Se trataba de un coche único para la extinta Unión Soviética, pero solo se llegaron a fabricar 50 unidades y el proyecto se interrumpió tras el colapso de la URSS.
Al principio, el modelo era demasiado prometedor para la industria automovilística soviética, que a finales de los años 80 y principios de los 90 producía modelos inferiores a los de los fabricantes europeos y estadounidenses.
En la década de 1980, la fábrica de automóviles Gorkovski - GAZ - trabajó en el desarrollo de un nuevo coche que fuera más avanzado que cualquier otro modelo de automóvil fabricado entonces en la URSS. El resultado de su trabajo fue el GAZ-3105. El coche incorporaba las últimas tecnologías disponibles en la época: una suspensión independiente de tipo McPherson, dirección asistida, frenos de disco en ambos ejes, un motor completamente nuevo y una transmisión fundamentalmente diferente.
Para la industria automovilística soviética, ensamblar este modelo equivalía a realizar un gran avance tecnológico que le permitiera competir con las empresas automovilísticas capitalistas.
A finales de los años 80 se fabricaron unos pocos prototipos del Volga GAZ-3105. El coche tenía un interior poco ortodoxo: sus ventanillas eran más grandes de lo habitual y la parte inferior se abría, mientras que la superior permanecía intacta. Esta solución poco práctica le daba al coche un aspecto novedoso poco común entre otros modelos de fabricación soviética.
Además, se parecía mucho al Audi 100, que sirvió de inspiración a los ingenieros soviéticos, que se basaron en el coche alemán para fabricar el GAZ-3105, aunque no lo copiaron del todo. Por otra parte, el motor V8 del coche se construyó de nuevo.
En comparación con otros coches de fabricación soviética, supuso un gran avance tecnológico. El GAZ-3105 estaba equipado con asientos eléctricos y espejos, ventanas y antenas eléctricas. Incluso los asientos traseros eran eléctricos y estaban equipados con un sistema de calefacción.
Las esperanzas de producción en serie de este modelo se desvanecieron simultáneamente con la URSS. Cuando el país se derrumbó y la nueva Rusia independiente luchó por reconstruir su fracturada economía, cesó la financiación estatal de la fábrica de automóviles Gorkovsky. Los ingenieros no podían seguir trabajando en el coche sin los medios para construirlo.
En 1994, el entonces presidente de Rusia, Borís Yeltsin, firmó un decreto que estipulaba que la fábrica de automóviles Gorkovski debía producir al menos 250 coches al año. Sin embargo, el Estado no aportó fondos suficientes para respaldarlo y los vehículos se fabricaron en malas condiciones financieras. Esto afectó en gran medida a su calidad, ya que los ingenieros tuvieron que ahorrar hasta el último céntimo en su construcción.
El resultado fue un aspecto poco recomendable. Los coches se ensamblaban con diferentes piezas, algunas de las cuales estaban marcadas como “fabricadas en la URSS”, mientras que otras se fabricaban en Rusia. El interior era de plástico barato, a veces de colores que no coincidían. Las piezas menores, como las llaves de contacto y los tapones del depósito de gasolina, se tomaban prestadas de otra empresa productora de automóviles -Lada-. Los ingenieros también utilizaron algunas piezas encontradas originalmente en el Audi 100.
El GAZ-3105 se convirtió en un coche emblemático, testigo de dos épocas diferentes: la última Unión Soviética, con sus ambiciosos planes y su disfuncional sistema político y económico, y la Rusia moderna de principios de los años 90, que tuvo que reinventarse y solucionar los problemas estructurales heredados de la URSS. Por desgracia, el Volga GAZ-3105 no sobrevivió al cambio.
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