Echa un vistazo a este impresionante legado soviético abandonado (Fotos)

Historia
YEKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Mosaicos de cinco pisos de altura, centrales eléctricas, pueblos fantasmas... parece que el mundo se ha olvidado de estos lugares que sobreviven de la era soviética.

El legado soviético ha disminuido considerablemente en las últimas décadas: viejas casas de cultura, campamentos de pioneros, centrales eléctricas y otras instalaciones de la era soviética han sido destruidas por el tiempo o por las excavadoras. Aún así, algunas de ellas han sobrevivido. Durante los últimos tres años, Anastasia Riakóvskaia, una abogada de Moscú, ha estado viajando en busca de los restos de una época pasada y fotografiando estos lugares raramente vistos.

“Para mí la fotografía no es una actividad profesional, la hago por amor. Durante mucho tiempo fotografié a la gente, pero luego dejé de disfrutarlo. Pasé por una crisis durante la cual no toqué mi cámara durante un año. Pero luego conocí a quienes fotografiaban lugares abandonados, los llamados exploradores urbanos”, dijo Anastasia a Russia Beyond.

Los exploradores urbanos la inspiraron y comenzó a viajar con ellos a lugares remotos y poco conocidos. “Antes de cada viaje estudiamos a fondo la zona a la que nos dirigimos. El rango de nuestros intereses es bastante amplio: lugares abandonados, paisajes naturales inusuales, monumentos históricos. Gracias a los drones se ha hecho aún más amplio", dice Anastasia.

Después de realizar una larga búsqueda en Internet y en las redes sociales, hacen una lista de lugares que luego marcan en un mapa y posteriormente visitan. Cuentan con miles soolo en Rusia.

“Lo que realmente me ha conmovido son los lugares que sobrevivieron de la era soviética. Son como el legado de una gran civilización no reconocida hoy en día. Por ejemplo, en mis redes sociales promuevo la idea de que los mosaicos soviéticos deben ser identificados como una forma de arte separada que merece la protección del Estado. Muchos de estos impresionantes mosaicos pueden alcanzar la altura de un edificio de cinco pisos, pero se están desmoronando en ciudades de toda Rusia”, dice.

Muchas casas de cultura soviéticas, colegios y escuelas siguen en pie y nada se ha puesto en su lugar. “Es una experiencia melancólica vagar por aulas escolares o auditorios vacíos en casas de cultura, decoradas con carteles soviéticos, y darse cuenta de que pronto todo esto desaparecerá”.

Anastasia tiene una región favorita: el Cáucaso. Según dice casi ningún otro país extranjero, y mucho menos un solo lugar, puede presumir de tal concentración de lugares de belleza natural.

“Piensa en Daguestán, por ejemplo. Tiene la antigua ciudad de Derbent y el cañón Sulak, que es más profundo que el Gran Cañón en EE UU, y la enorme duna de arena de Sarykum, y la presa de Chirkey - una central hidroeléctrica en el río Sulak - que no es menos hermosa que la presa Hoover”, dice.

El desfiladero de Karadaj podría competir con el Cañón del Antílope en EE UU.

Su segundo destino favorito es el Lejano Oriente. Ya ha estado en la isla de Sajalín y la región de Magadán. “Mis impresiones de estos viajes han sido las más fuertes de la historia. Basta con mirar el faro nuclear abandonado de Aniva (Sajalín) o el asentamiento ahora deshabitado de Kadykchan, que originalmente tenía una población de varios miles de personas (Región de Magadán)”, dice Anastasia.

“Cuando caminé alrededor de los bloques de pisos vacíos de cinco pisos en Kadykchan y miré dentro del centro de ocio abandonado, el cine y las tiendas, tuve la experiencia más horrible y a la vez altamente emocional de mi vida”.

Ahora, a pesar de la pandemia, Anastasia está pensando en otro viaje. “Dentro de dos meses y medio queremos ir a Vladivostok y luego volver a Moscú. En nuestro mapa hemos marcado unos 1.000 lugares para visitar, incluyendo varios lugares abandonados. ¿Qué haríamos sin ellos?”

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