5 cosas que te sorprenderán sobre el ‘gorro de Monómaco’, la antigua corona de los zares rusos

Historia
OLEG YEGÓROV
Esta ‘antigua reliquia de los emperadores bizantinos’ es poco más que un elaborado truco publicitario. Pero eso no ha impedido que los Rúrikovich y Romanov se apoderasen de este objeto tan sagrado como símbolo de poder.

1. El gorro no tiene nada que ver con el verdadero Monómaco

El Cuento de los príncipes de Vladímir cuenta cómo el emperador bizantino Konstanín Monómaco envió esta “corona de zares” a su nieto, el gran príncipe Vladímir, cuando éste ascendió al trono ruso. El gesto pretendía subrayar la legitimidad y el dominio del gobernante sobre las tierras de la Rus. En adelante, esta “corona de zares” se utilizaría para coronar a todos los príncipes de Vladímir al inicio de sus grandes reinados sobre la Rus, según la leyenda.

En realidad, la leyenda se originó mucho más tarde, y en cuanto al gorro, no hay ni una pizca de verdad en él. Konstantín Monómaco murió cuando su nieto tenía sólo dos años, y no pudo enviarse ninguna insignia. Los historiadores modernos sostienen que la leyenda de la herencia bizantina se inventó durante el reinado del Gran Príncipe Vasili III (1505-1533). Fue entonces, en el siglo XVI, cuando los príncipes rusos (que se propusieron unir las tierras rusas a sangre y espada) se apoyaron en ese tipo de símbolos para subrayar alguna antigua pretensión de poder absoluto.

Como se puede imaginar, una “corona” que viniera directamente de un gran emperador bizantino habría sido justo el billete.

2. Todavía se desconoce la procedencia del gorro

Entonces, ¿quién hizo el gorro de Monómaco? Aparte de la teoría “bizantina”, también hay que tener en cuenta a la Horda de Oro, cuyos gobernantes enviaron las preciosas galas como regalo a los príncipes de Moscú por su leal servicio. La teoría tiene cierta validez debido a su moda un tanto oriental y tártara. Pero incluso eso es discutible: según el historiador Serguéi Bogatiriov, el sombrero se asemeja más a un tocado femenino tártaro, mientras que a los “príncipes moscovitas les habría interesado un aspecto más masculino”.

La propia versión de Bogatiriov es que el gorro de Monómaco fue ensamblado en Moscú durante el gobierno de Vasili III, “utilizando varias piezas de oro preciosas encontradas en el tesoro”. Esto explicaría la irregularidad del diseño: algunos de los elementos de oro parecen haber sido colocados de forma asimétrica entre sí.

3. Un total de 9 zares llevaron este tocado, con Pedro I poniendo fin a la costumbre

El primer gobernante coronado con el gorro de Monómaco fue Iván el Terrible, hijo de Vasili III. Iván fue también el primero en ser llamado “zar” - césar o emperador en ruso.

La historiadora del arte Viktoria Geráshchenko compara los ropajes reales del zar ruso con el diseño de una catedral. Con el gorro de Monómaco dando los toques finales a las túnicas, el paralelismo es bastante claro y debió simbolizar el poder absoluto. Es justo que una Santa Cruz adorne el sombrero, simbolizando además un poder otorgado al portador por Dios mismo.

El gorro pasó al hijo de Iván, Fiódor, el último de la antigua dinastía Rúrikovich, seguido por los zares de la época de los tiempos difíciles (Borís Godunov, Lzhedmitri I y Vasili Shuiski), y luego, cuando el caos terminó, el primero de los Romanov: Mijaíl Fiodórovich y Alekséi Mijaílovich. El último de los Romanov en llevar el tocado sería Iván V, que posteriormente cogobernaría con Pedro el Grande.

El propio Pedro, sin embargo, tendría que conformarse con una réplica (los dos zares gobernaron conjuntamente hasta la muerte de Iván en 1696). Pedro (que acabó declarando posteriormente a Rusia como Imperio) prescindió de la costumbre y la cambió por un ritual más occidental. El gorro de Monómaco (que para entonces había adornado las cabezas de los gobernantes rusos durante 178 años) se trasladó entonces a la catedral de Uspenski, en el Kremlin de Moscú, y se exhibió en las coronaciones como “símbolo honorífico de la nobleza del zar”.

4. Hubo otros gorros

“Otros sombreros bordados con piedras preciosas, según el diseño del de Monómaco, se habían hecho especialmente para las ceremonias de coronación”, escribe Geráshchenko. Entre ellos estaban el Kazánskaia, el Sibírskaia, el Almáznaia (de diamantes) y otros”. Estas coronas posteriores se forjaron en honor a varios hitos de la historia rusa, como la anexión de Kazán al Ducado de Moscú en 1552, o el gorro especialmente hecho para Iván V por los artesanos de la armería de Moscú, adornado con diamantes (el Almáznaia).

Esto no quiere decir que incluso el gorro original de Monómaco no haya tenido un aspecto diferente en ocasiones, como cuando se exhibió en los cuadros de los numerosos zares rusos: los pintores se tomaron muchas libertades en su representación, cuando, curiosamente, nunca habían visto el original de cerca. El aspecto más importante del sombrero habría sido su significado sagrado, en contraposición a conseguir cada detalle visual correcto.

5. El gorro se había convertido en el principal símbolo de poder y responsabilidad

“¡Oh, cuánto pesas, gorro del Monómaco!” son unas palabras pronunciadas por Borís Godunov en la tragedia homónima de Alexánder Pushkin. La escena describe a Godunov, que acaba de ocupar el trono como consecuencia de la muerte del heredero legítimo, de la que se le culpa. En ella, se enfrenta a la ira popular, lo que señala el comienzo del Periodo Tumultuoso en Rusia. Las palabras se convirtieron más tarde en un aforismo sobre la carga de gobernar, que conlleva no sólo fortunas incalculables, sino también una terrible responsabilidad. El propio Godunov moriría de muerte natural, lo que no puede decirse de su sucesor Lzhedmitri I, que se hizo con la corona para sí mismo y acabó perdiendo todo el reino, junto a su propia cabeza.

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