Un pasado en el exilio
Stalin tuvo que ir al exilio siberiano cinco veces. En total fueron más de diez años de exilio, durante los cuales fue estuvo varias veces en la cárcel, cohabitó con varias mujeres (entre otras cosas, fue procesado por “corromper” a una campesina de 14 años), tuvo hijos fuera del matrimonio y huyó tras prometer el matrimonio, donde siguió participando en actividades revolucionarias contra el régimen zarista.
Todos estos arrestos se documentaron y su archivo personal se llenó de estas fotos. Pero después de la llegada de Stalin a las posiciones de poder en el estado, estas fotos se convirtieron en material no deseado. Después de todo, el intocable e idealizado Stalin aparecía como un luchador contra el régimen anterior pero también como un criminal.
Sin embargo, entre los funcionarios del Partido había personas que trataban de recopilar activamente materiales sobre este período de su vida. Era predecible lo que les podía pasar: una sentencia de muerte. Posteriormente todos esos materiales fueron sistemáticamente extraídos de los archivos regionales del norte, donde estaban almacenados, y trasladados al archivo bajo la supervisión del Kremlin. El pueblo soviético vio fotos de Stalin en el exilio hasta después de su muerte.
Vida privada
La familia de Stalin y sus hijos eran una prioridad.
Las fotos de los archivos personales no estaban disponibles a ojos curiosos, no se publicaban en los periódicos y nos las veía nadie que no fuera del círculo más íntimo.
En los años 30 y 40, la vida fuera del Partido de Stalin estaba oculta bajo el velo del secreto.
Hubo una foto que irritó especialmente a Stalin y que se filtró a los periodistas extranjeros.
Se trataba de una imagen de Yakov, el primogénito de Stalin, que había caído en manos de los alemanes. La imagen del hijo del mandatario cautivo, agotado por la fatiga, se vio por todo el mundo. La propaganda alemana llegó a difundir el rumor de que Yakov se había acercado a ellos en busca de colaboración. Aunque en la URSS nadie llegó a ver esa imagen. Es más, nadie en la URSS volvió a ver al hijo mayor de Stalin.
Entre el padre y el hijo había un prolongado conflicto (Yakov intentó una vez dispararse durante una de las escaramuzas con Stalin, pero no lo consiguió; luego su padre se burló de él con la frase “¡Ja, ja no le dio!”).
En el libro de memorias de la única hija de Stalin, Svetlana Allilúyeva, titulado Veinte cartas a un amigo se cuenta: “En el invierno de 1943-44, después de Stalingrado, mi padre me dijo repentinamente en uno de los raros encuentros de entonces: ‘Los alemanes ofrecieron cambiar a Yasha por alguien de su... ¡Empezaré a negociar con ellos! No, es como la guerra en una guerra”.
La cara de Stalin sin retoques
La piel de Stalin quedó llena de cicatrices tras pasar la viruela a los siete años. Sin embargo, los residentes de la Unión Soviética estaban seguros de que Stalin tenía muy buen aspecto (especialmente para su edad). En las fotos su rostro era fino y suave, con un cabello sedoso y bien cuidado. Sus fotos se retocaban para ocultar la piel agrietada y lo rejuvenecían diez años.
El minucioso trabajo de retoques se hacía muchas veces bajo supervisión de Stalin, que no solo se preocupaba de los retratos.
Borrado de oponentes
Con el tiempo, fue necesario “corregir” muchas fotos. Después de que Stalin reprimiera a alguien y lo catalogara como “enemigo del pueblo”, lo eliminaba de las fotos en las que aparecían juntos.
La propaganda soviética se ayudaba de agentes químicos para limpiar las fotos. Se eliminaban a los “indeseables” del negativo como si nunca hubieran estado allí, y las fotos previamente mostradas se prohibían hasta que habían sido retocadas.