Así se usaron veleros con patines durante el asedio de Leningrado (Fotos)

Serguéi Loskutov/TASS
Las embarcaciones, capaces de desplazarse sobre el helado lago Ladoga no sólo realizaron misiones de reconocimiento, sino que también entregaron alimentos a la ciudad asediada y asistieron a sus hambrientos habitantes.

El 8 de septiembre de 1941, las tropas del Grupo de Ejércitos Norte de la Alemania nazi tomaron la ciudad de Shlisselburg, cerrando así el cerco a la segunda ciudad soviética más grande. Unos 500.000 soldados de la URSS, casi toda la fuerza naval de la Flota del Báltico y hasta tres millones de civiles quedaron atrapados en Leningrado (actual San Petersburgo).

La única ruta que entonces conectaba la ciudad con el resto del país pasaba por el lago Ladoga. Por esta ‘Ruta de la Vida’, que estaba constantemente bajo el fuego enemigo, llegaban a Leningrado barcos con alimentos en verano y caravanas de camiones en invierno.

Durante la estación fría, no sólo operaban los vehículos rodados en el lago Ladoga congelado. Con una velocidad impresionante, los veleros patinadores soviéticos cruzaron el lago e hicieron una contribución especial a la defensa de Leningrado.

Pequeños ayudantes

Los dos destacamentos de “barcos de hielo” se crearon en otoño de 1941 usando como base el club acuático Trud. Estaba formados por deportistas experimentados y jóvenes navegantes con amplia experiencia en barcos de vela. En noviembre, casi treinta veleros con esquíes entraron en servicio de combate, y sus tripulaciones incluían conductores y ametralladores.

Estas pequeñas embarcaciones con palas de acero en forma de patín podían alcanzar velocidades de hasta 80 km/h, entregaban pequeños cargamentos a la ciudad y evacuaban a los habitantes que se morían de hambre: “Los hambrientos habitantes no podían creer que hubiéramos cruzado todo el lago Ladoga en sólo 20 o 25 minutos, pedían que no los dejáramos y siguieran adelante, dudando de que ya estuvieran en ‘tierra firme’. Muchas mujeres lloraban, convencidas de que serían arrojadas al hielo, y diez minutos después estaban en una casa caliente, abrazando y agradeciendo a los marineros”, escribió el almirante Yuri Panteleiev.

Los veleros de hielo soviéticos también llevaron a cabo misiones de reconocimiento en la “Ruta de la Vida”, buscando unidades enemigas sobre la superficie helada del lago. Entregaban informes urgentes a la ciudad, daban cobertura a los carros y caravanas de camiones y transportaban combustible.

Los agujeros en el hielo formados por las explosiones también suponían una amenaza para los camiones. Cubiertos de costras de hielo y nieve, eran completamente invisibles, especialmente por la noche, cuando las columnas de coches salían al hielo para evitar los ataques aéreos del enemigo.

Los barcos con patines de cuchillas se adelantaban a los camiones y examinaban cuidadosamente la ruta. Descubrían los obstáculos, a menudo cayendo en ellos, y alertaban a los conductores.

No siempre fue fácil sacar las embarcaciones de estos agujeros. A veces era necesario asistirlos en el agua, desmontar las piezas y volver a montarlo. Y los marineros hacían todo esto con la ropa mojada y a una temperatura de 20 grados bajo cero.

Estos pequeños ayudantes del Ejército Rojo eran más rápidos que los camiones o los caballos, no necesitaban combustible ni descanso, pero en cuanto la superficie del lago Ladoga se cubría con una gruesa capa de nieve, los marineros cogían sus embarcaciones y les colocaban los esquís.

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