Cómo la URSS creó el mejor sistema epidemiológico-sanitario del mundo

A. Dobrovinsky/russiainphoto.ru
La lucha decidida de los soviéticos contra una serie de epidemias mortales anuló la posibilidad de expandirse de estas.

El régimen soviético heredó un lamentable legado del Imperio Ruso en cuanto a enfermedades infecciosas. En 1912, por ejemplo, se identificaron alrededor de 13 millones de personas portadoras de una, hasta el 7% de la población total.

Sección masculina número 5 del hospital de infecciosos durante la ronda matinal.

A pesar de que crearon organizaciones de salud pública en docenas de ciudades rusas pre-revolucionarias, no existía un solo servicio sanitario-epidemiológico nacional (SANEPID). La situación empeoró considerablemente a raíz de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Rusa.

Al llegar al poder, los bolcheviques se dieron cuenta del problema: la conocida como gripe española se extendía por todo el país, sin mencionar el cólera o el tifus, ya habituales. A pesar de las graves dificultades económicas por las que pasaba el país, las autoridades asignaron, no obstante, grandes cantidades de dinero para mejorar las condiciones de salud en las zonas habitadas y alentar a la población a tomar precauciones sanitarias hasta entonces desconocidas.

Un decreto de salud pública realizado el 15 de septiembre de 1922 sentó las bases de la creación de una única organización de salud pública y empezaron a surgir los centros SANEPID que ofrecían todo lo necesario para luchar contra enfermedades infecciosas, laboratorios incluidos. Esta fecha se considera el cumpleaños del servicio SANEPID de Rusia.

Al darse cuenta de que más vale prevenir que curar, las autoridades introdujeron medidas sanitarias preventivas de gran alcance, incluso para la industria alimentaria y la restauración pública. Ya a finales del decenio de 1920, las tasas de mortalidad, incluso entre los niños, así como la incidencia de las enfermedades infecciosas, habían disminuido considerablemente.

Al mismo tiempo, la Unión Soviética prestó mucha atención a la formación de futuros epidemiólogos, microbiólogos y especialistas en enfermedades infecciosas. A principios del decenio de 1930 se abrieron los primeros departamentos de higiene sanitaria en institutos médicos.

La Segunda Guerra Mundial provocó la migración de enormes grupos de población y la devastación de vastos territorios, lo que condujo a un grave deterioro de la situación epidémica en la URSS. La disentería, el paludismo, el tifus y las hepatitis virales proliferaron en todo el país. Para remediar la situación, se establecieron con extrema prioridad unidades del SANEPID, de desinfección y hospitales de aislamiento. El entrenamiento de los soldados en aprender reglas de higiene personal jugó un papel clave en la solución del problema.

Entrenamiento de protección química

En la posguerra, el SANEPID se desarrolló junto con la industria en general. Esto dio lugar a la aparición de una nueva rama, conocida como “higiene para las radiaciones”, destinada a controlar y reducir la exposición de los trabajadores a las radiaciones ionizantes en fábricas y empresas.

Moscú en la víspera de la guerra

A principios del decenio de 1970, se concedieron al servicio SANEPID de la URSS amplias facultades para luchar contra la contaminación ambiental y las enfermedades infecciosas. Ninguna empresa industrial podía ponerse en funcionamiento sin un departamento de tratamiento, y no se podía construir ningún asentamiento sin respetar las normas sanitarias. Las instrucciones de los inspectores sanitarios tenían que ser aplicadas, por todas las instituciones estatales y públicas, sin ser cuestionadas. Lo mismo ocurría con los ciudadanos comunes.

Además, se ordenaba a las empresas, organizaciones, departamentos e incluso ministerios que cumplieran todas las normas sanitarias y de higiene, o de lo contrario se enfrentaban a sufrir medidas disciplinarias, administrativas y, a veces, incluso penales.

 Entrenamiento de protección química

En los dos decenios comprendidos entre los años cincuenta y setenta, la incidencia de la fiebre tifoidea en la URSS se redujo una cuarta parte, la tos ferina una octava y la difteria séptima. Se desarrollaron e implementaron en la práctica de la salud pública vacunas contra el sarampión, las paperas, la poliomielitis y la gripe. Se creó un sistema de vacunación eficaz en todo el país.

Es un mérito enorme de la Unión Soviética que una de las enfermedades más terribles conocidas por la humanidad, la viruela, se eliminase en estado salvaje en 1980. En 1958, entregó a la OMS más de 25 millones de dosis de una vacuna especialmente desarrollada para su uso en todo el mundo, incluyendo la India, Iraq, Irán, Afganistán y Birmania. La Unión Soviética donó más vacunas contra la viruela a la OMS que todos los demás países juntos de esta institución juntos.

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