kasiánov, Nicolás Goldschmidt, Vasili Maliutin y Víctor Kornilovich, perdieron su vida en aquella guerra.

Vasili Oréfiev-Serebriakov: “¡Lindo día para morir!”

El primer oficial ruso que murió en la Guerra del Chaco, fue un cosaco de la región del río Don, el capitán Vasili Oréfiev-Serebriakov. Comandó un batallón durante el asalto de Boquerón, donde se desarrollaron los principales combates de la Guerra del Chaco. Cuentan que el capitán ruso llevó a los soldados paraguayos al ataque exclamando: “¡Adelante, a Boquerón! ¡Viva el Paraguay!”.

Sin embargo, Oréfiev-Serebriakov cayó en el ataque cuando faltaban solo unos metros hasta la primera línea de defensa. Los soldados sacaron a su comandante herido de muerte del campo de batalla. Sus últimas palabras fueron: “He cumplido la orden. ¡Lindo día para morir!”. Después de su muerte, le concedieron el  Grado de Mayor (HC) del Ejército Nacional. Además, una localidad paraguaya recibió su nombre: Fortín Serebriakoff (transliteración local del apellido Serebriakov).

Calle Borís Cassiánoff

Los soldados paraguayos tenían tanto aprecio al capitán Borís Kasiánov que le pusieron un cariñoso apodo: “nene”. Uno de sus suboficiales incluso escribió que “estaban dispuestos a seguir a su comandante ruso hasta a “la boca del diablo”. Pero, una vez su escuadrón tuvo que enfrentarse a las fuerzas superiores del enemigo. Los soldados paraguayos recordaban como el capitán había cubierto con su cuerpo la enorme ametralladora del enemigo. El informe oficial decía que “el capitán Kasiánov murió como un héroe, haciendo callar la ametralladora del enemigo a costa de su propia vida”.

Pero la historia de Kasiánov tuvo una continuación. Desde que fuera estudiante en Moscú, Kasiánov tenía un gran amigo llamado Nikolái Yemeliánov. Cuando empezó la Primera Guerra Mundial los dos se alistaron como voluntarios en el ejército, hicieron un curso exprés en la escuela militar de caballería y se marcharon directamente al frente. Después llegó la Revolución, la Guerra Civil…

Los amigos perdieron el contacto. Borís Kasiánov se fue a Paraguay invitado por el general Beliáev, mientras que Nikolái logró establecerse en París, encontró trabajo en un banco y más tarde abrió su propia oficina jurídica. Pero cuando se enteró, a través de un periódico de inmigrantes, que en el lejano Paraguay murió el exoficial del ejército ruso Borís Kasiánov, cerró su negocio en París y se fue a Paraguay para sustituir a su amigo caído.

El Ministro de Asuntos Exteriores de Paraguay llamó entonces a Yemeliánov “el romántico caballero de Rusia, movido por la gran fuerza del espíritu, el anhelo de justicia y el sentimiento del deber ante su compañero caído”. El capitán ruso se puso al frente de un escuadrón de 50 combatientes. Tras ser herido, tuvo que retirarse del campo de batalla.

Una de las calles del barrio Villa Morra de Asunción lleva el nombre del Mayor Borís Casiánoff (transliteración local del apellido ruso Kasiánov).

Otras calles rusas de Asunción

Entre otros oficiales rusos cuyos nombres heredaron las calles de Asunción están el teniente Vasili Maliutin, que dio la vida por la causa paraguaya, los capitanes Serguéi Salázkin, que murió heroicamente en defensa del Chaco en 1933, Vsévolod Kanónnikov y Nikolái Blinov, el coronel Gueorgui Bútlerov y muchos otros.

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