El Palacio de los Sóviets es el proyecto más famoso y grandioso de los proyectos no realizados del gobierno soviético. Concebido a principios de los años 20, se suponía que se convertiría en el mayor edificio y en un símbolo del nuevo país. El plan era que albergara a los órganos de gobierno, sirviera de sede para las sesiones del Sóviet Supremo y manifestaciones e incluso que tuviera una piscina en su interior.
Un gigante que llega al cielo
Además de su significado simbólico, el Palacio de los Sóviets tenía otro valor no menos importante: se suponía que se convertiría en un manifiesto arquitectónico del régimen soviético, que a principios de los años 30 ya se había apartado de las ideas del constructivismo en busca de un nuevo estilo. Un equipo de arquitectos soviéticos dirigido por Borís Iofán, autor de la Casa en el Malecón (un bloque de apartamentos no lejos del Kremlin donde vivían altos cargos del gobierno y del Partido) fue el ganador de un concurso internacional para diseñar el edificio. Al final de sus días, el arquitecto lamentó que nunca se realizara el principal proyecto de su vida.
Una estatua de Lenin de 100 metros
En el diseño de Iofán, el Palacio de los Sóviets se convertiría en el edificio más alto del mundo en ese momento (con una altura de 495 metros) y simbolizaría la victoria del socialismo. En la versión original, el edificio debía ser coronado con una estatua llamada “El Proletario Libre”, una figura de 18 metros de altura de un trabajador con una antorcha en la mano. Como era habitual en aquella época, Stalin intervino personalmente en los trabajos del diseño, señalando que el palacio debía convertirse en un monumento a Lenin y sus enseñanzas, y la estatua del proletario fue sustituida por una estatua de Lenin de casi 100 metros.
“El brazo de la estatua que se extiende sobre Moscú tendrá una longitud de casi 30 metros. El dedo índice tiene más de 4 metros de largo. En un día claro y soleado, la estatua de Lenin será visible desde una distancia de decenas de kilómetros”, se leía en los documentos del diseño del proyecto.
Se proyectó que el palacio podría albergar hasta 40.000 personas simultáneamente. La entrada principal, frente al Kremlin, iba a ser decorada con las estatuas de Karl Marx y Friedrich Engels. Arquitectónicamente, esta monumental estructura, generosamente decorada con bajorrelieves que representaban símbolos soviéticos, debía marcar una transición de la vanguardia al estilo del imperio estalinista.
De una sala de conferencias a una piscina
El Palacio de los Sóviets fue concebido como uno de los edificios más avanzados tecnológicamente del mundo. Se suponía que iba a tener ascensores de alta velocidad, sistemas de purificación de aire, salas multifuncionales con pantallas gigantes. Una de sus ideas novedosas era un escenario que, si fuera necesario, podría convertirse en... una piscina.
Gran rediseño del centro de Moscú
Se suponía que el Palacio de los Sóviets debía ser construido cerca del Kremlin, en el lugar en el que estaba la catedral de Cristo Salvador. Desde allí saldría una avenida hasta la plaza Lubianka, con varias salidas de caminos para unir las diferentes partes de la ciudad con el centro. La idea era demoler todos los edificios anteriores a 1917 en el centro de la ciudad, con la excepción de varios especialmente valiosos, como el Museo Pushkin de Bellas Artes en Voljonka, que tendría que ser trasladado para permitir la expansión de la carretera prevista. Estos grandiosos planes fueron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial.
Una piscina en lugar de un palacio
En 1931 se demolió la catedral de Cristo Salvador y se comenzaron a colocar los cimientos del nuevo edificio. Las obras duraron ocho años y tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se suspendieron por completo. En 1941-1942, se desmanteló la estructura metálica del palacio y el material resultante se utilizó para construir puentes y barreras antitanque. El proyecto nunca se reanudó después de la guerra. Al nuevo líder soviético, Nikita Jrushchov, no le apasionaba. Así que en 1960, en el lugar en el que estuvieron los cimientos se construyó la piscina más grande de la URSS (130 metros de diámetro). La piscina al aire libre, que se podía usar en todas las estaciones, sobrevivió al régimen soviético: se cerró en 1994 para hacer espacio para la restaurada catedral de Cristo Salvador.
La breve resurrección del proyecto tras la muerte de Stalin
Tras la muerte de Stalin, la idea de construir el palacio volvió a surgir. En 1956-1958 se celebró un nuevo concurso para escoger el mejor proyecto arquitectónico. Esta vez, sin embargo, se planeó que el edificio no estuviera ubicado en el centro de la ciudad, sino en el suroeste de Moscú, no lejos de la Universidad Estatal de Moscú. Sin embargo, estos planes se abandonaron pronto ya que el país estaba entrando en un período de su historia conocido como el Deshielo y estaba al borde de otra revolución urbanística. Así, el estilo del imperio estalinista, con su monumentalidad y enormes presupuestos, se convirtió para siempre en una cosa del pasado.
Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes