¿Cómo y por qué secuestró Taiwán un petrolero soviético en los años 50?

Historia
BORIS EGOROV
La vuelta a casa duró casi 35 años para algunos miembros de la tripulación.

El 23 de junio de 1954 se produjo un acontecimiento que provocó gran conmoción en la URSS. El petrolero soviético Tuapse fue capturado en aguas internacionales del Mar del Sur de China. Y no lo hicieron piratas, sino la Armada de la República de China. ¿Cómo llegó la pequeña Taiwán a decidir un conflicto abierto con una de las principales potencias mundiales?

Los adversarios

La Unión Soviética y China no siempre fueron enemigos. En la segunda mitad de la década de 1930, Moscú apoyó activamente al partido gobernante Kuomintang de Chiang Kai-shek, que se oponía a la agresión japonesa, enviándole apoyo financiero, armas y especialistas militares.

Sin embargo, más tarde, los caminos de los dos países se separaron fundamentalmente. La URSS se puso del lado de los comunistas afines a Mao Zedong, y los antiguos amigos se convirtieron en adversarios.

En 1949, el Ejército Popular de Liberación chino (EPL) expulsó a los seguidores de Chiang Kai-shek del continente a Taiwán, pero éstos no se resignaron a la derrota. Con el apoyo de sus aliados estadounidenses, el Kuomintang trató de imponer un bloqueo naval a la República Popular China y detuvo a los cargueros extranjeros que se dirigían a los comunistas. Tras confiscar sus cargamentos, normalmente se permitía que los barcos siguieran su camino. Los buques soviéticos eran los únicos que Chiang Kai-shek no se atrevía a tocar. Este temor, sin embargo, desapareció en la primavera de 1953 tras la muerte del todopoderoso Stalin y la consiguiente lucha por el poder en la URSS.

La captura

El buque cisterna soviético Tuapse, que había salido de Odesa en mayo de 1954, se dirigía a Shangái con 10.000 toneladas de combustible de aviación destinado a la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación. Cuando casi había llegado a su destino, fue interceptado por dos destructores taiwaneses. El oficial Cui Changling, que participó en la operación de captura del petrolero, huyó a la China continental algún tiempo después. “No pude evitar preguntarme cómo es que el mando de Chiang Kai-shek decidió demostrar tal audacia”, dijo durante el interrogatorio. “Pronto recibí del capitán una respuesta exhaustiva a esta pregunta. Cuando a primera hora de la mañana del 23 de junio vimos el Tuapse, nos dirigimos hacia él. En ese momento estaba en el puente de mando y vi a través de mis prismáticos las siluetas de otros dos barcos. Inmediatamente se lo comuniqué al capitán. Él dijo que los barcos pertenecían a la Marina de EE UU. El capitán dijo que se habían encontrado con el Tuapse en el canal de Bashi y que lo acompañaban al lugar de captura preestablecido, informando de las coordenadas del buque soviético al mando del Kuomintang”.

Los barcos chinos hicieron varios disparos de advertencia, ordenando al petrolero que se detuviera. Un grupo de asalto armado subió a bordo y tomó el control del barco. La sala de radio solo tuvo tiempo de enviar un mensaje a casa para decir que el barco había sido tomado.

El Tuapse fue llevado al puerto taiwanés de Gaoxiong. Allí, según Cui Changling, subieron a bordo varios asesores militares estadounidenses vestidos de civiles. Confiscaron toda la documentación y examinaron cuidadosamente el petrolero.

Polémica

La Unión Soviética reaccionó inmediatamente. Moscú no reconocía al gobierno taiwanés y su nota de protesta fue enviada directamente a EE UU: “Es perfectamente evidente que la confiscación del petrolero soviético por un buque de la marina en aguas controladas por la marina de EE UU solo se podía llevar a cabo por fuerzas navales estadounidenses. En relación con este ataque a un buque mercante soviético en mar abierto, el gobierno soviético espera que el gobierno de EE UU tome medidas para garantizar la devolución inmediata del barco, su carga y su tripulación”, decía la nota. El texto de la nota fue publicado en el periódico Pravda el 25 de junio.

