La increíble historia de una estatua de Lenin que sobrevivió a los nazis… en una ciudad alemana

Historia
GUEÓRGUI MANÁEV
¿Cómo llegó una estatua de bronce de Lenin de un suburbio de San Petersburgo a una ciudad del centro de Alemania, y quién la salvó de ser fundida?

¿Cómo llegó una estatua de bronce de Lenin de un suburbio de San Petersburgo a una ciudad del centro de Alemania, y quién la salvó de ser fundida? 

El 2 de julio de 1945, las tropas soviéticas entraron en la ciudad de Eisleben, lugar de nacimiento del teólogo Martín Lutero. Para su sorpresa, entre los edificios medievales de la plaza principal de la ciudad, se dieron de bruces con un monumento dedicado a Vladímir Ilich Lenin, obra del famoso escultor soviético Matvei Manizer (1891-1966). Fue el primer monumento erigido en honor a Lenin de Alemania. Pero, ¿cómo acabó en territorio nazi? 

Ilich en Detskoie 

Las obras de Manizer resultan familiares para cualquiera que haya viajado en el metro de Moscú. Es el autor de las famosas esculturas de la estación de Ploschad Revoliutsi (Plaza de la Revolución), entre las que se encuentra el guardia de fronteras con el perro, cuyo morro ha sido pulido por innumerables toques de los transeúntes que frotan el hocico del perro “para dar buena suerte”. Manizer también hizo la máscara mortuoria de Stalin en 1953. 

En los años 20, Manizer creó una estatua de Lenin, que fue replicada en varios moldes de bronce. La conocida figura de un Lenin resuelto (con gorra y traje de tres piezas, la mano izquierda agarrando la solapa de la chaqueta y la derecha metida en el bolsillo del pantalón) se instaló en Jabarovsk, Kirovogrado (actual Kropivnitski, Ucrania) o Kuibishev (Samara). Uno de esos monumentos se erigió en Tsárskoie Seló, una ciudad a las afueras de San Petersburgo que albergaba una residencia de verano de la familia imperial rusa, que para entonces había sido rebautizada como Detskoie Seló (y desde 1937 se llama Pushkin). La estatua apareció allí en 1926, en el exterior de un antiguo asilo para soldados lisiados, que más tarde se convirtió en un sanatorio sindical (perteneciente al Consejo Central de Sindicatos de toda la Unión). 

Cuando los alemanes ocuparon Pushkin en 1941, mostraron un gran interés por el Lenin de bronce de 3,2 metros de altura, que pesaba más de tres toneladas. Sin embargo, su interés no era tanto estético como práctico: la estatua era una fuente de metal no ferroso. Lenin fue derribado del pedestal y enviado a Alemania para ser fundido. 

Las leyendas y Lenin 

Lo que ocurrió después con el monumento se convirtió en una leyenda, que debió ser modificada posteriormente para reforzar la imagen del partido comunista gobernante en la RDA. Según la leyenda, allí donde los funcionarios del Reich enviaban el monumento para fundirlo, en todas partes había socialistas encubiertos entre los trabajadores, que, con diversos pretextos, se negaban a fundir a Ilich. Finalmente, el monumento fue enviado a Eisleben, a la planta de Mansfeld AG, también conocida como Krüghutte. 

Lenin llegó a la planta en 1943, en un tren que transportaba metal capturado por los alemanes en la URSS y que la industria alemana necesitaba para la producción de armas. La estatua de Lenin estaba tumbada entre cúpulas abolladas, viejas anclas y otros desperdicios. “Recuerdo que estaba tumbado de espaldas y que era fácilmente reconocible con su gorra”, recordaría Helmut Helman, uno de los trabajadores socialistas. Aquella misma noche, cuenta la leyenda, un grupo de trabajadores alemanes antifascistas, antiguos comunistas y socialdemócratas, así como prisioneros de guerra soviéticos, enterraron el monumento a Lenin en el depósito de chatarra y esparcieron encima virutas de cobre y otros escombros para ocultarlo. 

Cuando las tropas americanas entraron en Eisleben el 14 de abril de 1945, continúa la historia, los trabajadores pidieron a los dirigentes militares americanos que les permitieran colocar el monumento en la ciudad, sin embargo, los americanos se negaron y el monumento permaneció bajo tierra un par de meses más. Cuando en 1945 se supo que Eisleben quedaría bajo la zona de ocupación soviética, se tomó la decisión de colocar la estatua de Lenin en un pedestal. Cuando el Ejército Rojo entró en la ciudad, los soldados se sorprendieron al ver al líder de la revolución bolchevique adornando su plaza principal. “Lenin llegó aquí antes que nosotros”, dijeron supuestamente los rusos. 

En la parte posterior del pedestal de madera, los trabajadores alemanes habían dejado una inscripción que decía que los antifascistas locales habían evitado que el monumento fuera fundido y lo habían erigido en la plaza de la ciudad el 2 de julio de 1945 “en honor del Ejército Rojo”. El 1 de mayo de 1948, el monumento fue entregado oficialmente por la parte soviética a la ciudad de Eisleben. 

“Los archivos de Lenin” 

Posteriormente, esta notable leyenda debió ser embellecida aún más por los comunistas de Alemania Oriental bajo la supervisión de Moscú. En los años 50, empleados del Instituto de Marxismo-Leninismo de Moscú fueron enviados a la RDA para encontrar a los responsables de la ocultación y posterior instalación del monumento. 

Sin embargo, según los investigadores alemanes, los trabajadores de la fábrica no tenían intención de colocar la estatua de Lenin y empezaron a hacerlo apenas unas semanas antes de que el ejército soviético entrara en la ciudad. Hasta entonces, dijeron los trabajadores (entre ellos Helmut Helman), el monumento estuvo simplemente tirado en el depósito de chatarra junto con otras esculturas, y nadie intentó ocultarlo. Lo más probable es que no fuese fundido debido a su tamaño y forma, ya que primero había que cortarlo en pedazos. 

Sin embargo, estos hallazgos no servirían desde el punto de vista ideológico, por lo que se decidió meter esta versión de los hechos “debajo de la alfombra” y reforzar la leyenda original en su lugar. En 1954, el número 8 de la revista Smena publicó un extenso artículo en el que se relataba la apasionante historia de cómo se había “rescatado” el monumento. 

En 1958, el propio Matvei Manizer visitó Eisleben, como parte de un grupo de personalidades soviéticas del arte y la cultura, y reconoció “inesperadamente” su creación. Dos años más tarde, como “en respuesta”, se envió a Pushkin un monumento al comunista alemán Ernst Thalmann, que se erigió en el lugar donde se encontraba anteriormente el Lenin de Manizer (ahora se ha trasladado al bulevar Sofiski). Y en 1970, para conmemorar el centenario del nacimiento de Lenin, se creó en la Fábrica de Meissen una medalla de porcelana conmemorativa que representaba el monumento. 

Tras la reunificación alemana, en 1991, el Lenin de Eisleben fue enviado al Museo Histórico Alemán de Berlín. Y en 2006, un investigador de Sajonia, Andreas Stedtler, publicó un libro titulado The Lenin Files (Los archivos de Lenin), en el que finalmente se desmontó la leyenda. “Sin duda, los autores intelectuales de este proyecto tuvieron un notable instinto político. Erigir este monumento justo antes de que el Ejército Rojo entrara en la ciudad fue una jugada brillante”, señaló Stedtler en su libro. 

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