“Los edificios de piedra se construyen muy lentamente aquí [en San Petersburgo], debido a que es difícil encontrar albañiles y otros artistas de este tipo incluso con una paga decente”, escribió Pedro el Grande en un decreto de 1714. “Por lo tanto, se prohíbe cualquier construcción en piedra en todo el estado durante varios años, a todo el mundo, sin distinción de nombre, bajo amenaza de confiscación del patrimonio y exilio”. Por “construcciones de piedra”, Pedro entendía las estructuras de ladrillo.
Diez años después de la fundación de San Petersburgo, seguía habiendo escasez de albañiles en la obra que era la ciudad en ese momento. Pedro calculó que si prohibía la construcción en piedra, los constructores de todo el país viajarían a San Petersburgo para encontrar trabajo, y eso fue lo que ocurrió. Sin embargo, no fue la única medida que tomó Pedro el Grande para hacer de San Petersburgo una ciudad más de piedra que de madera.
Obras fatales
San Petersburgo era también un proyecto para mejorar la reputación del Estado ruso. La creación de una ciudad europea moderna a partir de cero, en los terrenos pantanosos de la desembocadura del río Nevá, fue una empresa ambiciosa que toda Europa contempló con asombro, y durante su construcción se produjeron numerosas muertes.
El enviado francés Jacques de Campredon informó en 1723 que más de 150.000 personas perecieron durante la construcción de San Petersburgo. Francis Dashwood, el primer turista británico en Rusia, cifró en 1733 la cifra en más del doble, ya que los trabajadores morían de hambre y enfermedades. Sin embargo, la verdad dista mucho de lo que afirman estos relatos.
Entre 1703 y 1704, había dos tipos principales de constructores en San Petersburgo. La mayoría de los trabajadores no cualificados (constructores, porteadores, excavadores) eran campesinos, siervos que pertenecían al Estado. Cada año se enviaba a San Petersburgo un cierto número de ellos por orden del zar. La historiadora rusa Ekaterina Andreieva asegura que entre 1703 y 1712 se enviaron a San Petersburgo unos 190.000 campesinos no cualificados. Los campesinos recibían salarios, tenían acceso a la sanidad y no permanecían mucho tiempo en la ciudad: sus turnos duraban tres meses, tras los cuales se les permitía volver a casa.
El otro tipo de trabajadores eran los canteros, herreros y carpinteros cualificados, que eran invitados a San Petersburgo. Andreieva estudió los datos de los archivos de 1704 a 1711, según los cuales se enviaron a San Petersburgo entre 13 y 14.000 trabajadores cualificados. También ellos recibían salarios, aunque más altos que los de los campesinos.
También es evidente que la tasa de mortalidad de los trabajadores de San Petersburgo no era superior a la media de la población general del país en aquella época. Lo de que cientos de miles de trabajadores pudieron haber perecido durante la construcción de la ciudad no se sostiene simplemente porque habría significado que casi todos los trabajadores enviados allí perecieron.
Sin embargo, en las obras realmente faltaban trabajadores: “La mayor necesidad es la de los herreros, porque sin ellos, algunas obras están completamente quietas y silenciosas, y los carpinteros también están en demanda”, escribió un funcionario de San Petersburgo en 1705.
Falta de ladrillos
El principal inconveniente de la construcción en piedra era la falta de ladrillos. Durante los primeros años de construcción, las fábricas de ladrillos utilizaron rápidamente toda la madera de los alrededores de San Petersburgo y, en la década de 1710, tuvieron que abastecerse de leña de otras regiones, lo que dificultó la producción.
El historiador ruso Serguéi Lupov calculó que en la década de 1710 las fábricas de ladrillos de San Petersburgo producían una media de 15 millones de ladrillos al año, lo que era suficiente para construir sólo unos 30 edificios gubernamentales de ladrillo. Sin embargo, la mayoría de los ladrillos se utilizaron para construir la fortaleza de Pedro y Pablo, y el primitivo Palacio de Invierno. La mayoría de las casas seguían siendo de madera. A veces, para ahorrar ladrillos, se construían nuevas casas de ladrillo con una pared común.
En 1709, Pedro ordenó a los “ministros, generales y nobles” que construyeran casas de ladrillo en San Petersburgo. Al parecer, eran muy pocas, y en 1713 se promulgó otro decreto que obligaba a todos los funcionarios de la corte a vivir en San Petersburgo en sus propias casas de ladrillo.
Finalmente, en 1714, se puso en vigor la prohibición de los edificios de ladrillo en toda Rusia. Sin embargo, esto no cambió mucho. En 1716-1717, las casas del séquito de Pedro, que se encontraban en el malecón Petróvskaia, seguían siendo de madera, excepto la casa de piedra del canciller Gavril Golovkin. Otros cortesanos seguían “preparando” la construcción de casas de ladrillo. Los palacios de verano e invierno se construyeron en ladrillo, y varias casas de piedra pertenecientes a nobles y miembros de la familia real se situaron detrás del río Fontanka.
La gente común se vio obligada a construir sus casas en la isla Vasilievski, a cierta distancia del Palacio de Invierno y del centro de la ciudad. Sin embargo, en 1726, menos de la mitad de los solares de la isla estaban ocupados. La prohibición de los edificios de ladrillo en Rusia se levantó en 1741. San Petersburgo siguió siendo una ciudad mayoritariamente de madera. En 1798, según las estadísticas, de las 6.072 casas de San Petersburgo sólo 1.834 eran de piedra, y en 1833 de las 7.976 casas, 2.730 eran de piedra. No todos los deseos de Pedro se hicieron realidad fácilmente.
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