Incluso sufriendo graves derrotas y perdiendo guerras, Rusia siempre mantuvo su independencia. La única excepción fue la invasión mongola.
Aunque en 1922 la palabra “Rusia” volvió a desaparecer del mapa político de Europa. Esta vez de forma bastante voluntaria: el país se convirtió en el núcleo de la Unión Soviética.
La Rusia que el mundo conoce hoy nació el 12 de junio de 1990. Esta fecha es celebrada anualmente por millones de rusos como el “Día de Rusia”.
El yugo mongol
A mediados del siglo XIII, los mongoles atravesaron a sangre y fuego el territorio de Rusia, que en aquella época se encontraba en estado de fragmentación feudal. Uno a uno, la mayoría de los principados rusos fueron conquistados por los descendientes de Gengis Kan.
Durante más de dos siglos Rusia estuvo bajo la dependencia política y económica de los mongoles. A pesar de que los conquistadores no mantenían guarniciones permanentes en las ciudades rusas, cualquier desobediencia a la voluntad de los kanes o la negativa al pago del tributo provocaban inmediatamente por crueles acciones punitivas. Los gobernantes mongoles decidían quiénes de los príncipes rusos gobernarían y quiénes no, quiénes vivirían y quiénes deberían morir.
Durante el llamado yugo tártaro-mongol, los principados rusos más fuertes lucharon entre sí para conseguir una posición dominante en Rusia. Resignados hacia el exterior, se esforzaron por aumentar su influencia y su expansión territorial. En aquella época era habitual que los príncipes rusos derrotaran a sus rivales recurriendo a la ayuda de los ejércitos mongoles.
A finales del siglo XIV, el principado de Moscú, convertido en el centro de unificación de las tierras rusas, se había hecho tan fuerte que pudo desafiar abiertamente a los mongoles. En 1380, el príncipe moscovita Dimitri Ivánovich derrotó a las tropas del temnik (señor de la guerra) Mamái en la batalla de Kulikovo Pole. Sin embargo, los rusos tardaron otro siglo en liberarse por completo.
En 1472, en la batalla de Aleksin, Iván III derrotó al ejército del Ajmat Kan, lo que hizo que el principado de Moscú se negara a seguir pagándole tributos. Después de ocho años, Ajmat intentó recuperar su influencia. Ambos ejércitos estaban alineados en las orillas del río Ugrá, pero el kan no se atrevió a forzar el río y envió a sus guerreros. El llamado “Plantón en el río Ugrá” acabó finalmente con la independencia política del Estado ruso.
Colapso de la URSS
La creación de la URSS tuvo lugar en 1922 y la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) era la mayor y más desarrollada económicamente de las repúblicas soviéticas.
A principios de la década de 1990, la Unión Soviética ya no era el Estado que había sido diez años antes. Las drásticas y no siempre bien pensadas reformas iniciadas por Mijaíl Gorbachov, secretario general del Comité Central del Partido Comunista, a mediados de la década de 1980 (la llamada perestroika) no solo dieron lugar a la democratización de la sociedad soviética, la aparición del parlamentarismo y la libertad de expresión, sino también a una profunda crisis política y económica.
Una de las consecuencias más importantes de la perestroika fue el crecimiento de los sentimientos separatistas en las repúblicas de la Unión Soviética. Como el debilitado gobierno central ya no podía resistir los esfuerzos de las repúblicas por la independencia, una tras otra, las repúblicas de la unión declararon su soberanía. Según la Constitución de 1977, ya antes se consideraban formalmente “soberanos”, pero ahora se trataba de una declaración muy real de la supremacía de las leyes locales.
La república más importante, la RSFSR, participó en este proceso, conocido como “desfile de soberanías”. La élite política local no se propuso romper la URSS, sino que confiaba en poder hacer un mejor trabajo que las autoridades centrales en la reforma de su región y en la distribución de sus recursos nacionales.
La RSFSR resultó ser sólo la sexta república (después de Estonia, Lituania, Letonia, Azerbaiyán y Georgia) en declarar su soberanía estatal. Adoptada por el Congreso de Diputados del Pueblo el 12 de junio de 1990, la declaración proclamaba la creación de un “Estado democrático de derecho dentro de la renovada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.
La Rusia soberana debía ser uno de los pilares de la Unión Soviética reformada, pero nunca se produjo. El gobierno central, dirigido por Mijaíl Gorbachov, y los dirigentes de la RSFSR, encabezados por Borís Yeltsin, se enzarzaron en un violento enfrentamiento político. Además, tras la RSFSR, todas las restantes repúblicas de la Unión declararon su soberanía, perdiendo rápidamente todo vínculo económico con Moscú.
El 26 de diciembre de 1991, la Unión Soviética dejó de existir oficialmente. La Federación Rusa (como pasó a llamarse la RSFSR) fue reconocida por la comunidad internacional como el Estado sucesor de la URSS.
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