En un frío día de diciembre de 1963, estudiantes negros de países africanos ocuparon la Plaza Roja en la primera gran protesta en Moscú desde los años 20. La muerte de un estudiante de medicina de Ghana, fue lo que desencadenó las protestas y estuvo rodeada de misterio. En los días previos a las protestas, las autoridades soviéticas detectaron patrones sospechosos y sospecharon de juego sucio.
La misteriosa muerte de Jovrino
El 13 de diciembre de 1960 se descubrió un cadáver en un descampado de una carretera rural de Jovrino, uno de los distritos del norte de Moscú. La víctima era un hombre negro. La policía descubrió rápidamente la identidad del fallecido: Asare-Addo, un estudiante de medicina de 29 años procedente de Ghana. La víctima tenía una pequeña herida bajo la barbilla. Para mayor perplejidad de los investigadores, el cadáver estaba en un lugar demasiado alejado para que Asare-Addo entrara accidentalmente, ya que vivía en una ciudad totalmente distinta. La noticia se difundió rápidamente entre la comunidad de estudiantes negros africanos que estudiaban en la URSS.
La URSS fue un importante aliado de los movimientos anticoloniales de corte marxista en el continente africano durante la Guerra Fría. Entre otras cosas, otorgó becas para estudiar en el país socialista a jóvenes de algunos países africanos. En 1960 el gobierno soviético incluso creó una nueva universidad con el nombre del líder independentista congoleño Patrice Lumumba para ofrecer educación a personas de países socialistas de África, Asia y América Latina. Con la afluencia de estudiantes negros a la sociedad soviética, era inevitable que se produjeran incidentes aislados de conflictos raciales, pero éstos nunca habían desembocado en un asesinato.
Algunos estudiantes filtraron una historia sobre la boda de Asare-Addo con una chica rusa que supuestamente estaba programada para el sábado, el día después de que se descubriera su cuerpo en Moscú. Una de las teorías que los manifestantes negros expusieron fue que su compañero ghanés había sido asesinado por los familiares de la chica para impedir el matrimonio. Otra teoría afirmaba que Asare-Addo había sido víctima de un ataque aleatorio por motivos raciales. La injusticia percibida hacia los negros africanos en la Unión Soviética provocó protestas que se extendieron hasta la Plaza Roja.
Un segundo Alabama
Poco después de que se difundiera la noticia del hallazgo del cadáver entre los estudiantes africanos de Moscú, los manifestantes negros salieron a la calle. Reunidos en la embajada de Ghana en Moscú, la multitud de unas 500 personas se trasladó al corazón de la Unión Soviética, la Plaza Roja.
Los manifestantes, casi en su totalidad hombres, llevaban pancartas con eslóganes pegadizos, como “Moscú, una segunda Alabama”, “Dejad de matar africanos” y “Es lo mismo en todo el mundo”. La policía soviética hizo un intento poco entusiasta de bloquear la marcha, pero no pudo impedir que accediera a la Plaza Roja. No se produjeron detenciones, quizás por consideraciones políticas. Una vez allí, los manifestantes se reunieron junto a la torre Spásskaia, donde concedieron entrevistas a los corresponsales de noticias occidentales.
Con la esperanza de disipar la multitud enfurecida y controlar la situación, las autoridades soviéticas optaron por las negociaciones. El Ministro de Educación soviético, Viacheslav Eliutin, invitó a unos cuantos representantes de los estudiantes africanos a un diálogo.
Eliutin manejó la delicada situación con habilidad, como un político experimentado. El ministro expresó su dolor por la muerte de Asare-Addo y propuso un minuto de silencio en su honor, lo que aplacó temporalmente a los beligerantes manifestantes.
A continuación, Eliutin prosiguió con un discurso: “Tenemos un país grande y es posible encontrar individuos aislados que son malas personas, al igual que en cualquier país, hay un pequeño número de personas dispuestas a cometer actos de gamberrismo. Estos individuos aislados pueden, por supuesto, ofender a un ciudadano soviético o a un ciudadano extranjero. Pero es inadmisible e incorrecto generalizar o sacar conclusiones basándose en tales casos, si es que tienen lugar, o hablar de las relaciones del pueblo soviético hacia ustedes sobre esta base. Esto es algo que toda persona desprejuiciada y objetiva debería entender. Tampoco ha sucedido nunca, y ninguno de ustedes puede decir que lo haya hecho, que uno de nuestros decanos, profesores o funcionarios del Ministerio haya dejado escapar una mala palabra en relación con ustedes”.
La línea que siguieron las autoridades soviéticas en relación con las protestas fue igualmente astuta y magistral: aplacaron la indignación inicial, prometieron una investigación exhaustiva sobre la muerte del estudiante de medicina, denunciaron las protestas -que, en su opinión, hacían el juego a los imperialistas y ponían en evidencia a la Unión Soviética- utilizando los periódicos de las universidades y una comunidad académica más amplia, y trataron sin piedad a los instigadores más activos.
Motivos ulteriores
La autopsia realizada por un médico soviético bajo la observación de dos estudiantes avanzados de medicina de Ghana, que fueron invitados a asistir al procedimiento en aras de la transparencia, no mostró ningún signo de muerte violenta. En cambio, se dictaminó que la muerte fue “efecto del frío en un estado de estupor inducido por el alcohol”. Asare-Addo no fue víctima de un crimen de odio, sino que fue un desafortunado accidente y, tal vez, un descuido lo que lo mató.
Aunque no todo el mundo estaba contento con el informe oficial del forense, las autoridades soviéticas se apresuraron a cerrar el caso y a abordar otro misterio más inquietante desde el punto de vista político: ¿cómo pudieron los estudiantes africanos movilizarse tan rápidamente para la protesta?
Las autoridades soviéticas se quedaron perplejas ante algunos detalles que rodeaban las protestas. El cuerpo fue descubierto el 13 de diciembre y la protesta se celebró el 18. Sin embargo, las universidades de Leningrado y Kalinin habían notificado al Ministerio de Educación que los estudiantes ghaneses de estas ciudades habían sido convocados a Moscú para asistir a un acto en la embajada ghanesa desde el 9 de diciembre. Al preguntar por el acto, la Embajada de Ghana dijo que no había convocado a los estudiantes y que no tenía ningún acto previsto para esas fechas.
Curiosamente, las autoridades llegaron a la conclusión de que Assare-Addo -que estudiaba en Kalinin- se dirigía casi con toda seguridad al “acto” en la embajada de Ghana cuando murió. Ese mismo día, se dice que unos cientos de estudiantes de Ghana y otros países africanos se comportaron de forma alborotada, lo que llevó al embajador ghanés y a su esposa a atrincherarse en el último piso del edificio.
Prevalecieron varias teorías sobre el origen de la convocatoria y la protesta. Se nombraron extraoficialmente algunos posibles culpables, entre ellos algunas embajadas occidentales e incluso el errático presidente ghanés Kwame Nkrumah, que podría haber tenido sus motivos. Sin embargo, las autoridades soviéticas se abstuvieron de señalar con el dedo.
En su lugar, cerraron el caso Assare-Addo, expulsaron a los estudiantes africanos más beligerantes, desacreditaron la protesta a los ojos de la comunidad académica y, finalmente, reforzaron la formación ideológica de los estudiantes extranjeros. Así terminó la mayor protesta de los estudiantes africanos en la URSS.
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