Tsushima: Así fue la peor derrota en la historia de la Armada rusa

Historia
BORIS EGOROV
La escuadra rusa recorrió medio mundo sólo para encontrar un nada glorioso destino cerca de la isla japonesa de Tsushima.

A principios del siglo XX, Japón desafió la posición dominante de Rusia en el Extremo Oriente. Antes encerrado en el autoaislamiento, pero ahora modernizado y rearmado, el País del Sol Naciente declaró abiertamente sus intereses geopolíticos en Corea y el noreste de China, una zona tradicional de intereses de su vecino del norte.

La guerra ruso-japonesa, que estalló en 1904-1905, conmocionó al mundo entero. Nadie podía imaginar que en su transcurso el ejército zarista no obtendría ni una sola victoria y que en la batalla de Tsushima la flota rusa sufriría la más terrible derrota de toda su historia.

Un largo viaje

El 15 de octubre de 1904, los buques de guerra de la 2ª Escuadra del Pacífico, formada en el mar Báltico, partieron del puerto de Libava (actual Liepaja en Letonia). Debían recorrer medio mundo, llegar al mar Amarillo y ayudar a sus colegas de la 1ª Escuadra del Pacífico que estaban sufriendo una fuerte presión por parte de la Armada Imperial Japonesa.

El fatídico viaje tuvo un mal comienzo. En las primeras horas del 22 de octubre, mientras se encontraban cerca de la costa de Gran Bretaña, los barcos rusos abrieron fuego contra barcos de pesca locales, habiéndolos confundido con fuerzas de sabotaje japonesas. Como resultado, murieron varios hombres de mar ingleses y sólo gracias a los frenéticos esfuerzos de los diplomáticos rusos se resolvió el conflicto de forma pacífica.

La 2ª Escuadra del Pacífico tardó siete largos meses en llegar al Extremo Oriente. Frente a la costa de la Indochina francesa, se le unió la 3ª Escuadra del Pacífico del contralmirante Nikolái Nebogatov, que la había alcanzado al haber tomado un atajo por el Canal de Suez en lugar de circunnavegar África.

El 27 de mayo de 1905, 11 acorazados, nueve cruceros, nueve destructores, así como buques de transporte y auxiliares al mando del vicealmirante Zinovi Rozhdestvenski entraron en el estrecho de Corea cerca de la isla de Tsushima, donde el enemigo ya les esperaba.

Masacre

La Flota Combinada de Japón no sólo tenía una ventaja numérica sobre los rusos (en cruceros y destructores), sino que también se había preparado cuidadosamente para enfrentarse a la escuadra rusa. El almirante Togo Heihachiro estaba decidido a destruir al enemigo de un solo golpe.

Los japoneses divisaron los barcos de Rozhestvenski cuando aún estaban a gran distancia, mientras que el comandante ruso no sólo no había realizado un reconocimiento adecuado, sino que tampoco había desarrollado un plan de acción claro en caso de encontrarse con el enemigo, aparte de dirigirse hacia Vladivostok.

La escuadra rusa, erizada de cañones, se movía en una sola línea, un barco tras otro a una distancia determinada, lo que reducía considerablemente su alcance de tiro. Como además de los barcos más nuevos, había también muchos obsoletos en sus filas, el convoy se movía a una velocidad media de nueve nudos. Togo ordenó atacar al lento y torpe enemigo con pequeñas formaciones maniobrables de cuatro o seis buques, que, desarrollando una velocidad de hasta 16 nudos, alcanzaron al convoy y entraron a atacarlo desde ángulos favorables.

Nada más comenzar la batalla, el acorazado insignia ruso Príncipe Suvorov, en el que estaba embarcado el vicealmirante Rozhestvenski, fue gravemente alcanzado. “Me di la vuelta. ¡Qué devastación! - recordó un oficial del Estado Mayor, Vladímir Semionov. - Cabinas de la tripulación en llamas en los puentes, escombros en llamas en la cubierta, montones de cadáveres... Los puestos de señales y telémetros, los puestos de observación de los proyectiles, todo fue arrasado, todo fue destruido... Detrás estaban el Alexander y el Borodino, también envueltos en humo.”

El herido Rozhdestvenski fue evacuado a otro barco, mientras que la escuadra perdió su mando durante un tiempo, lo que también contribuyó al desastre inminente. El contralmirante Nebogatov, que le sustituyó, no consiguió unir todas las fuerzas bajo su mando y, de hecho, siguió dirigiendo sólo su destacamento.

Los japoneses, que estaban bien preparados para la batalla, tenían más experiencia de combate, estaban mejor equipados y tenían ventaja numérica, pudieron tomar la iniciativa desde el principio y mantenerla hasta el final. Por la noche, consiguieron finalmente dispersar la escuadra rusa, tras lo cual sus acorazados, cruceros y destructores pudieron ser fácilmente destruidos y capturados uno a uno.

“Mientras nuestros mejores barcos perecían uno tras otro, atravesados por los proyectiles enemigos y destruidos por el fuego, volcados, pero sin abandonar la formación de combate, el enemigo permanecía prácticamente invulnerable”, recordó Vladímir Kostenko, ingeniero del acorazado Oriol. La Flota Combinada sólo perdió tres destructores en la batalla de Tsushima. Además, uno de ellos no fue alcanzado por el fuego ruso, sino que se hundió al chocar con otro barco japonés. 

Desastre

Las pérdidas sufridas por la escuadra rusa fueron mucho más importantes que las de los japoneses. Veintiún buques fueron destruidos por el enemigo o volados por sus propias tripulaciones tras los daños recibidos: seis acorazados de la escuadra, dos acorazados de la guardia costera, cuatro cruceros, cinco destructores, un crucero auxiliar y tres buques de transporte. Las pérdidas humanas ascendieron a 5.045 personas, incluidos 209 oficiales.

Cuatro acorazados, un destructor y dos buques hospitales izaron la bandera blanca. En total, 7.282 personas fueron capturadas por los japoneses, incluidos los dos comandantes: Rozhdestvenski y Nebogatov.

Siete barcos consiguieron llegar a Manila y Shanghai, donde fueron internados. Sólo el crucero Almaz y los destructores Bravi y Grozni consiguieron llegar a Vladivostok: sólo 870 oficiales y marineros de los 16.000 que tenía la escuadra antes de la batalla.

El desastre de Tsushima precipitó el final de la guerra con Japón que resultó desastrosa para Rusia. Habiendo perdido casi todas las fuerzas principales de su flota, el país eslavo se convirtió en una potencia naval menor. Su prestigio militar internacional sufrió un gran golpe, mientras que en el interior del país aumentaba rápidamente el descontento de la población con las autoridades, lo que al final condujo a la Primera Revolución Rusa de 1905-1907.

El Imperio Ruso perdió por completo su posición dominante en el Extremo Oriente en favor de Japón, que tuvo la oportunidad de llevar a cabo una expansión a gran escala en Corea y China. Sólo en 1945 la Unión Soviética pudo vengar la vergüenza de Tsushima.

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