Cuando los tanques soviéticos estuvieron a punto de capturar a Hitler en 1943

Historia
BORIS EGOROV
Una vez, mucho antes del que acabase la guerra, las tropas soviéticas se encontraron a pocos kilómetros del Führer. Aunque nunca lo supieron.

El 20 de febrero de 1943 los tanques soviéticos aparecieron de repente en las afueras de Zaporozhie, en el sureste de Ucrania, en la retaguardia profunda de las fuerzas alemanas. El inesperado avance de los rusos asustó al mando de la Wehrmacht, porque en ese momento el propio Adolf Hitler se encontraba en esta ciudad mal defendida. 

Incursión rápida

A finales de enero las tropas soviéticas lanzaron la operación Voroshilovgrad, también conocida como Operación Galope, destinada a liberar la región del Donbass de los alemanes. Moscú esperaba una victoria rápida, subestimando, como pronto quedó claro, la fuerza y las capacidades del enemigo.

El 25º Cuerpo de Tanques del general Piotr Pávlov, compuesto por tres brigadas de tanques y una de fusiles motorizados y un regimiento de artillería antiaérea, fue el más exitoso. Recorrió más de 300 km en menos de diez días, atravesando tres regiones ucranianas y liberando varias docenas de asentamientos por el camino. 

Este éxito, sin embargo, tenía un inconveniente, ya que los tanques estaban muy alejados de sus bases de suministro. El 17 de febrero Pávlov, que estaba cerca de la ciudad de Lozovaya, informó al mando del 6º Ejército: “Los tanques tienen la mitad del combustible. No puedo moverme por falta de combustible”. Pronto el cuerpo continuó avanzando hacia el río Dnieper, pero con fuerzas limitadas.

A pocos kilómetros de Hitler

Ese mismo día, Adolf Hitler abandonó su cuartel general cerca de Vinnitsa, en el centro de Ucrania, y voló a Zaporozhie, al cuartel general del mariscal de campo Erich von Manstein, comandante del Grupo de Ejércitos Sur, para discutir con él la situación estratégica.

“Al tercer día de nuestra estancia allí, cuando llegué a desayunar, se supo que los rusos habían roto el frente cerca de Dnepropetrovsk. La carretera principal por la que avanzaban iba justo en dirección a Zaporozhie y pasaba por el aeródromo donde estaba nuestro avión”, recordó Hans Bauer, piloto personal de Hitler: “Todas las fuerzas disponibles en el aeródromo se reunieron para defenderlo, pero la defensa no parecía muy fiable: no teníamos ni artillería ni rifles antitanque”.

El 20 de febrero aparecieron varias docenas de tanques soviéticos del 25º Cuerpo en los alrededores de Zaporozhie. "Los tanquistas rusos estaban a 5 km del aeródromo cuando fueron bloqueados por un tren blindado alemán con cañones antiaéreos. Al mismo tiempo, los aviones de cobertura fueron retirados del aeródromo", dijo durante su interrogatorio el general Rainer Stahel, que fue capturado por los soviéticos en 1944.

Pronto llegó Hitler al aeródromo y se preparó una evacuación. “Nuestros tres Cóndor con los motores ya calentados despegaron, y al mismo tiempo, vimos dos enormes aviones de seis motores que venían a aterrizar, entregando armas antitanque”, escribió Bauer. 

“¡No había una sola pieza entre nosotros y nuestro enemigo! Por ello, me sentí muy tranquilo cuando Hitler voló esa noche”, señaló Manstein en su obra Victorias perdidas

Para sorpresa de los alemanes, los tanquistas soviéticos nunca intentaron abrirse paso hasta el aeródromo. Pronto se supo que simplemente se habían quedado sin combustible. Según Bauer, podrían haber llegado al aeródromo, pero al ver cientos de aviones, decidieron que encontrarían una fuerte resistencia. “Las tripulaciones salieron de los tanques y los dejaron parados en el mismo lugar. ¿Se habrían comportado igual si hubieran sabido que Hitler estaba en el aeródromo en ese momento?”, se preguntó el piloto personal del Führer.

Eliminación del avance

El general Stahel, que se reunió con Hitler al día siguiente, observó que el Führer estaba “aterrado” por el hecho de que casi había caído en manos de los tanquistas soviéticos como trofeo. Ordenó a Manstein que no dudara en destruir las fuerzas enemigas.

Grandes fuerzas, incluyendo divisiones de tanques de élite de las SS: la 1ª Leibstandarte Adolf Hitler y la 3ª Cabeza Muerta, reforzadas con la división motorizada Tigres de la Wehrmacht Gran Alemania, se reunieron en la zona del avance. El 21 de febrero el cuerpo de Pávlov quedó aislado y durante casi dos semanas tuvo que luchar duramente en un cerco.

Los tanquistas se abrieron paso en pequeños grupos dispersos y sufrieron un fuerte ataque y además se quedaron sin combustible. El propio Pávlov fue herido y pronto cayó cautivo de los alemanes, donde permaneció hasta el final de la guerra.

Hitler se mostró conmocionado por el incidente, y dijo que había tenido “una suerte inaudita”. No obstante, voló a territorio soviético ocupado varias veces más, hasta que el rápido avance del Ejército Rojo hacia el oeste hizo imposible tales visitas.

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