Asia Central, que se extiende desde la estepa kazaja hasta Afganistán y desde el mar Caspio hasta la frontera con China, fue la última gran adquisición territorial del Imperio ruso antes de su colapso en 1917.
Durante mucho tiempo, Rusia no se atrevió a interferir en los asuntos de la región de Asia Central. El territorio de los actuales Kazajistán, Tayikistán, Turkmenistán, Kirguistán y Uzbekistán era un auténtico hervidero. Decenas de tribus y pequeños estados libraban allí interminables guerras brutales y sangrientas disputas entre sí.
Los kanatos de Kokand y Jiva (Khwarazm), así como el Emirato de Bujará (antes de 1785, Kanato de Bujará), eran las mayores entidades estatales de Asia Central. Incluso en el siglo XVIII, dominaba un orden feudal medieval y la esclavitud florecía ampliamente.
En 1714, el zar Pedro I envió una expedición militar a Jiva para comprobar la fuerza de sus vecinos de Asia Central. Mejor preparado y equipado, el destacamento de 6.000 hombres del príncipe Alexander Bekovich-Cherkaski dispersó fácilmente al ejército de 24.000 hombres de Shir Ghazi Kan. Entonces, el gobernante de Jiva recurrió a un truco. Propuso una tregua, durante la cual lanzó un ataque sorpresa y masacró o capturó a los soldados rusos. Envió la cabeza del propio príncipe como regalo al Kan de Bujará.
Durante el siglo XVIII, Rusia se expandía activamente en la estepa kazaja y se acercaba a las fronteras de los estados de Asia Central. Los clanes kazajos de los llamados zhuzes menores y medios (hordas), que buscaban la protección de los rusos contra las devastadoras incursiones de los dzungares vecinos, se sometieron voluntariamente al dominio del zar. A su vez, los zhuzes superiores permanecieron bajo el control político de Kokand.
La coexistencia relativamente pacífica de Rusia y los estados de Asia Central llegó a su fin hacia mediados del siglo XIX. La razón fue la llegada de un nuevo y peligroso actor a la región: Gran Bretaña. Los británicos, tras establecer un punto de apoyo en el Indostán, avanzaban activamente hacia el norte, tratando de extender su influencia a Afganistán, Bujará, Kokand y Jiva. Cuando los diplomáticos británicos y los agentes secretos del Ministerio de Guerra aparecieron en las ciudades de Asia Central, Rusia decidió prepararse para realizar un ataque preventivo. Asia Central se convirtió en un escenario de confrontación entre los dos imperios, ampliamente conocido como el "Gran Juego".
La expansión rusa en la región de Asia Central también tuvo causas económicas. El estallido de la Guerra de Secesión estadounidense en 1861 provocó una fuerte reducción del suministro de algodón a Rusia, algo que golpeó duramente a la industria textil del imperio. En estas circunstancias, había que encontrar urgentemente una fuente alternativa y estable de esta importante materia prima, y Kokand y Bujará podían desempeñar este papel.
Los estados de Asia Central no tenían prácticamente ninguna perspectiva de ser capaces de resistir a los ejércitos de Rusia. El entrenamiento de combate de sus soldados dejaba mucho que desear, mientras que no más de una cuarta parte de sus hombres estaban equipados con armas de fuego. “En Kokand no existe ningún ejército regular”, escribió el orientalista e historiador Vladímir Veliaminov-Zernov en la década de 1850. “El ejército de Kokand sí tiene artillería, pero es tan mala que apenas puede llamarse así”.
A veces, la enorme superioridad numérica de las fuerzas de Jivan, Bujará y Kokand no tenía importancia cuando se enfrentaban a tropas rusas bien entrenadas. El 29 de junio de 1865, un pequeño destacamento (1.300 hombres) dirigido por el general Mijaíl Cherniaiev tomó una de las ciudades más grandes y ricas del kanato de Kokand, Tashkent, que estaba defendida por una guarnición enemiga de 30.000 hombres. Dos años más tarde, la ciudad se convirtió en el centro administrativo de la gobernación-generalato del Turquestán que se estableció en Asia Central.
“Estos puñados de nuestros soldados, rodeados y aislados por un enjambre de jinetes bujarianos, habiendo avanzado hasta una posición considerada inexpugnable y ocupada por un enemigo 10 veces más fuerte, presentaban un espectáculo extraño. Pero ese es el significado de la fuerza de espíritu y de un coraje para el que nada es imposible”, así es como el oficial Alexéi Kuropatkin, futuro Ministro Imperial de Guerra ruso, describió la toma de la ciudad de Samarcanda en el Emirato de Bujará el 27 de mayo de 1868, en su libro de memorias La Conquista de Turkmenia.
En la Batalla de los Altos de Zerabulak, el 14 de junio de 1868, el ejército del emir Muzaffar, compuesto por 30.000 hombres, fue aplastado por un destacamento de 2.000 hombres dirigido por el general Konstantin Kaufman, lo que acabó provocando la derrota del emirato de Bujará. En 1873, el Janato de Jiva y, tres años más tarde, el Janato de Kokand corrieron la misma suerte.
Una de las operaciones más difíciles para las tropas rusas durante la conquista de Asia Central fue el sometimiento de las tribus teke que vivían en el territorio del actual Turkmenistán. Sólo en el asedio y asalto al fuerte de Geok Tepe, en enero de 1881, perdieron más de 1.000 hombres. Mientras tanto, en los combates más encarnizados contra los Bujarános y los jivanos, las bajas se contaron por decenas.
Con la adhesión voluntaria de las tribus de Merv al Imperio ruso en 1884 y la llegada de las tropas rusas a las fronteras de Afganistán, que estaba bajo la protección británica, la conquista de Asia Central en su conjunto fue completada. Con la llegada de las nuevas autoridades, se abolió la esclavitud y se puso fin a las centenarias disputas entre la población local. Sin embargo, no todos los territorios fueron incorporados al Imperio. Aunque su tamaño se redujo considerablemente, el emirato de Bujará y el kanato de Jiva conservaron formalmente su independencia, aunque aceptaron la protección rusa. Esto permitió a los dirigentes del país ejercer un control efectivo sobre estas regiones, sin tener que gastar importantes recursos. “Mi mejor jefe de distrito es el emir de Bujará”, dijo el gobernador general de Turquestán, Konstantín Kaufman. La independencia de los dos estados no fue eliminada definitivamente por los bolcheviques hasta 1920.
Gran Bretaña, cuya llegada a la región de Asia Central fue lo que provocó en gran medida la expansión rusa, tuvo que contemplar impotente los triunfos de su adversario geopolítico. Después de sufrir el motín a gran escala de los sepoy en la India en 1857-59, Londres no tenía ni la fuerza ni los recursos para entrar en conflicto abierto con Rusia y se limitó a emitir protestas diplomáticas.
Aunque Asia Central estaba perdida para los británicos, éstos protegieron cuidadosamente las rutas hacia Afganistán e India de los rusos. Cuando en 1885 estalló un conflicto fronterizo entre tropas rusas y afganas en el río Kushka, Gran Bretaña estuvo a un paso de declarar la guerra a Rusia. En los años siguientes, las partes se sentaron en la mesa de negociaciones en numerosas ocasiones, para delimitar las esferas de influencia en la región. El “Gran Juego” entre los dos imperios sólo llegó a su fin en 1907 con la firma de la Convención Anglo-Rusa, que finalizó la formación de un bloque político-militar formado por Rusia, Gran Bretaña y Francia, conocido como la “Triple Entente”.
LEE MÁS: Asia y Oriente a través de los ojos de los artistas rusos