Desde que Chiang Kai-shek continuó reteniendo el barco y su tripulación, la Unión Soviética y varios países del Bloque Socialista intensificaron su presión diplomática, incluso en la ONU. Australia y Nueva Zelanda, que eran amigas de los estadounidenses, expresaron en privado su preocupación de que el incidente pudiera dar a la URSS un pretexto para intensificar las operaciones navales en la parte occidental del océano Pacífico.

El destino de la tripulación

Sin embargo, los servicios especiales estadounidenses y taiwaneses no tenían prisa por satisfacer las exigencias de Moscú. Tenían sus propios planes para los marineros soviéticos.

Los 49 tripulantes fueron divididos en grupos de 10 a 15 personas cada uno e inmediatamente aislados unos de otros. Todos los días se les sometía a un lavado de cerebro psicológico para intentar que pidieran asilo político en EE UU. El objetivo era dañar la imagen de la Unión Soviética y demostrar que la gente supuestamente huía de ella en cualquier oportunidad.

A los marineros se les dio el estatus de prisioneros de guerra, se les dio poca comida y les dieron palizas. También a algunos los intentaron  sobornar con la promesa de una vida cómoda y próspera en Occidente. En un momento dado, incluso se les dijo que estaba en marcha una Tercera Guerra Mundial y que, si no cambiaban de bando, simplemente serían fusilados.

Un año después, la Unión Soviética consiguió, con la mediación de los franceses, la liberación de 29 miembros de la tripulación, incluido el capitán del petrolero, Vitali Kalinin. A pesar de todas las presiones a las que fueron sometidos, se negaron categóricamente a firmar nada.

Los hombres liberados recibieron una bienvenida de héroes cuando llegaron a casa. Se les pagó una indemnización por haber sido prisioneros, se les entregaron premios y se les dieron buenos trabajos en los barcos. “Hubo momentos en los que perdimos toda esperanza de volver. Temíamos sobre todo morir de hambre: Todos estaban tan demacrados que parecían esqueletos andantes”, recuerda Yuri Boriskin. 

A las 20 personas que sí firmaron las solicitudes de asilo les esperaba otro destino. Nueve de ellas fueron llevadas a EE UU, donde dos incluso emitieron críticas al sistema soviético en la radio. Cinco decidieron volver a casa poco después, y en abril de 1956 huyeron a la embajada soviética. En su país, su acogida fue muy discreta; se les mantuvo bajo supervisión y ya no se les permitió navegar por las rutas internacionales. Nikolái Vaganov, uno de los que había realizado emisiones de radio, fue detenido (no inmediatamente, sino en 1963), condenado por traición y sentenciado a diez años.

Los cuatro que permanecieron en EE UU fueron condenados a muerte en la Unión Soviética en ausencia. Uno de ellos -Mijaíl Ivankov-Nikolov- se volvió loco poco después, y los propios estadounidenses lo entregaron al bando soviético en 1959. En su país, no fue fusilado, sino internado en un hospital psiquiátrico, donde pasó 20 años.

Otros cuatro marinos que habían firmado solicitudes de asilo pudieron salir de Taiwán hacia América Latina en 1957, y desde allí regresar a la URSS. Al principio se organizó una gran conferencia de prensa para ellos, pero posteriormente fueron condenados a penas de hasta 15 años por traición. De los marineros que permanecieron en la isla, dos murieron y otro se suicidó. Cuatro retiraron sus solicitudes de asilo firmadas en EE UU y fueron ingresados en una prisión local. Tras ser liberados, vivieron en un asentamiento junto al mar bajo la supervisión de la policía taiwanesa. Sólo 34 años después, en 1988, el cónsul soviético en Singapur consiguió que fueran repatriados.

El petrolero Tuapse nunca volvió a ver las costas de su país. Tras servir en la Armada de la República de China con el nuevo nombre de Kuaiji, fue enviado a un amarre permanente en el puerto de Kaohsiung, donde permanece hasta hoy.

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