Cuando la ciudad de Leningrado fue camuflada completamente durante la Segunda Guerra Mundial

Historia
YULIA AFANASIENKO
Los defensores de la sitiada Leningrado encontraron muchos medios para ocultar la ciudad de la aviación enemiga.

El sitio de Leningrado (actual San Petersburgo) duró 872 días, desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944. Las tropas alemanas bombardeaban intensamente la ciudad, por lo que los habitantes tuvieron que camuflarla rápidamente. En primer lugar, todos los puntos de referencia eran utilizados por la aviación enemiga para afinar la puntería. En segundo lugar, había que hacer todo lo posible para salvar de la destrucción los monumentos históricos y los edificios de vital importancia de Leningrado.

Las ocultación de agujas y cúpulas

El edificio del Almirantazgo y varias catedrales tenían agujas y cúpulas doradas que se reflejaban incluso en los días más sombríos, por lo que había que camuflarlas. Nikolái Baranov, que era el principal arquitecto de Leningrado en aquella época, recordaría en su libro Silueti Blokadi (Las siluetas del asedio): “Algunos exaltados sugirieron directamente el desmantelamiento de las torres, las cúpulas y las agujas”. Esta idea fue rechazada inmediatamente.

A menudo, la instalación del revestimiento de oro se realizó con una tecnología antigua: se pegaban capas muy finas de oro con un pegamento especial. Éstas se cubrieron con tela. Los trabajos comenzaron en la aguja del edificio del Almirantazgo. La cubierta se cosía de noche y pesaba alrededor de media tonelada. Un piloto de globo aerostático sujetó una cuerda en la cima de la aguja y luego seis escaladores la envolvieron con la tela. Una de estas escaladoras, Olga Firsova, que en realidad músico profesional, lo recordaría más tarde: “El camuflaje de la aguja era similar a la falda acampanada de una mujer, pero con una sola unión. Teníamos que coser los bordes y atarlos para que el viento no destrozara la tela de la vela”. Lo mismo se hizo, por ejemplo, con la catedral naval Nikolski.

Las catedrales de San Isaac y de los Santos Pedro y Pablo se doraron más tarde y se utilizó la tecnología de galvanoplastia. Los químicos se dieron cuenta de que una simple pintura encima era una forma adecuada de camuflaje: la pintura se podía lavar después sin que se dañara la superficie sobre la que se había aplicado. Pero había otra dificultad: Baranov destacó que la parte superior de la aguja de la Catedral de los Santos Pedro y Pablo oscilaba hasta un metro y medio. El joven teniente Mijaíl Bobrov, el primer escalador allí, tuvo que abrirse paso hasta la cima (atando una cuerda) por unas viejas escaleras y nadie estaba seguro de que estas pudieran sostener el peso de un hombre. Sin embargo, los escaladores lograron cumplir su importante tarea y el oro dejó de ser una guía para el enemigo.

Redes de camuflaje

Muchos de los grandes edificios urbanos se ocultaron bajo redes especiales de camuflaje con trozos de tela de colores. Los pintores de decorados teatrales participaron en la confección de las redes y sus habilidades para les ayudaron mucho. Utilizaron pinturas especiales y lograron que los pilotos enemigos vieran parques y campos en lugar de edificios estratégicos. Los pintores también tuvieron que introducir los cambios estacionales del tiempo. Añadieron más colores amarillos y rojos en otoño y prestaron atención a la cantidad y las texturas de la nieve en invierno.

Pero las redes no sólo se pintaron: los fabricantes les dieron cierta extensión y textura para mejorar su aspecto de naturalidad. Una bailarina de ballet del Teatro Kirovski (actual Teatro Mariinski) llamada Olga Iordan recordó más tarde: “En la sala de escenografía de la Ulitsa Pisareva, cortábamos el líber, lo atábamos en manojos y lo cosíamos a las redes. Sabíamos que este trabajo era necesario para la defensa de la ciudad”. Además, a menudo se ataban a las redes plantas naturales y ramas cortadas.

El antiguo edificio del Instituto Smolni que albergaba la administración de Leningrado era un ejemplo de camuflaje con red. Se integraba en el verdor circundante. El arquitecto Alexánder Gegello recordó: “Se extendió una red de camuflaje con aplicaciones que imitaban las copas de los árboles. Las redes se fijaron al tejado en ángulo para ocultar la forma en “П” del edificio”. También se ocultó la reconocible curvatura del río Nevá: se monto un río falso como continuación de la avenida Sovetski (desde 1944, Suvorovski).

Monumentos cubiertos

Mijaíl Bobrov escribió en su libro de memorias: “Enormes cajas de sacos de arena cubrían muchos monumentos”. Esos sacos de arena estaban atados con tablas. Así se ocultaban los monumentos más grandes, como el Jinete de Bronce (una figura ecuestre de Pedro el Grande) y la estatua de Lenin cerca de la estación de Finlandia.

Algunas esculturas más pequeñas fueron retiradas de sus lugares y enterradas para ocultarlas. Así, los grupos escultóricos de Anichkov Most, de Piotr Klodt, llamados Ukroshchenie Konia Chelovekom (“Los domadores de caballos”) fueron enterrados cerca, en el jardín del Palacio de los Pioneros. Después de la guerra, se encontraron gracias a los pequeños montículos que sobresalían por encima de ellos. Las esculturas de la colección única del Jardín de Verano fueron enterradas cerca de sus pedestales.

Sin embargo, algunos monumentos no fueron camuflados. Mijaíl Bobrov escribió: “Sólo quedaron al descubierto los monumentos a los grandes comandantes de guerra rusos: a Suvorov, Kutuzov y Barclay de Tolly, que inspiraron heroísmo a los defensores de la ciudad guerrera”.

Edificios falsos

La infraestructura y las industrias de Leningrado también tuvieron que ser escamoteadas. Por ejemplo, Nikolái Baranov comentó que el hipódromo era un punto de mira perfecto, ya que su enorme elipse podía verse fácilmente desde arriba. En realidad, una bomba ya había impactado en el edificio antes de ser camuflado. Según el plan, los obreros retiraron la tribuna y llenaron el espacio abierto con maquetas de casas. La longitud y la anchura de las maquetas eran reales, pero la altura era varias veces menor. El arquitecto recordó: “Esta decisión dimensional estableció los efectos característicos de luz y sombra, que imitaban los patios y el patrón de las calles y pasajes”. Los tejados de las grandes secciones de fábricas también se construyeron con esos modelos.

Los puentes del río y las estaciones de ferrocarril de Moskovski y Vitebski se decoraron como si fueran ruinas. Las estaciones también se duplicaron: sus maquetas se colocaron a cierta distancia. Una falsa terminal petrolera apodada “Ruchi” (“Arroyos”) fue incluso equipada con algunas cisternas con fuel. Estas maquetas fueron fuertemente bombardeadas, pero se reparaban después de cada ataque.

La torre de la estación principal de suministro de agua era estratégicamente importante, por lo que se cubrió con toldos horizontales. La nueva construcción ya no se parecía a una torre de agua, por lo que la aviación enemiga no podía encontrarla. Sin embargo, la central térmica cercana al río Fontanka no tuvo tanta suerte: sus cuatro altos y notables conductos tuvieron que ser desmontados para ocultarla.

Las bombas enemigas dañaron considerablemente a Leningrado durante los duros tiempos del asedio, pero el correcto camuflaje ayudó a la ciudad a evitar una destrucción catastrófica. 

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