Después de la muerte de Lenin, San Petersburgo pasó a llamarse Leningrado. Pronto, varias otras ciudades también serían renombradas en honor a famosos líderes bolcheviques. ¿Pero por qué y cómo se escapó Moscú de sufrir el mismo destino?
Todo comenzó con la reubicación de la capital. Después de la Revolución de Octubre, antes de que San Petersburgo se convirtiera en Leningrado, perdió su función como capital de Rusia.
Recordaréis que cuando los bolcheviques tuvieron su segunda revolución en 1917, San Petersburgo también llevó brevemente el nombre de Petrogrado (1914-1924). Una vez mencionado esto, veamos por qué Petrogrado cedió su estatus a Moscú en 1918.
Petrogrado. Barricadas de la Catedral de San Isaac. 2 de octubre de 1917
TASSHubo varias razones para el traslado. Primero, los antiguos funcionarios zaristas boicotearon el gobierno bolchevique. En las instituciones civiles de Petrogrado (el Banco Estatal, el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Telégrafo Central, y otros) los funcionarios no se presentaron a trabajar, destruyeron documentos, o simplemente se encerraron en sus oficinas. Como los oficinistas impedían que las instituciones funcionaran correctamente, los bolcheviques no tuvieron más remedio que crear nuevas oficinas estatales en Moscú.
En segundo lugar, había un gran número de antibolcheviques y soldados del disuelto Ejército Imperial Ruso en Petrogrado. Organizaron provocaciones, atacaron a los bolcheviques y a sus partidarios, planearon conspiraciones y montaron ataques terroristas. Sólo bloqueando la ciudad y cortando los suministros de alimentos los bolcheviques pudieron hacer que los partidarios de la monarquía se rindieran. Aparentemente, el gobierno no podía operar efectivamente bajo estas condiciones.
El tercer y probablemente más importante factor fue la Primera Guerra Mundial que aún estaba en marcha en 1918. Después de que Finlandia declarase su independencia el 6 de diciembre de 1917, la frontera estatal quedó a sólo 35 kilómetros de Petrogrado. A finales de febrero, el ejército alemán estaba tan cerca de la capital que, el 2 de marzo, comenzó a bombardearla con artillería de largo alcance. El 10 de marzo, un tren secreto con Vladímir Lenin y otros líderes bolcheviques de alto rango partió de Petrogrado hacia Moscú. El 12 de marzo se completó el proceso de reubicación de la capital, y el 16 de marzo se formalizó en el 4º Congreso de los Soviéticos.
Pero esto nos deja con la siguiente pregunta: ¿por qué Moscú nunca fue rebautizada?
Petrogrado en los años 20.
Foto de archivoDurante su vida, Lenin se opuso firmemente al cambio de nombre de cualquier ciudad, pueblo, calle, etc., en su honor. Después de su muerte, su viuda Nadezhda Krúpskaia repitió en numerosas ocasiones que Lenin habría encontrado la idea desagradable, pero no se le hizo caso. El 26 de enero de 1924, sólo cinco días después de la muerte de Lenin, el Segundo Congreso de los Soviéticos de la URSS cambió el nombre de Petrogrado por el de Leningrado, citando como razón que “las actividades revolucionarias de Vladímir Lenin florecieron por primera vez en Petrogrado”.
La “fiebre del renombramiento” fue puesta en funcionamiento por Iósif Stalin, que tampoco se dejó a sí mismo fuera de los libros de historia: la ciudad de Donetsk, en la actualmente disputada región ucraniana de Donetsk, antes Yuzovka, fue rebautizada como Stalino en 1924. Un año más tarde, en 1925, Tsaritsino (actual Volgogrado) fue rebautizada como Stalingrado. Mientras que Dushanbé (la capital de la República de Tayikistán) se convirtió en Stalinabad en 1929, y Novokuznetsk, en Siberia, empezó a llamarse Stalinsk en 1932. La lista continúa...
Otras ciudade, lass más grandes e importantes de Rusia, también recibieron nombres de prominentes líderes bolcheviques. En 1924, Ekaterimburgo se había convertido en Sverdlovsk, por Yakov Sverdlov (1885-1919). En 1931, la antigua ciudad de Tver pasó a llamarse Kalinin, en honor a Mijail Kalinin (1875-1946), en 1932 Nizhni Nóvgorod pasó a llamarse Gorki, en honor al famoso escritor socialista-realista Maxim Gorki (1868-1936), que nació allí, aunque el propio Maxim Gorki se opuso ferozmente a la decisión, y prohibió que el nuevo nombre de la ciudad se utilizara entre su familia y amigos. En 1935, Samara se había convertido en Kuibishev, den honor de Valerian Kuibishev (1888-1935), y Stavropol se convirtió en Voroshilovsk, pordel comandante militar Kliment Voroshílov (1888-1969). Una vez más, la lista podría continuar...
Al llevar a cabo su campaña de renombramiento, Stalin trató de borrar la toponimia del Imperio Ruso, sustituyéndola por una soviética y creando así una nueva realidad soviética. Todos estos bautizos se hicieron para que parecieran que surgían de la voluntad del pueblo, con el gobierno amablemente obligando a renombrar las ciudades para honrar al generoso y heroico Líder. Sin embargo, Stalin se opuso firme y repetidamente a cualquier intento de renombrar a Moscú.
Una vista del Kremlin desde el puente Bolshoi Kamenny. Moscú, 1937.
Anatoli Garanin/SputnikLa primera vez que la idea fue lanzada, en 1927, unos 200 funcionarios bolcheviques presentaron una petición para renombrar Moscú como Ilich (el patronímico de Vladímir Lenin), escribiendo que “Lenin fundó la Rusia libre”. Stalin rechazó la propuesta alegando que el hecho de tener dos grandes ciudades renombradas en honor a Lenin habría sido demasiado (con Petrogrado, que ya se había convertido entonces en Leningrado).
El segundo intento se produjo en 1938 y fue presentado por Nikolái Ezhov (1895-1940), entonces Comisario del Pueblo para Asuntos Internos (también un despiadado secuaz y verdugo, que empezaba a perder su poder y confianza a los ojos de Stalin). En un intento por recuperar el favor del líder, Ezhov ordenó a sus súbditos que crearan un proyecto de renombrar Moscú como Stalinodar (traducido como “regalo de Stalin”). El proyecto de Ezhov incluso citaba cartas y poemas de “moscovitas de a pie”. Pero Ezhov no tuvo en cuenta que Stalin odiaba la adulación ramplona. Descartó la sugerencia como “tonta”. Ezhov no sobrevivió mucho tiempo después de esto, siendo ejecutado dos años después.
Hay relatos que afirman que Moscú fue objeto de otra campaña de redenominación después de la Segunda Guerra Mundial, (pero Stalin rechazó la sugerencia de nuevo); y otra, después de la muerte de Stalin, cuando algunos de sus antiguos ayudantes y secuaces trataron de rebautizar la capital en su honor póstumamente. Sin embargo, este último intento fue desactivado por la política de desestalinización.
Puede resultar extraño que el líder totalitario, que hizo que que se instalaran gigantescos monumentos y numerosas ciudades y pueblos fueran rebautizados en su honor por todo el país, no quisiera que la capital fuera renombrada en su honor y se opusiera firmemente a los intentos de hacerlo. Sin embargo, no fue la única vez que mostró falta de vanidad: sabemos que Stalin elimió su imagen de los borradores de la Orden de la Victoria y descartó la idea de rebautizar también la Universidad Estatal de Moscú en su honor.
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