Estos fueron los primeros colonos que llegaron a América desde Rusia. Llevaron consigo su bebida nacional.
Esta fue la primera planta de vodka en América. Abrió en 1934 en Bethel, Connecticut, en el segundo piso de un pequeño edificio, tras la derogación de la Ley Seca. Pero había un pequeño inconveniente: los estadounidenses no bebían vodka.
Esto es la salsa para carne A.1. Steak Sauce (ahora A.1. Sauce). Era el principal producto de Heublein Inc., que compró la planta de vodka que pronto quebraría y garantizó el futuro de la bebida nacional rusa en Estados Unidos.
Este es uno de los primeros anuncios de vodka ruso. Estaba destinado a ser un fracaso, pero se salvó por casualidad. Un comerciante de Columbia, Carolina del Sur, jugó con una botella que contenía la desconocida bebida... y se le ocurrió un eslogan intrigante: “Whisky blanco - sin color, sin olor, sin sabor”.
Este es un cóctel “Moscow mule”. En su día fue el rey de los cócteles con vodka y se dice que nació en el bar del Hotel Chatham de Manhattan. Los camareros lo preparaban mezclando vodka con cerveza de jengibre y zumo de lima.
Aquí está el actor estadounidense Broderick Crawford, que fue uno de los primeros en probar un Moscow mule. Impresionado, se lo contó a sus colegas de Hollywood.
Así fue como el vodka llegó a la gran pantalla y a los camerinos. A mediados del siglo XX, su falta de color y olor lo convirtieron en la bebida favorita de Hollywood, ya que la mayoría de los contratos prohibían beber alcohol durante los rodajes.
Aquí está Sean Connery como James Bond, el hombre que enseñó a América y al mundo a beber vodka Martini (agitado, no revuelto, por supuesto). Anunció subrepticiamente el vodka ruso durante 40 años.
Esta es la mesa del banquete en la Conferencia de Yalta en 1945. El general George Marshall levanta un vaso de vodka ruso por la cooperación con la Unión Soviética y la victoria.
En 1950 los camareros se pusieron en huelga. En plena Guerra Fría, el vodka se asociaba con la Unión Soviética y se derramaba en las calles. Los camareros exigieron la prohibición del “Moscow mule” y del vodka, que supuestamente Moscú utilizaba para socavar los cimientos de la democracia estadounidense.
Es un ejemplo llamativo del viejo adagio de que no hay mala publicidad. En lugar de rechazarla, los estadounidenses se lanzaron en masa a los bares para averiguar de qué se trataba el cóctel “prohibido” y con qué más se podía mezclar este “peligroso” ingrediente ruso.
Este un vodka es producido en Siberia. En 2016, el vodka en Estados Unidos superó al whisky. Los estadounidenses consumieron 69,8 millones de cajas de vodka (casi una de cada tres botellas pedidas en los bares era de vodka), frente a 53 millones de cajas de whisky.
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