“El Studebaker merece un monumento como los que hay en todas partes al famoso tanque T-34”, escribió el artillero Iliá Mariasin. El favorito de los conductores militares soviéticos, el Studebaker-US6 fue un verdadero salvavidas para el Ejército Rojo, que experimentó una escasez crónica de vehículos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue el vehículo más exportado a la URSS bajo el programa de Préstamo y Arriendo: hasta 200.000 fueron entregados al país durante el conflicto.
Los “Studeri” (como los llamaban los soldados soviéticos) fueron construidos para transportar una carga de 2.500 kg, aunque no era raro que cargasen hasta cuatro toneladas. En la carretera, el potente camión con tracción a las cuatro ruedas podía alcanzar una velocidad máxima de 70 km/h, y su tanque de 150 litros era suficiente para recorrer 400 km. Los principales caballos de batalla del Ejército Rojo, el ZIS-5 y el GAZ-AA, no podían competir con su homólogo extranjero. “El Studebaker era mejor, por supuesto”, opinó el teniente Pavel Gurevich del 6º Batallón de Morteros de Guardias Separadas: “El ZIS era de dos ejes y se paraba si el camino era malo. Pero el Studebaker era un vehículo todoterreno, con tracción delantera y trasera. Además era más maniobrable. En los pantanos de Carelia, los Studebakers aparecieron en el momento adecuado.”
“Había muchos camiones, pero se atascaban en las carreteras y tenían que ser sacados del barro literalmente a mano”, recordaría el responsable de señalización Semión Brevdo. “Los camiones Studebaker de EE UU fueron un verdadero salvavidas. Venían con un cabestrante de cable de acero sobre el parachoques delantero, por lo que el camión podía salir por sí mismo del fango, siempre y cuando hubiera algo a lo que atar el extremo del cable, y podía arrastrar a otros camiones también. Tener uno o dos Studebakers en una columna de vehículos podía marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.”
El Studebaker se utilizaba para remolcar artillería de hasta 150 mm de calibre, y para transportar mercancías y personal. Además, se instaló en este vehículo una modificación del lanzacohetes tipo Katiusha, el BM-31-12 (apodado “Andriusha”).
Los camiones estadounidenses servían como tanques de combustible y como plataformas para montar talleres de reparación y otros, así como estaciones de radio de onda corta para la comunicación del Estado Mayor y el frente. Una de las pocas deficiencias del Studebaker en comparación con el ZIS y el GAZ soviéticos era que requería petróleo y combustible de mejor calidad que estos.
La cabina del conductor, totalmente metálica, se consideraba un ejemplo de amplitud y funcionalidad. A diferencia de los camiones soviéticos, el vehículo estadounidense tenía bancos que se plegaban hacia afuera en los laterales. La carrocería, cubierta por una gruesa lona, calentaba a los soldados durante el traslado y les permitía dormir.
La Unión Soviética estuvo realmente agradecida a los fabricantes del milagroso camión. El 5 de enero de 1945, el Teniente General Leonid Rudenko, jefe de la Comisión de Compras Gubernamentales de la URSS en los EE UU entregó a la Corporación Studebaker un álbum de fotos titulado “El Studebaker en el frente soviético-alemán” con imágenes que mostraban cómo el camión servía en la Unión Soviética. Hoy en día, se encuentra en los archivos del Museo Nacional Studebaker en South Bend, Indiana.
Después de la guerra, la mayoría de los camiones fueron devueltos a los Estados Unidos. Sin embargo, algunos permanecieron en la URSS y siguieron siendo utilizados para la agricultura, la industria y el ejército soviético hasta mediados de la década de 1960.
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