Casi todo el mundo en la URSS se vio involucrado en la guerra de aniquilación que Adolf Hitler desató contra la URSS: hombres, mujeres, ancianos e incluso niños. Es más, los niños no eran de ninguna manera inferiores a los adultos en esta lucha. Decenas de miles de menores se unieron al movimiento de resistencia y al ejército regular, miles fueron premiados con condecoraciones militares y varios incluso se convirtieron en Héroes de la Unión Soviética.
Evidentemente, los niños no fueron movilizados en el Ejército Rojo (la edad de alistamiento era de 18 años, aunque algunos consiguieron alistarse a los 17). Los adolescentes solían huir de sus casas para luchar en el frente. Los huérfanos pasaban a formar parte del Ejército. Muchos así se unieron al combate, debido a la gran cantidad de víctimas en el Frente Oriental. A menudo las unidades del Ejército Rojo, tras haber recogido a un niño que se había escapado de su casa o se había quedado sin padres, no lo enviaban al frente, sino que lo adoptaban a su cargo como un “hijo del regimiento”. En la marina, se les llamaba grumetes y había muchos de ellos entre los hijos de los marineros asesinados.
La mayoría de los “hijos del regimiento” realizaban tareas domésticas en el frente. No siempre se les incluía en la lista del personal de una unidad militar, pero si lo hacían, se les podía daba una tarea, un uniforme e incluso un arma. Algunos de ellos participaron en las batallas.
Piotr Klypa, de 14 años, era un alumno de un pelotón de música de la 6ª División de Fusileros, que en el momento de la invasión alemana estaba justo en la frontera, en la fortaleza de Brest. Al inicio de la guerra Pyotr se unió a una de las unidades de combate y desempeñó funciones de un encargado de señales, hizo salidas de reconocimiento a las posiciones enemigas, obtuvo agua y medicinas -muy necesarias para los soldados- e incluso descubrió un depósito de municiones intacto, que ayudó a los defensores de la fortaleza a durar un poco más. A principios de julio, Klypa y varios soldados lograron escapar de la fortaleza, pero pronto fueron capturados. Los nazis llevaron a Piotr a Alemania, donde tuvo que hacer trabajos forzados pero fue liberado en 1945.
En octubre de 1941, Vasili Kurka, de dieciséis años, se unió a las unidades del Ejército Rojo que se retiraban de Mariupol y pidió que lo alistaran en la 395 División de Infantería. Dada su corta edad, Vasili no fue enviado al frente, sino que se mantuvo en los servicios de retaguardia. Tras enterarse de que los soldados estaban siendo reclutados para un entrenamiento como francotiradores, convenció a sus oficiales comandantes para que le dieran una oportunidad. Resultó que Kurka era un francotirador nato. Ascendió al rango de subteniente, se convirtió en comandante de un pelotón de francotiradores e incluso en instructor de la escuela. Antes de ser asesinado en enero de 1945 luchando en Polonia, Vasili había acabado con 179 soldados y oficiales enemigos, lo que lo convertía en uno de los mejores francotiradores del Ejército Rojo.
El padre de Iván Guerasímov, de 13 años, fue asesinado al comienzo de la guerra. Además, pensó que su madre y sus hermanas habían sido quemadas vivas en su casa durante un bombardeo (después de la guerra resultó que habían sobrevivido). Ivan se unió a un regimiento de artillería de la 112ª División de Infantería, donde sirvió como ayudante de cocina, y luego como portador de municiones. Durante los combates en Stalingrado a finales de 1942, Guerasímov tomó el rifle de asalto de alguien y empezó a disparar al enemigo después de que murieran todos sus compañeros. Cuando le volaron la mano derecha y le destrozaron el codo izquierdo, él, agarrando una granada antitanque con sus muñones, sacó el pasador con sus dientes y se lanzó bajo un tanque alemán, volándolo junto con él.
Serguéi Aleshkin, de cinco años, quedó huérfano después de que su hermano mayor y su madre fueran ejecutados por los alemanes en el otoño de 1941 por participar en el movimiento de resistencia (su padre había muerto antes de la guerra). El niño perdido y demacrado fue encontrado por exploradores del 142º Regimiento de Rifles de la Guardia, cuyo comandante decidió adoptar al niño. El “hijo del regimiento” más joven de la historia de la Segunda Guerra Mundial obtuvo su medalla "Por Mérito en la Batalla" en noviembre de 1942 en Stalingrado. El fuerte bombardeo de artillería hizo que el refugio del comandante se derrumbara. Bajo el fuego enemigo, el niño de seis años buscó ayuda y participó en la excavación del refugio, salvando así la vida de su padre adoptivo.
No todos los niños que estuvieron en el frente eran huérfanos o fugitivos. A veces sus padres, al ir al frente, se los llevaban con ellos. En abril de 1943 Arkadi Kamanin, de 14 años, se incorporó al 5º Cuerpo de Aviación de Asalto comandado por su padre. Después de servir durante varios meses como mecánico de vuelo y como observador, realizó su primer vuelo como piloto de un avión U-2. Después de haberse alistado en un escuadrón aéreo de comunicaciones, Arkadi Kamanin se convirtió en el piloto soviético más joven de la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente, tras sobrevivir a la guerra, murió de meningitis en 1947. Tenía solo 18 años.
Si el Ejército Rojo tenía miles de menores sirviendo en él, en el movimiento de resistencia eran decenas de miles. Para los jóvenes era mucho más fácil unirse a los partisanos que a una unidad militar, que tenía que cumplir ciertas normas y cuyos comandantes podían sufrir consecuencias si se sabía que tenían adolescentes en el frente. Además, desde una unidad militar se podía enviar a los niños lejos del frente y al interior del país, mientras que para los destacamentos de partisanos que luchaban en los territorios ocupados esa opción simplemente no existía.
Algunos de los jóvenes partisanos alcanzaron la más alta condecoración militar, el título de Héroe de la Unión Soviética. Zinaida Portnova, de 17 años, fue exploradora de los partisanos en Bielorrusia y miembro de la organización clandestina Jóvenes Vengadores. Capturada por la Gestapo, fue sometida a numerosos interrogatorios, durante uno de los cuales consiguió agarrar una pistola del escritorio y disparar al interrogador y a dos de sus ayudantes. Sin embargo, su intento de fuga fracasó. En la mañana del 10 de enero de 1944, después de un mes de tortura, fue ejecutada. Catorce años después, Zinaida Portnova obtuvo a título póstumo el galardón de Héroe de la Unión Soviética.
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