El 25 de enero de 1995 podría ser el Día del Juicio Final: la Federación Rusa se preparaba para lanzar un ataque nuclear contra EE UU. ¿Qué pasó para que los dos países, que habían abandonado la confrontación de la Guerra Fría y acababan de normalizar sus relaciones, estuvieran al borde de la destrucción mutua?
¿Empieza la guerra?
La causa de la crisis fue un cohete meteorológico de Noruega. El lanzamiento desde la pequeña isla de Anneia a las 7 hora local hacia Spitsbergen causó un gran revuelo en Rusia.
Equipado con equipo científico para estudiar la aurora boreal, el Black Brant XII era similar en tamaño al misil balístico estadounidense Trident D-5, diseñado para ser lanzado desde submarinos. Además, voló a lo largo de una trayectoria que, según el Ministerio de Defensa ruso, era la que harían los misiles de EE UU en caso de guerra nuclear.
En diciembre de 1994 Noruega informó a 28 estados, incluida Rusia, sobre el lanzamiento previsto, pero sin establecer una fecha concreta. Se limitó a decir que sería entre el 15 de enero y el 10 de febrero del año siguiente. Debido a retrasos burocráticos, esta información no llegó al Sistema de Alerta de Ataques con Misiles de Rusia, lo que provocó la alarma.
Momentos decisivos
Se convocó una reunión de emergencia al más alto nivel en el Kremlin a la que asistieron las máximas autoridades a nivel político y militar. El Ministro de Defensa, Pável Grachev; el Jefe del Estado Mayor, Mijaíl Kolésnikov y el presidente (como Comandante Supremo), Borís Yeltsin, activaron tres terminales para las fuerzas de misiles estratégicos, los denominados maletines nucleares.
Los militares creían que el misil se había lanzado para crear un pulso electromagnético que inutilizaría los radares y los sistemas de comunicación rusos. Lo que vendría después sería un ataque masivo.
A lo largo de unos intensos minutos, mientras seguían el vuelo del supuesto misil, los líderes decidían si Rusia lanzaba o no un ataque nuclear contra EE UU. “Poco se sabe de lo que dijo Yeltsin y puede que hayan sido algunos de los momentos más peligrosos de la era nuclear. Muestran cómo el mecanismo de alerta y ataque nuclear de la Guerra Fría sigue en pie y cómo podría salir desastrosamente mal, a pesar de que la rivalidad entre las grandes superpotencias haya terminado”, escribió el periodista David Hoffman en el Washingtn Post, tres años después del incidente.
La tensión se rebajó cuando quedó claro que el misil se dirigía a Spitsbergen (no muy lejos de donde cayó finalmente, sobre el océano). Se desactivaron entonces las alarmas nucleares.
La comunidad internacional supo acerca del incidente y la alerta de las Fuerzas Nucleares Estratégicas Rusas poco después, lo que sorprendió a los líderes militares de EE UU. Cuatro años más tarde, los noruegos se reunieron para repetir el lanzamiento de Black Brant XII e informaron al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Los estadounidenses advirtieron además a todas las agencias militares rusas a través de sus canales. Esta vez no hubo sorpresas desagradables.
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