Cómo Albania se mantuvo fiel a Stalin… ¡hasta finales del siglo XX!

Forrásjelölés Hasonló/ (CC BY-SA 3.0)/AP
Incluso cuando el culto a la personalidad del líder soviético había desaparecido en casa y en todo el bloque oriental, Albania permaneció fiel a los ideales del “Padre de las Naciones”. El país acabó convirtiéndose en la única dictadura estalinista de Europa.

Amigos del alma

“Nuestro aliado más leal y fiable”, dijo en una ocasión el diplomático soviético Dmitri Chuvajin, que fue embajador en Albania de 1945 a 1952, sobre el país. En aquellos días, era imposible encontrar una grieta en la férrea alianza entre la URSS y Albania.

Curiosamente, no fue el Ejército Rojo el que liberó este pequeño país balcánico en la Segunda Guerra Mundial, sino unidades del Ejército Popular de Liberación de Yugoslavia. Pero fueron los soviéticos a los que los albaneses vieron como sus verdaderos libertadores, ya que, según su líder Enver Hoxha, “la victoria soviética en la Gran Guerra Patria y la ayuda de posguerra a Albania fueron los factores decisivos de nuestro triunfo” (V.V. Volkov. Las relaciones entre la Unión Soviética y Albania en los años 40 y 50. San Petersburgo, 2008)

Este programa de ayuda para la pequeña Albania era, paradójicamente, enorme. Se enviaron al país cereales, equipos, armas y especialistas, se construyeron plantas y se otorgaron préstamos en condiciones muy favorables. Como resultado, Moscú se hizo con una tremenda influencia sobre toda la política interior y exterior de Tirana. Tanto es así que cuando Stalin se peleó con el líder yugoslavo Josip Broz Tito en 1948, Hoxha se puso inmediatamente del lado de Moscú, arruinando las vitales relaciones con su vecino más cercano.

Iósif Stañin y Enver Hoxha

No fue por bondad que el Kremlin hizo fluir el dinero hacia la lejana Albania. Como las relaciones con Belgrado no iban demasiado bien, sólo Tirana podía proporcionar a la URSS un acceso directo a los mares Adriático y Mediterráneo. Los buques de guerra soviéticos hacían escala regularmente en los puertos albaneses, altos oficiales navales visitaban el país y se celebraban conversaciones sobre la apertura de una base naval permanente para la flota soviética.

Estalinistas de verdad

La primera nota de alarma para las relaciones soviético-albanesas sonó con la muerte de Stalin en 1953. Poco después, Hoxha llegó a Moscú para discutir el paquete de ayuda a su país con los nuevos dirigentes, pero recibió una fría acogida y la mayoría de sus peticiones fueron rechazadas.

El 20º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956, famoso por la desacreditación del culto a Stalin por parte de Nikita Jruschov, fue una gran llamada de atención para los líderes albaneses. La desestalinización se extendió no sólo a través de la Unión Soviética, sino más allá de sus fronteras, penetrando en los países satélites. Enver Hoxha, que era una especie de mini Stalin, tenía motivos para preocuparse.

Durante la crisis política inmediata (conocida en Albania como la “Primavera Engañosa de 1956”), el Partido del Trabajo de Hoxha se enfrentó a la oposición de algunos políticos envalentonados por el discurso de Jruschov. Sin embargo, Hoxha salió victorioso de la lucha política interna, lo que costó a sus rivales políticos su libertad, y en algunos casos sus vidas.

Enver Hoxha

A partir de entonces, Albania fue el último país de Europa que aún rendía culto a Stalin y aplicaba políticas acordes con sus doctrinas. "”Stalin sabía cómo librar la guerra de clases. Golpeó sin piedad a los enemigos del socialismo... Stalin demostró ser un destacado marxista-leninista, adhiriéndose a principios claros e imbuido de gran coraje, resistencia, madurez y visión de futuro de un marxista revolucionario” escribió Hoxha en su ensayo Jruschovistas, publicado en 1976.

Ruptura

Aunque las relaciones soviético-albanesas se deterioraron gradualmente a lo largo de la década de 1950 (Tirana sufrió especialmente la reconciliación de Jruschov con Tito), la cooperación continuó. En 1955, Albania se convirtió en uno de los países fundadores del Pacto de Varsovia y en 1958 concedió a la flota soviética el uso de la base naval de Vlorë.

No obstante, el descontento mutuo seguía latente. A finales del decenio de 1950, Albania reorientó su política exterior hacia otro paria mucho más grande del campo socialista: China. Las inversiones chinas comenzaron a fluir hacia el país. A su vez, Beijing valoraba los datos que recibía de la inteligencia albanesa: de los movimientos de los barcos estadounidenses en el Pacífico hasta detalles de las pruebas de defensa costera de Taiwán.

Nikita Jruschov durante su visita a Tirana en 1959

En una reunión de representantes del Partido Comunista en Moscú en octubre de 1960, Jruschov y Hoxha se acusaron mutuamente de haber traicionado los ideales del comunismo y la lucha de clases marxista-leninista. En los años siguientes, la cooperación albano-soviética se vio paralizada.

En 1961, la URSS interrumpió la ayuda económica a Albania y retiró a sus especialistas. Ese mismo año, la base naval soviética de Vlorë fue cerrada. La flota soviética zarpó a toda prisa de ella, e incluso hubo que dejar atrás varios submarinos que eran operados por albaneses.

Mientras tanto, en la propia Albania, comenzó a madurar una conspiración anti-Hoxha entre quienes apoyaban un cambio de política y la preservación de los buenos vínculos con la URSS. Sin embargo, los servicios de seguridad del Estado desenmascararon a los conspiradores, y sus líderes (incluido el comandante de la marina, Teme Sejko) fueron ejecutados por su supuesta colaboración con la inteligencia yugoslava y griega.

Destierro voluntario

Ese mismo año, 1961, la URSS retiró a sus diplomáticos de Tirana y rompió las relaciones diplomáticas con el país. Debido a presiones de Moscú, los aliados de la Unión Soviética en Europa del Este también redujeron su representación diplomática en Albania. Los albaneses, por su parte, se retiraron del Consejo de Asistencia Económica Mutua (en 1962) y del Pacto de Varsovia (de facto, en 1961; oficialmente en 1968), que habían ayudado a crear.

En 1975, Albania se las arregló para pelearse también con China, que emprendió su propio camino de transformación política interna. Tras perder a su único aliado, Tirana se sumió en un aislamiento total durante 15 años, encontrándose rodeada por “malvados” del mundo capitalista y socialista.

Según los dirigentes albaneses, sólo Vietnam, Corea del Norte y Cuba seguían siendo verdaderos estados socialistas. Y sólo se permitió a los representantes de estos países asistir al funeral de estado de Enver Hoxha en 1985. Los telegramas de condolencias de los líderes mundiales (incluyendo a Gorbachov) fueron devueltos al remitente.

Congelada en el pasado desde 1950, Albania salió por fin del aislamiento durante el colapso del comunismo en Europa, para hundirse inmediatamente en un caos económico desenfrenado y en la delincuencia organizada. Fue entonces cuando Moscú y Tirana restablecieron finalmente relaciones diplomáticas tras un paréntesis de 30 años.

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